En un lugar inmerecido. La verdadera historia de José Tomás Planas “el Peque”, (1946-1947) / Fernando Hernández Sánchez

Posted on 2019/08/19

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En su reseña publicada en Cuarto Poder[1] acerca de la segunda edición de El zorro rojo, la biografía de Santiago Carrillo escrita por Paul Preston, Manuel Martorell cita entre los camaradas eliminados por orden de quien entonces era responsable del Buró Político para el interior del país a José Tomás Planas “el Peque”, identificándolo como responsable guerrillero de la Zona Centro. Como quiera que las redes sociales, con su capacidad exponencial para viralizar las noticias, pueden llegar a inscribir en el panteón de los esforzados militantes depurados por su propia organización a quien no merece los calificativos ni de víctima ni de heroe, quiero dejar constancia, en base a mis investigaciones para la realización de Los años de plomo: la reconstrucción del PCE bajo el primer franquismo (1939-1953), publicado por editorial Crítica en abril de 2015 –y que son conveniente y abudantemente citadas en la 2ª edición de El zorro rojo– quién fue realmente José Tomas Planas y por qué se hizo tristemente célebre.

A comienzos de 1947, la situación del PCE en España era catastrófica. Los activistas enviados desde Francia, muchos de ellos antiguos cuadros del partido durante la guerra civil, oficiales del Ejército Republicano o con experiencia en la resistencia antinazi, tanto en el país vecino como en la Unión Soviética, caían como moscas en las trampas de la policía franquista al poco tiempo de pisar el país. Así fueron detenidos y fusilados Isidoro Diéguez, Agustín Zoroa o Ramón Vía. Algunos, ferozmente torturados, prefirieron el suicidio, como Eduardo Sánchez Biedma, antes de delatar a sus camaradas. El resultado fue que la organización quedó en manos de gente mucho más joven. Tras la caída del grupo de Zoroa, enviado por Carrillo para tomar las riendas arrancadas a Jesús Monzón, se constituyó una nueva troika de dirección en la que, por el PCE, figuraban Santiago García (“Santi”, “Vicente” y “Verruga”) y Antonio Guardiola, subordinado de Carrillo en el exilio bonaerense. El tercer elemento fue José Tomás Planas (“el Peque”), secretario del Comité Nacional de la JSU, de 25 años.

Tomás Planas ingresó en el partido en septiembre de 1938. Natural de Altorricón (Huesca), procedía de una familia campesina muy modesta y su vinculación política fue muy temprana, pues comenzó a militar en los pioneros en 1932, con once años. A los quince, intervino en representación de esta organización en tres mítines de la campaña de febrero de 1936. En un congreso nacional celebrado en Barcelona en noviembre del 36 fue nombrado miembro del Comité Nacional de Pioneros de Cataluña. En octubre de 1937, aprovechando que tenía un amigo en el Estado Mayor de la XIII Brigada Internacional,  consiguió ingresar como voluntario en ella. Teniendo en cuenta su excesiva juventud, fue incorporado a la sección de propaganda del comisariado y poco tiempo después se le responsabilizó del trabajo de la JSU en la Brigada. Cuando las Brigadas Internacionales fueron desmovilizadas, ocupó la secretaría de organización de la JSU de la 35 y la 56 División. Salió del país el 9 de febrero del 39, fue internado en el campo de Argèles. Pasó por Gurs y acabó en la 147 Compañía de Trabajadores Extranjeros. En febrero de 1941 marchó a Perpignan con  documentación falsa y contactó con el partido, dirigido por un tal  Peydró.  A los pocos  días, Peydró fue detenido.  Enlazó entonces con el responsable del Rosellón, apellidado Hermosa, con el que pasó a formar parte de la dirección departamental. Por enfermedad de Hermosa, ocupó la secretaría general de la JSU. El coronel Aguado le cita en dos ocasiones, ambas como comisario político e instructor de la JSU en la 26ª Brigada de Perpignan (Pirineos Orientales).[2]

A principios de 1944, Tomás Planas fue responsabilizado por la comisión en Francia de la JSU del servicio en un sector del aparato de pasos, el que controlaba Manuel Castro Rodríguez, teniente coronel, antiguo comisario del 5º Regimiento y jefe de la 26ª agrupación guerrillera. Para encubrirlo, organizó un chantier forestal como punto de apoyo “que servía de guarida a los camaradas que escapaban de cárceles y de los alemanes, así como punto de apoyo de los camaradas que pasaban a España”. Es decir, controló un lugar que proporcionaba información vital sobre el paso de frontera.

Tenía nueve guías bajo sus órdenes. La ruta clandestina en su demarcación partía de tres lugares distintos de Toulouse: el Hotel  Ruta de España, donde “no se hacía ficha ni nombre”; del Hospital Varsovia o del Hotel de la calle Gran Bretaña. A veces, los viajeros eran despedidos por lo más eminente de la dirección. El comité de despedida de Tomás Planas estuvo formado por Fernando Claudín, Ignacio Gallego y Amaya Ibárruri. Desde Toulouse, los enviados al interior eran transportados en camioneta hasta la masía de María Duro (“la koljosiana”),[3]lugar franco para el paso de guerrilleros y guías hacia España. Desde allí, mediante guía, se pasaba la frontera camino de Barcelona. Arguyendo que el mantenimiento del aparato de pasos y del chantier era muy costoso, “el Peque” justificó la comisión de varios golpes económicos para financiarlo, con un botín de 133.000 francos y algunas subsistencias. En septiembre de 1944 asumió la secretaría general de la Juventud Combatiente. Ignacio Gallego dijo de él: “Este camarada siente un gran cariño hacia la Juventud y hacia el Partido. Siempre ha manifestado un gran deseo de trabajar en España y reúne buenas condiciones para el trabajo clandestino por su firmeza y por su carácter prudente”.[4] Lo decía seguramente con profunda autosatisfacción: ambos constituían el paradigma del nuevo dirigente estalinizado, sin biografía comprometedora, sin tacha de desviacionismo.

Desde finales de 1946 y hasta abril de 1947, Santiago Carrillo tuvo una fluida correspondencia con “Santi” y “el Peque”. En su primera misiva, fechada entre diciembre y enero del 46-47,  ambos informaron de la complicada situación organizativa: los recursos eran muy escasos, los detenidos, numerosos, y las relaciones con otros grupos, inexistentes. A consecuencia de las caídas, se señaló a Carrillo que la única dirección segura a la que debía remitir toda la correspondencia era “la de los chavales”, es decir, “el Peque” y Luis González Sánchez (“Carlos” y “el Rubio”). Ambos se convirtieron en la estafeta privilegiada de los mensajes de la dirección residente en Francia.

Luis González Sánchez, de veinticuatro años, madrileño, estudiante de comercio, tenía la biografía prototípica del cuadro medio del estalinismo maduro. Todos sus carnets tenían fecha posterior al 18 de julio de 1936. Empezó a militar en la FUE en agosto, en la JSU en octubre y en el PC desde 1938. Sus actividades en el partido se correspondieron con su perfil de dirigente juvenil de origen pequeñoburgués, familia republicana y católica y cierta formación intelectual: secretario de organización del círculo estudiantil Lenin en Madrid, secretario general y de organización del sector Oeste de la JSU de la capital, profesor de la Escuela de cuadros de la Juventud en el Ejército, instructor del movimiento Alerta en la escuela nº 31 de Madrid, secretario general juvenil en la 14 Brigada de la 44 División. Pasó la frontera el 9 de febrero de 1939, transitó por los campos (Saint Cyprien, Barcarés, Argelés), por las compañías de trabajo y los chantiers, perdiendo y recuperando los enlaces hasta que ingresó en guerrilleros en enero de 1944.

Para Mariano Peña y Alberto Quesada, presos en Burgos a finales de los 40, fue una sorpresa saber que Luis González estaba en España representado a la Comisión Nacional de la JSU. Peña recordaba a González, compañero de estudios en la Escuela de Comercio, como un esquirol en todas las huelgas organizadas por la FUE. También que fue otro de aquellos con los que se perdió contacto cuando los alemanes ocuparon Francia. Sin embargo, su autobiografía para la comisión de cuadros venía avalada por dos notas favorables. La primera decía: “Tiene experiencia de trabajo ilegal y podría ser utilizado por la Juventud en el país”. Otra, a mano:” Muy bien en el curso. Puede ser un poco niño listo, pero es bueno”.[5]  Cuando se volvió a tener noticia de él en 1942 se supo que se había incorporado a un grupo de la Armée Secrete (AS) de De Gaulle y que fue repescado por López Tovar para colocarle al mando de un grupo de maquis españoles. Mientras tanto, había estado viviendo con una francesa en un departamento cercano a la línea de demarcación y luego en la granja de unas polacas, madre e hija, manteniendo relaciones con esta última. [6] A ese carácter seductor contribuía, sin duda, un aspecto físico como el que evocaba Consuelo Peón. Esta veterana militante había caído presa en 1940 por formar parte del Comité Provincial de Asturias. Condenada a muerte y conmutada su pena por la de treinta años, cumplió condena en Ventas y Segovia hasta el 1 de marzo de 1946. A su salida, se incorporó por orden del partido al trabajo en la JSU en Madrid. Se encargó de organizar la Unión de Muchachas (UdM) para ayudar al mantenimiento de la moral de los presos mediante el madrinazgo por correspondencia. Allí conoció a los recién llegados:

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(Fotografía de “el Rubio” en el Álbum de camaradas idos al interior, AHPCE. De Tomás Planas no se ha encontrado una foto inequívocamente identificada)

Conocí a Luis y a Carlos (no sé cuáles son sus verdaderos nombres)[7], que según me enteré más tarde habían venido de Francia a organizar el partido y la JSU. Eran, Carlos [“el Rubio”] de mediana estatura, muy rubio y pelo algo rizado, siempre llevaba gafas ahumadas y Luis [Tomás “el Peque”] algo más bajo, pelo rizado y castaño, tez más bien morena, cara muy menuda y unos ojos oscuros muy vivarachos.  Luis parecía que se movía mucho y tenía entusiasmados a los que le conocían. Decían que si hubiera unos cuantos como él, todo marcharía sobre ruedas. Era, según ellos, muy inteligente y de una actividad asombrosa.[8].

El estilo untuoso y condescendiente no funcionaba con mujeres como Consuelo –“[Luis] me dijo, como siempre, frases de halago que a mí me sabían a cuerno quemado”-, más preocupadas por la marcha eficaz de la organización que por los requiebros: “Las cosas no marchaban. Yo observaba mucha desorganización, no hacían más que mover gente nueva y vengan citas y más citas, pero no se concretaba nada”.

En contraste con la carencia de trabajo práctico, más allá de la edición rutinaria de Mundo Obrero y Juventud,  “El Rubio” desbordaba de un activismo grandilocuente y con unos planteamientos temerarios. En una reunión del sector Norte de la Juventud, en octubre de 1946, propuso el despliegue de una campaña de sabotajes y colocación de bombas. “La JSU estaba organizando unos grupos de acción, el del sector Norte era bastante numeroso y tenía muchos deseos de actuar. Por eso mis compañeros de sector –relataba Consuelo Peón- se pusieron contentos con las orientaciones de “Carlos”.[9] Se organizó una denominada Brigada Eugenio Mesón, en homenaje al responsable de la Juventud madrileña preso tras el golpe de Casado y fusilado  en 1941. Las operaciones consistieron en la colocación de petardos y en atentados contra algunos guardias civiles para recuperación de armamento. Una de las misiones encomendadas a la División fue el ajusticiamiento de traidores, pero “jamás se logró ninguna operación en este sentido, siempre había fallas, faltaba alguna cosa y se fracasaba”. Maruja de Diego, de la Unión de Muchachas, y “el Rubio” pidieron a la organización de cárceles nombres y domicilios de funcionarios de prisiones para eliminarlos. La información, qué casualidad, cayó en manos de la policía.

La calidad de los integrantes de la Brigada era muy desigual. Se reclutaron guerrilleros a espaldas del partido e incluso contra su criterio, como en el caso de la propia compañera de Mesón, Juana Doña, que se encontraba separada de la organización desde 1941. La acción más destacada de la Brigada Mesón fue la colocación de un petardo en la embajada argentina, que acarreó la detención de Juana y su condena a muerte, luego permutada por treinta años de prisión.

“El Peque” convenció al resto de la dirección de que dejaran en sus manos el control del aparato guerrillero para enmendar el deficiente trabajo de sus responsables, Barahona y Pedro Sanz Padres (“Paco el Catalán”). Y a fe que lo enmendó: Barahona fue el primero en caer detenido, seguido de “el Catalán”, jefe de la Federación de Agrupaciones Centro, y los también guerrilleros Núñez, Pablo y Bueno (el jefe de la Agrupación de Gredos). Todos ellos fueron fusilados el 19 de abril de 1947 en el penal de Ocaña. En la operación cayeron muertos Juan Sanz Pascual, jefe de la Agrupación de Madrid, y Agustín Díaz Rebollos, que se suicidó antes de caer en manos del enemigo. En Levante, fue detenido y fusilado todo el Comité Regional, encabezado por Vicente Galarza,”Andrés”.[10]

Como único tanto a favor, “el Peque” y “Santi” anunciaron a Carrillo que se estaba regularizando la aparición de Mundo Obrero, que se tiraba cada diez días, y que se preparaba la de Nuestra Bandera. Pero, para ello, se precisaba dinero. La situación en ese sentido era tremendamente precaria y se prestaba a todo tipo de tráficos sospechosos. Según informaban, habían conseguido un contacto en un banco que se hacía responsable de la entrega de 18.300 pesetas a cambio de que el partido depositase en un banco de París 200.000 francos, donde este sujeto iría a recogerlos personalmente. Terminaban haciendo hincapié sobre la peligrosa situación en que se encontraba Santiago García, al que la policía ya había puesto cara merced a unas fotos imprudentemente tomadas en la calle, a la moda de la época. Era una sugerencia para que, como en los casos de Antonio Guardiola y Luis Delage, “Santi” saliese para Francia dejando la organización en manos del “Peque”, no identificado por la policía.[11]

Carrillo respondió en abril, animándoles: “Estamos muy satisfechos de vuestro comportamiento, haciendo frente a la difícil situación”. Accedió a que “Santi” partiese inmediatamente para Francia con la misión de informar con el máximo detalle posible sobre el trabajo en el interior  y le exhortaba a traer consigo “ejemplos de todos los materiales editados que poseáis (…) Estamos deseosos de ver la edición que habéis hecho, aunque por la forma en que nos respondéis sacamos la impresión de que no podréis hacer mucha cantidad”. Les instó a remitir información detallada sobre la caída de Zoroa, ya que “solo un estudio profundo de dicho golpe puede permitirnos asegurar sólidamente el trabajo de la familia y deducir si aún puede quedar mala hierba entre nosotros”. Mandó a ambos un fuerte abrazo de Dolores y del resto de la dirección.[12]

Casi a vuelta de correo, “El Peque” y “Santi” acusaron recibo del dinero recibido –“veinte cuadros de mil que nos han venido muy bien”-y anunciaron acciones para el 14 de abril y el 1º de Mayo.[13] Con disciplina bolchevique, Santiago García elaboró el extenso informe que Carrillo le había solicitado.[14] Tras el inicial análisis estereotipado sobre la situación del régimen, siempre considerado en estado de avanzada descomposición y necesitado de compensar su debilidad con la intensificación de la represión, pasó a describir la extrema debilidad del partido tras los golpes policiales del invierno. Tras la caída de Zoroa, todo quedó desarticulado y en muy malas condiciones, siendo una de las principales preocupaciones de la nueva dirección impedir que decayera la moral de los camaradas. En  provincias, la situación era verdaderamente catastrófica. En Toledo y Ciudad Real, el partido había quedado casi totalmente liquidado. Ello, unido a las caídas en Zamora, y Salamanca, conducía a valorar que el partido en la región Centro había dejado de existir. De las guerrillas, mejor no hablar: “Sabíamos que se trabajaba muy mal, que se desoían las orientaciones del partido, que estaban muy localizados (…) Cuando el enemigo creyó oportuno, en 24 horas se comió [las Agrupaciones] de Madrid y de Gredos y la mayoría de puntos de apoyo”. Otro tanto ocurrió con la dirección de la Agrupación de Ciudad Real. Solo quedaban restos de la Agrupación de Cáceres y de Ciudad Real, a las que se pretendía unificar, no sin dificultades, en los montes de Toledo.

Lo único que funcionaba bien era el trabajo de la JSU, donde había lucido extraordinariamente el trabajo del “Peque” y del “Rubio”. Tenían organizados siete sectores con un total de más de cuatrocientos militantes, habían penetrado en clubs de fútbol y fábricas y planeaban un trabajo conjunto con UGT para celebrar 14 de abril y 1 de mayo. Habían logrado la salida normal de su órgano, Juventud, que además había mejorado mucho de contenido. Se marchaba hacia la consolidación de la Comisión Nacional de la Unión de Muchachas (UdM), bajo la dirección de Pilar Medrano[15] y Consuelo Peón.

El 20 de enero de 1947, Consuelo y “el Peque” se reunieron para tratar de la marcha de la UdM. Ella le comunicó que estaban a punto de sacar su propio periódico. Cuando finalizó la cita, él la acompañó hasta la boca del Metro, donde se despidieron:

Él me conocía por el nombre de “Juanita”. No hicimos más que despedirnos, yo iba a empezar a bajar la escalera del Metro y entre el murmullo de la gente y los autos y tranvías que pasaban sentí a mi espalda una voz: “Consuelo”, dijo alguien. Me volví rápidamente y sorprendí a [“el Peque”] mirándome unos pasos más allá. Al volverme yo, él dio también una vuelta rápida y se marchó. Bajé el Metro muy preocupada. No volví a verle. A los tres días caí en poder de la policía.[16]

Una vez se deshizo de Guardiola y “Santi”, que pasaron a Francia, “el Peque” asumió la responsabilidad del aparato de propaganda, las cárceles y la juventud, mientras otros dos camaradas recién llegados llevarían el aparato militar, guerrilleros, la estafeta con el Buró Político, los aparatos de Madrid y provincia y los intelectuales. El más significado de ellos era Manuel Benítez Rufo, antiguo integrante –como Tomás Planas- del comité de la JSU de la zona pirenaica francesa durante la resistencia antinazi.[17] José Satué quedó a cargo del trabajo sindical.

Comenzó la campaña de preparación del 14 de abril. Se editó propaganda y se fantaseó con una huelga general. Pero lo que se desencadenó fue la catástrofe. Todavía estaba “Santi” en España, acabando su prolijo informe a la dirección, cuando tuvo oportunidad de narrar los inicios de la operación en riguroso directo:

“Última caída: (…) Un terrible golpe de la policía nos crea una situación bien difícil y que puede ser terriblemente fatal para el presente y el porvenir del partido. Cuando os hacemos ese informe estamos en pleno fuego de la caída, acosados por todas partes, cortando fuegos, tomando medidas y no os podemos decir su final (…) La caída, de lo que estamos seguros pero por deducciones, ha empezado por el sector nº2, Sur (…) A estas horas sabemos que ha caído toda la dirección de ese sector y con ella ha caído o va a caer todo o la mayoría del partido en el sector (…) De retoque ha caído el camarada “Carlos” [Luis González, “el Rubio”] que actualmente era secretario de propaganda de esta dirección y así han caído o pueden caer el resto de sectores y demás cosas (…) Yo [Santiago García], como sabéis, estoy totalmente achicharrado (…) El Chaval [“el Peque”] que ya estaba bastante quemado y que de esta ha quedado totalmente inutilizado y tan quemado como yo mismo. Pepe [Satué] que también va a quedar bien mal y que tenemos que tomar serias medidas con él. Esto además cuando la policía se va a lanzar como lobos contra nosotros (…) Como veréis la situación en bien difícil y además de las medidas que nosotros podamos tomar si nos dejan con vida, necesitamos vuestro concurso urgente para salvar la situación. Hay que mandar urgentemente cuadros que puedan coger esto y levantarlo ya que la situación de los que quedamos aquí es peligrosa. Cortar la estafeta de la Juventud, solamente mantener la establecida con “Chaval” y solamente los miércoles. (…) Mandar dinero que nos hemos quedado listos otra vez, más aun si no podemos recoger una cantidad que está en peligro (…) Perdonar faltas porque informe está hecho corriendo”.[18]

Para entonces, estaba claro que la infiltración en la estructura del partido alcanzaba a sus niveles más altos. La policía hizo el paripé de detener al “Rubio”, miembro de la troika de la Comisión Nacional del JSU. Dos agentes de la Brigada Político-Social le “sorprendieron” el día 21 en la plaza de Opera, portando un par de ejemplares de Mundo Obrero conmemorativos del 14 de Abril confeccionados a imprenta. Conducido a la DGS, declaró que había encontrado los periódicos tirados en la puerta de un cine y que se disponía a entregarlos a la policía. Interrogado por sus antecedentes, dijo que, por su edad, había pasado la guerra en la retaguardia sin prestar servicio en el ejército republicano ni pertenecer a organización política alguna. Concluyó señalando que, desde 1939, había permanecido en España ganándose la vida con la impartición de clases particulares.

La prueba de que todo era un montaje se deduce de lo que ocurrió a continuación. Se le abrió procedimiento “por actividades contrarias al régimen actual”, del que se encargó, como era habitual, el temible coronel Enrique Eymar. Pues bien, contra lo que era habitual en la inmensa mayoría de los casos, el tigre se comportó como un gatito. El 17 de mayo elevó propuesta de libertad provisional “con urgencia” dado que no había constancia de antecedentes desfavorables y de que el detenido era políticamente indiferente. Eymar mentía a sabiendas porque, entre los propios papeles del procedimiento, se encuentra un informe de la DGS, fechado el 12 julio de 1948, en el que se afirma que estaba constatado el paso de “el Rubio” a Francia en 1939 y su permanencia en el país vecino hasta que 1946 efectuó su regreso clandestino. En el Archivo Central, se concluía, figuraba documentación que acreditaba su condición de refugiado. Pero, como se sabe, la alegría por el pecador que se arrepiente obra milagros: doce días después de ser solicitada su libertad, Luis González Sánchez salió a la calle para hacer todo el daño posible. Sacó a cambio un certificado de penales absolutamente limpio –sellado el 24 de junio de 1948-, un aval de inmejorable conducta por parte de la Guardia Civil y el sobreseimiento total de la causa.[19] Lo preciso para convertirse en miembro de la policía y perseguidor de sus antiguos camaradas.

“El Rubio” entregó a todos sus colaboradores. Fueron detenidos veintitrés jóvenes de Alcalá de Henares, acusados de la voladura del polvorín de la ciudad. La explosión causó veintiséis víctimas y, aunque la comisión técnica del ministerio de la Guerra dictaminó que la explosión “no estaba determinada por ningún sabotaje”, el fiscal pidió la muerte para doce de ellos. La confesión fue extraída bajo torturas y simulacros de ejecución. Al final, a cuatro se les conmutó la pena y los ocho restantes fueron fusilados en Ocaña en 1948.[20]

El partido, a través de José Satué, encargado de reconstruir la UGT, había buscado una imprenta y un nuevo tipógrafo para mejorar la distribución de Mundo Obrero. Los resultados fueron, aparentemente, muy satisfactorios: el periódico salió puntualmente el 14 de Abril y se preparaba un número extraordinario para el 1º de Mayo. Lo que no sabían en el partido era que la imprenta ya había sido suya: se trataba de una Boston de pedal incautada por la policía tras la caída de Zoroa. Se la vendió un tal Asensio, que aprovechó para recomendar a un tipógrafo, “buen camarada” y de confianza, que después de trabajar con Satué tres semanas –según Silverio Ruiz, dos meses- resultó ser el jefe de la Brigada Político Social de Madrid, Roberto Conesa. Durante ese tiempo, Satué fue seguido por un nutrido aparato de policía, siendo detenidos después de las citas todos cuando se entrevistaban con él. Al final, tanto Satué como su mujer, Lucía Barón, corrieron la misma suerte.

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(Ejemplar falso de Mundo Obrero del 1º de Mayo de 1947, confeccionado por la policía de Conesa. AHPCE).

Cayó toda la dirección de la Comisión Ejecutiva de la UGT. El truco de la imprenta vendida resultó tan bien que “la misma máquina fue ofrecida a un sector y no picaron debido a nuestro aviso [desde prisión]”.[21] Otro de los hermanos Conesa, que trabajaba en el aparato de cárceles, ayudó a detener a todos sus componentes.[22] Los Conesa y otros colegas de la Brigada Político Social cumplieron durante tiempo su misión con deletérea eficacia. Según denunciaba pocos años después un informe del aparato de cárceles,

no ha sido una sola vez la que Conesa ha recogido a camaradas venidos de Francia (…) en una cita en el parque del Retiro, cita que había sido establecida por la policía  en la estafeta con el enlace [pasado] al servicio de la policía. Esto ocurrió en el verano del 47. Destaca también en este orden el contacto personal que establece Conesa con el propio Satué. Castellanos, otro policía de la misma Brigada, establece contacto con la dirección provincial del partido en Coruña y asiste a una reunión con dicho Comité Provincial, lo que no impide que utilice el mismo método más tarde con el provincial de Zaragoza dándole los mismos resultados que en el anterior: asestar un duro golpe al partido. Morales, otro policía de la Social que entabla contacto con el partido en Extremadura, llegando a ser el secretario general. Por otra parte tenemos la actuación de “El Chato”, Gilabert, Luis González “El Rubio”, Laureano González Suárez “Trilita” y algunos otros[23].

A raíz de las delaciones del “Rubio”, la organización de la JSU se deshizo como un azucarillo. El 21 de abril cayó Manuel Benítez Rufo, identificado como secretario general. Esa misma noche detuvieron los encargados de la imprenta. Al día siguiente le tocó el turno a María Luisa Antón (“Tania”), responsable de distribución de Juventud. Luis González preparó una entrevista por mediación de su novia con “el Peque” en la DGS.  El 1º de mayo se vio entrar a Tomás Planas en Gobernación. Según la comisión de depuración de la cárcel de Burgos, fue en ese momento cuando se desfondó y se dio la vuelta. Aunque tampoco sería extraño que su traición datara de antes. Su familia, que se había refugiado inicialmente en Francia, había sido expulsada a España por los alemanes. El padre, comunista desde 1931, fue condenado a tres años en la cárcel y se le liberó por enfermedad. ¿Se convirtió “el Peque” en un confidente a cambio de la liberación de su padre? No sería descabellado pensar que hubiera llegado a un trato con la 2ª Bis. Las autoridades penitenciarias franquistas no se caracterizaban por conmoverse ante la situación de los presos enfermos. A lo sumo, los remitían a establecimientos específicos, como el penal antituberculoso de Cuéllar (Segovia), que eran morideros en diferido.  Lo que es constatable es la suerte aciaga que, desde entonces, habían tenido casi todos los comunistas que se cruzaron en el camino del “Peque”.

Fuera como fuese, lo cierto es que, desde ese momento, los golpes policiacos se redoblaron. El 9 de junio cayeron otros dos camaradas  entregados por Tomás en el curso de una cita, entre ellos, Mesa, el número dos de la organización del partido en ese momento. El  15 de septiembre se detuvo al nuevo responsable nacional de la JSU. Las caídas se sucedían en interminable cascada: el secretario de organización del Comité Regional, Escribano; el secretario general del provincial, Parra; y la dirección de la Unión de Intelectuales Libres. Quedaron al descubierto las estafetas de Andalucía y de Francia, lo que reveló a la policía los pasos empleados por el partido, con fatales consecuencias. En el mes de octubre, llegaron a Madrid Luis de las Heras –en una enésima tentativa de cubrir la vacante de Zoroa- y el veterano guía Julio Álvarez Claro (“Pradal”), que fue inmediatamente detenido al ser localizado el mismo día de su llegada por “el Peque”.[24]

El 22 de octubre, la mujer de Manuel Benítez Rufo, alertó a Fernando Claudín con el reenvió de una carta remitida por su marido:

De Tomás Plana te digo que me quiere muy mal, igual a toda la familia; con decirte que ha hecho cosas muy malas ¡Qué vergüenza cuando se tenga que ver con la abuela [Dolores Ibárruri] o con su primo Ignacio [Gallego]! […] Sus cosas no las olvidaremos nunca, porque ha hecho como el que lo da todo aunque no sea suyo, y además todos sus negocios, que iban muy bien, los ha entregado a un tipo repugnante, que no levantarán cabeza hasta que su familia no se convenza y lo mande a hacer gárgaras, porque es que todo lo que le manden lo entrega y lo echa a perder.[25]

La causa contra “el Peque”[26] resultó ser una farsa. Compareció junto a Julia Landeta, la mujer que cuidaba de un piso franco del partido, y su hija Antonia, con la que mantenía relaciones. El agente al mando del servicio fue Roberto Conesa. Julia Landeta, de cuarenta y ocho años, viuda, natural de Guecho, trabajaba como doméstica para un tal Medina/Vicente/”el Verruga”, en realidad Santiago García (“Santi”). Cuidaba del piso de la calle Andrés Mellado, 61, donde se ocultaban los activistas y se almacenaba propaganda. Cuando “Santi” marchó a Francia el 18 de mayo para informar al Buró Político, la policía dispuso el allanamiento del piso. El coronel Eymar propuso la puesta en libertad de Tomás Planas el 21 de julio. Su causa fue sobreseída el 7 de agosto de  1948.

El que había sido hombre de confianza de Carrillo se erigió en una especie de Pimpinela Escarlata del que desde entonces se sospechó que estaba detrás de todas las caídas de organizaciones del partido[27]. Se le hizo responsable de las detenciones del Comité Regional de Valencia, aunque del cotejo de las causas depositadas en el Archivo Militar se desprende que el Tomás que aparece como desencadenante en ellas no podía ser el mismo personaje. De acuerdo a la requisitoria conminando a su entrega so pena de ser declarado en rebeldía, emitida por un juzgado militar especial de de la Capitanía General de la 3ª Región Militar el 23 de febrero de 1948, el Tomás reclamado era un sujeto distinto al descrito por Consuelo Peón: “de unos 32 a 35 años de edad, de estatura regular, más bien bajo, pelo castaño, liso, peinado hacia atrás, usa gafas pocas dioptrías”.[28] Según Sixto Agudo (“Blanco”), uno de estos “Tomás”  fue sacado de España por la policía y enviado a América a comienzos de los años 50. Otros traidores obtuvieron su recompensa: Maruja de Diego, de la troika de la Unión de Muchachas y mano derecha de “el Rubio” se encargó durante unos meses del mantenimiento del enlace entre la Comisión Nacional de la Juventud y las cárceles. Cuando acudió a juicio, fue condenada solo a un año y salió en libertad. En 1950 residía en Madrid y regentaba un estanco.[29]

Las huellas de José Tomás Planas se borraron sin dejar rastro. No fue liquidado por sospechoso ni ajusticiado en venganza por ningún equipo especial del partido. Carrillo solo pudo intentar exorcizar su existencia para eludir su responsabilidad in vigilando. Porque las consecuencias de su infiltración al más alto nivel fueron demoledoras. Entre octubre de 1946 y enero de 1947 hubo más de dos mil detenidos.[30] Una relación nominal elaborada entre 1946 y 1948 detalló los nombres y las peticiones de pena de cuatrocientos cuarenta y tres de ellos. Las condenas solicitadas, en el caso de los que se especifican, incluyeron cuarenta y seis penas de muerte, catorce a treinta años, treinta y seis a más de quince años, treinta y uno a entre diez y catorce años, dieciocho a entre cinco y nueve años y cuarenta inferiores a cinco años de cárcel. El periodo de condena acumulado ascendió a 1.744 años de prisión.[31] La organización fue deshecha y solo quedaron grupos aislados y dirigidos por camaradas inexpertos. A Tomás Planas se debe, junto a la negligencia de quien lo envió a trabajar al país, que a finales de los años 40 el PCE estuviese reducido a las cárceles, replegado en el exilio, aislado en los montes o enterrado en los cementerios. Costaría una década que Sísifo se encontrase de nuevo en condiciones de empujar la roca de la lucha contra la dictadura hacia la cima.

 

[1] http://www.cuartopoder.es/terramedia/2015/07/22/carrillo-se-hizo-con-el-control-del-pce-tras-liquidar-a-destacados-lideres-del-maquis/6909

[2] AGUADO (1975, pp. 57 y 64). Ruíz Ayúcar, en cambio, tan prolijo en otros casos, silencia su actividad.

[3] Viuda -su marido, al parecer, había muerto en España- y con una hija adolescente. Su apodo se debía a ser propietaria de la granja. Su finca fue uno de los emplazamientos donde se establecieron durante un tiempo los alemanes y luego se empleó como base para el paso a España. ASENJO, Mariano  y RAMOS, Victoria: Domingo Malagón, biografía de un falsificador. (2008, p. 126).

[4] Tomás Plana, José, AHPCE, Informes de camaradas, jacq. 1015.

[5] Luis González Sánchez, AHPCE, Informes de camaradas, jacq. 848.

[6] Informe sobre el desarrollo del trabajo del partido en Burgos, mayo 1951, AHPCE, Represión franquista, jacqs. 343-350.

[7] Consuelo creía que Luis y Carlos era personas distintas, atribuyendo el nombre de Luis a Tomás Planas.

[8] Consuelo Peón, autobiográfica sobre su actuación, AHPCE, Tesis, manuscritos y memorias, 50/2.

[9] Consuelo Peón, autobiográfica sobre su actuación, AHPCE, Tesis, manuscritos y memorias, 50/2.

[10] Informe de la Delegación del Partido en la Región Centro (¿marzo? de 1947), AHPCE, Documentos PCE, Anexos, Caja A, jacq. 110-111.

[11] Carta a “Querido Santi”, firmada por Santiago García y Tomás “el Peque” (codificada), informando de la caída de camaradas y los problemas de dinero en los que se encuentran, Diciembre 1946, enero 1947, AHPCE, Anexos, Caja, A, jacq. 107.

[12] A Peque y S. Los esfuerzos para enderezar la situación después del accidente habido en octubre, Abril 1947, AHPCE, Documentos PCE, Varios años 40, Caja A, jacq. 1.

[13] Carta de Tomás “el Peque” y Santi, dirigida a Querido Santi, escrita con doble sentido, en la que informa del dinero recibido y anuncia movilizaciones para el 14 de abril de 1947, AHPCE, Documentos PCE, Anexos, Caja A, jacq. 108.

[14]  Informe de la Delegación del Partido en la Región Centro (marzo de 1947), AHPCE, Documentos PCE, Anexos, Caja A, jacq. 110-111.

[15] Pilar Medrano era la hermana del malogrado secretario juvenil comunista Trifón Medrano y la primera mujer de Ricardo Muñoz Suay, dirigente de la FUE. RIAMBAU, Esteve: Ricardo Muñoz Suay, una vida en sombras. (2007, pp.126-129).

[16] Consuelo Peón, autobiográfica sobre su actuación, AHPCE, Tesis, manuscritos y memorias, 50/2.

[17] AGUDO (1985, p. 95).

[18] Informe de la Delegación del Partido en la Región Centro (marzo de 1947), AHPCE, Documentos PCE, Anexos, Caja A, jacq. 110-111.

[19] Luis González Sánchez, AHD. Leg. 7133, sumario 140748. Sobreseído el 24 de julio de 1948.

[20] HEINE; Harmut: La oposición política al franquismo (1983, p. 465)  y VADILLO MUÑOZ, Julián y REMESEIRO FERNÁNDEZ, Alejandro: La explosión del polvorín en Alcalá de Henares, 1947.  (2009).  Informe de Pedro Duro, AHPCE, Represión franquista.

[21] Informe de Silverio Ruiz sobre su viaje a Madrid y las provocaciones políticas habidas dentro de la organización del partido, 1950, AHPCE, Represión franquista, jacq. 149.

[22] Informe de Ángel Luengo, AHPCE, Anexos, A, jacqs.179-186.

[23] Carta de la organización del PCE en el penal de Burgos al CC del PCE…, AHPCE, Represión franquista, jacq. 136.

[24] Informe al Comité Central sobre las causas de las caídas del Partido en Madrid de los camaradas Sánchez Biedma y Silverio Ruíz. Situación de la JSU, militantes. Relación de militantes venidos del exilio y que están en el penal de Ocaña, comportamiento de estos ante la policía y relación de confidentes de la policía. Sin fecha, AHPCE, Documentos no incluidos en catálogo, anexo caja A, jacqs. 162-163.

[25] AHPCE, Anexos, A, 117.

[26] Sumario Tomás Planas, Archivo Histórico de la Defensa, número 141.521, legajo 7349.

[27] SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep: Maquis, el puño que golpeó al franquismo (2003, p. 134).  Salvador F. Cava, experto en el estudio del AGLA, dice en un artículo sobre el guía Francisco Pradal: “En una labor de doble colaboración, vemos cómo [Tomás Planas] atiende a los requerimientos del Partido sin levantar sospecha, y al mismo tiempo, cómo van cayendo militantes sin que su nombre se filtre de manera clara. Esta misma labor la desarrollará en Valencia desde este mismo año de 1947 hasta 1951, ahí es nada”. CAVA, Salvador F: “Un camarada formidable, el mejor guía de pasos del PCE”, Entremontes. Revista digital de estudios del maquis, 02/01/2014, http://www.elmanco.es/entremontes/6.1.html

[28] Juzgado Militar Especial de E. y O.A. Capitanía General de la 3ª Región Militar. Causa contra Valentín Bea Martín (a) Pedro, Antonio Martínez Juliana (a) Jesús y 41 más por organización clandestina comunista, bandidaje y auxilio a Bandoleros. Iniciado 18/2/48. En la relación, con el número 10 aparece “un tal Tomás”. AHD, leg. 16662/1, sumario 116.

[29] Ampliación a otros informes de Peña, AHPCE, Represión franquista, jaqs. 373-379.

[30] Informe sobre la situación del PCE hasta julio de 1948, AHPCE, Documentos,  Caja 34, carpeta 32.

[31] Relación de detenidos, AHPCE, Represión franquista, jacqs. 294-295.

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