Primero, en 2012, publicó un devastador libro en contra las medidas de austeridad que, precisamente, estaban destruyendo gran parte del bienestar europeo. Cuatro años después, en los albores de la administración Trump, un artículo suyo en Foreign Affairs vislumbró la era del magnate neoyorquino como un fenómeno global populista –a izquierda y derecha, según sus propias palabras– que se llevaba gestando cerca de tres décadas. Mark Blyth (Dundee, Escocia, 1967) no se casa con nadie. Su análisis político es, al mismo tiempo, una gruesa coraza contra la política. O, al menos, contra el partidismo y el pensamiento homogéneo y ortodoxo.
Residente en EE.UU. y profesor en Brown, Blyth atiende a CTXT en un hotel de Madrid en medio de una vorágine de viajes y antes de asistir a una conferencia sobre la gobernanza europea. El jet lag no le impide hablar, durante cerca de tres cuartos de hora, sobre el futuro de la UE, la rigidez de la moneda común y la necesidad de imponer cierta perspectiva al discurso globalizador: “No todos los países y todas las economías funcionan de la misma forma. Aunque es cierto que elegir la política que quieres hacer es realmente complicado cuando estás en el Euro”.
El académico insiste, con su marcado y sonoro acento escocés, en un aspecto fundamental: el desplome de los salarios y el crecimiento de los beneficios del capital han disparado la desigualdad. También en que las teorías sobre inflación y deflación están agotadas; muertas. A partir de ahí, todo es campo. O todo es debatible.
Como el concepto ‘Trumpets’, un suerte de amalgama de populismos y formaciones de todo signo que recorren el mundo. “Están en todas partes”. Para Blyth, el auge de los partidos de este grupo y de la extrema derecha tiene una explicación sencilla: han sabido diagnosticar y usar, con mucha eficacia, los males que nos acechan. No es, en cualquier caso, un elogio hacia estos grupos; más bien se trata de un tremendo rapapolvo o otros sectores, como la izquierda o las instituciones europeas, que han sido incapaces de terrenalizar –o más bien han tendido a desnaturalizar– el día a día de la población.
La Unión Europea tal y como la conocemos, ¿es nuestro futuro o nuestro pasado?
Es algo de lo que se ha estado hablando últimamente, sobre la gobernanza europea. La gobernanza, una de esas palabras noventeras, no tiene demasiado que ver con el gobierno, que está relacionado con los Estados, los países y las democracias. La gobernanza es aquello que sirve para controlar cosas como la Unión Europea. Y la agenda actual de gobernanza para Europa se llama Macron y su idea de ‘más Europa’. Es decir, cosas como seguros de desempleo comunes, seguros de depósitos comunes, etc. Pero nada de eso va a ocurrir. ¿Qué nos queda entonces? Lo que queda es una Europa gobernada por la existencia del euro. El euro tiene las mismas características que la canción de los setenta Hotel California: es un lugar en el que puedes entrar pero del que es imposible salir. La políticas europeas se están estableciendo a través de un marco mínimo de acuerdo entre los países más poderosos y asentados. Esto es, Alemania y los países del norte. También por el Banco Central Europeo y su gobernanza a través de una serie de instituciones que no son democráticas, porque no fueron diseñadas así. El euro es fuerte, pero esto no significa automáticamente que el Euro sea bueno. Eso depende de quién eres, de dónde estás situado en la distribución de ingresos o qué país eres.
LA POLÍTICAS EUROPEAS SE ESTÁN ESTABLECIENDO A TRAVÉS DE UN MARCO MÍNIMO DE ACUERDO ENTRE LOS PAÍSES MÁS PODEROSOS Y ASENTADOS
¿Por ejemplo Italia? Es algo que ha comentado en varias ocasiones
Un amigo mío dice constantemente cosas como: “El euro es muy popular. Mira las encuestas de opinión”. Y yo creo que lo es para la gente que tiene dinero. Pero esos no son por los que te tienes que preocupar. Italia es un lugar muy interesante, porque allí, hace veinte años, Berlusconi fue el primer Trump. Él destruyó el sistema de partidos y se convirtió en el capo. Entonces el sistema de partidos se despeñó en un ajuste tecnocrático, y justo después colapsó. Y ahora tenemos la alianza entre los populistas del sur y los del norte. Pero, ¿qué ha cambiado realmente? Nada. Lo que se está diciendo a los italianos es que puedes votar por el mainstream, pero eso no va a cambiar nada; puedes votar por los extremos, y aún así no importa. Esto es lo que es la gobernanza del euro. No sé cómo va a funcionar esto en el largo plazo, o qué se va a hacer cuando los populistas no puedan cambiar nada. ¿Dónde vamos a ir entonces? Creo que es muy preocupante…
Desde las instituciones europeas están convencidos de que todo se ha hecho correctamente y que se han conseguido salvar todas las crisis de la última legislatura. Pero hay poca autocrítica con los problemas o con quién los generaron…
Eso depende de lo que quieras decir con ‘crear problemas’. El euro es estable ahora mismo. Es casi imposible que se hunda. Pero eso no significa que la mayoría de la gente esté feliz. Quiero decir: ¿Estamos creciendo, estamos invirtiendo, nuestros salarios están subiendo, se está reduciendo la pobreza? ¿Es, en definitiva, este proyecto exitoso? Eso depende. Si tú estas entre el 10% superior y vives en un país del norte, claro. Pero no estoy seguro si tú eres italiano. O español.
Salarios, euro… E impuestos. No parece que haya realmente un interés por hacer una política común.
Exacto. Lo primero es que las corporaciones no pagan impuestos. También se le ha bajado los impuestos a los salarios, porque no están creciendo. Así que tienes bastantes dificultades, como Estado, para aumentar los ingresos, mientras que la economía tiene además una tasa de crecimiento lenta en todas partes. Italia de nuevo es un buen ejemplo de esto: incluso con unos intereses bajísimos, la economía italiana está creciendo de forma más lenta. Cuando la tasa de crecimiento es más baja que las tasas de interés, lo que hay es una es una contracción en la economía. Todo ello con un Gobierno que hace mucho ruido pero que no puede cambiar nada.
Ha dicho que para entender a Trump y el Brexit, hay que mirar atrás 30 años y ver todo como un conjunto relacionado de hechos. ¿Es una forma de definir una crisis de la globalización?
La globalización es importante, pero no lo es todo. Ha habido tres shocks muy importantes en la globalización durante las tres últimas décadas. Estos shocks han sido grandes y muy destructivos, pero lo que realmente importa son las políticas domésticas, si tienes un gobierno que se preocupa por ello y quiere adaptarse. La respuesta de los Estados Unidos ha sido hacer estos shocks lo más dolorosos posibles. La respuesta de un país como Dinamarca fue pensar en cómo podían hacerse ricos y cómo hacerlo de una forma equitativa.
HEMOS PASADO DE UNAS ECONOMÍAS RELATIVAMENTE AISLADAS EN LOS SESENTA, SETENTA Y OCHENTA, A UNA VERSIÓN MUCHO MÁS COMPLEJA E INTEGRADA
Así, hemos pasado de unas economías relativamente aisladas en los sesenta, setenta y ochenta –que por lo general hacían cosas parecidas y comerciaban entre ellas–, a una versión mucho más compleja e integrada. Y algunas economías lo hicieron muy bien. Si piensas sobre ello como una historia evolutiva, te encuentras con el entorno y el organismo que vive en él. Y, a veces, cuando el entorno cambia, el organismo muere; otras veces, prospera. ¿Y que están haciendo la globalización y la europeización? Pues están matando el modelo de negocio italiano y potenciando el alemán. Uno muere y el otro florece. Y ante la pregunta de qué estas haciendo para que el modelo italiano no muera, pues la respuesta es no mucho. Así que no es la globalización en sí misma, si no más bien la respuesta que se le da.
Durante la crisis de los 70, la respuesta a la crisis de capital, de inflación y de inversión fue integrar la globalización y la privatización. Es decir, fomentar aquello que llamamos neoliberalismo. Y fue muy exitoso, porque todo el dinero fue dirigido hacia el capital. Pero el problema fue, una vez más, los salarios. Porque si todo el dinero va para el capital, no lo hace hacia los salarios. ¿Cómo puede entonces la gente vivir? Pues pidiendo o atrayendo el dinero, a través de la compra de casas, o pidiendo un crédito que tiene que ser devuelto. Pero lo hicieron bajo la promesa de que tu salario sería alto. Si estás ganado 16.000 o 20.000 euros anuales, ¿cómo vas a hacerlo?
¿Y las compañías tecnológicas? Son el actual paradigma del neoliberalismo y no parecen querer encajar demasiado en un sistema en el que se hable de trabajo, salarios y derechos
Bueno, David Graeber los ha llamado ‘bullshit jobs’ [‘trabajos de mierda’]. Aquí la demografía es importante. Si tu estás en un país como Alemania o Estados Unidos, una empresa mediana puede tener 2.000 o 3.000 o empleados. Si estás en España o en Italia, serán unas diez personas. Las firmas con diez personas no se pueden adaptar a la globalización; o a la europeización. Es tan sencillo como eso. El tamaño importa. Y cuanto más grande eres, especialmente en los países anglosajones, podrás estar en la bolsa, tener rentabilidad o mejores precios en las acciones… Y una vez que esas cosas se convierten en el incentivo, los accionistas se asustarán incluso si las firmas pretenden pagar mejor. Porque si pagas más a los trabajadores, los beneficios bajan. También lo hacen las acciones, y entonces la gente que manda en la compañía tiene problemas. Y esta es la forma en la que los incentivos de las compañías se convierten en algo perverso.
¿Pero de verdad es necesario todo esto –los incentivos, el beneficio, las acciones, las tasas de rentabilidad– para tener bienestar?
Bueno, tenemos bienestar. La cuestión es que el bienestar está ideado para ser una red de seguridad que permite a la gente resistir los shocks económicos. Ahora estamos pasando uno. ¿Queremos gente que viva solo de la protección pública o que esta sea una alternativa? Una alternativa se supone que sería la inversión del sector privado, el crecimiento económico y una subida de salarios y beneficios equilibrada. Pero eso ya no es así, y no lo ha sido durante veinte años. No necesitas bienestar. Lo que necesitas son nuevas relaciones entre el capital y el trabajo, donde el trabajo consiga quedarse al menos con una parte de los beneficios. Creo que eso es más importante para la gente que el bienestar.
LO QUE NECESITAS SON NUEVAS RELACIONES ENTRE EL CAPITAL Y EL TRABAJO, DONDE EL TRABAJO CONSIGA QUEDARSE AL MENOS CON UNA PARTE DE LOS BENEFICIOS
Pero eso es lo contrario a lo que se hizo, por ejemplo, con la austeridad. Se bajaron los salarios.
Bueno, para ser justos hay que decir que hay importantes Estados en Europa donde el bienestar fue recortado, pero no en EE.UU. Allí no tienen sistema de bienestar. Pero sí, la austeridad fue la elección política. No funcionó, y parece que por el momento no se ha aprendido la lección. Es más, los apóstoles de la austeridad están escribiendo de nuevo. Así que la próxima vez que pase volveremos a hacer una cosa parecida. Es una idea peligrosa, porque es inmune a esta confirmación. Ni siquiera los hechos han conseguido matar esta idea.
Y no son solo los académicos, son también gente de enormes organizaciones, como el FMI –donde una parte salió señalando que la austeridad claramente no funcionaba–. También está la Comisión Europea, que dijo: “Habría funcionado si la gente no hubiese hablado y desprestigiado el euro”. Pero es que estás en mitad de una crisis, cómo no van a hablar del euro. ¿Qué quieres a cambio de nada?
La desigualdad ha crecido a lo largo de Europa ¿Es algo que tenga alguna relación con el euro, o el sistema monetario de turno?
Es global. Si miras los datos y las estadísticas más completas, desde los años noventa apenas el 12% del crecimiento total ha ido a parar al 50% inferior de la población. El 20% de la riqueza sigue concentrándose en el 1% más rico. Así que esto está por todos lados. Cuando vas a cambiar esto es ya una cuestión diferente. Irlanda es un país apasionante, en muchos sentidos. Irlanda ha pasado por un crisis muy dura. Allí hay una desigualdad antes de impuestos muy grande. Pero tras aplicar la fiscalidad, los impuestos redistribuyen mucho la riqueza. Y se supone que son uno de los países más neoliberales. Esto lo que hace es demostrar lo que se puede llegar a hacer si se quieren probar cosas.
La desigualdad en Francia, comparada con otros lugares, también es más baja. Italia tiene una necesidad desesperada de reformas. Pero la tasa de pobreza en el norte de Italia es tres veces más pequeña que en Estados Unidos. ¿Por qué no decimos que Estados Unidos necesita una reforma?
Ha hablado de la deflación con un nuevo orden mundial…
Por lo que sabemos por nuestra experiencia durante la crisis financiera, hemos tenido a los Bancos Centrales gastando trillones a través de diversos programas y no teníamos inflación. La teoría monetaria de la inflación se ha esfumado de golpe.
Así que, con estos antecedentes, ¿hacia donde va el mundo? Pues hacía uno en el que básicamente la inflación ya no será un problema. Lo que tenemos en Europa es deflación. Y eso hace que suba el valor real de la deuda en un mundo en el que los salarios no están creciendo. Esa es una posición realmente complicada en la que estar, ya que los deudores están siendo estrangulados y los acreedores quieren su dinero de vuelta. Y también es la razón por la que tienes esa importante diferencia entre el norte y el sur y la izquierda y la derecha.
LO QUE TENEMOS EN EUROPA ES DEFLACIÓN. Y ESO HACE QUE SUBA EL VALOR REAL DE LA DEUDA EN UN MUNDO EN EL QUE LOS SALARIOS NO ESTÁN CRECIENDO
Ha hablado también de los ‘Trumpets’, un término que con el que se refiere a los populismos qué han surgido a lo largo del mundo en los últimos años. Ha señalado que son desde partidos de la extrema derecha hasta otros como Podemos o Syriza. ¿Tiene sentido meterlos en el mismo saco?
Bueno, todos ellos están poniendo objeciones al sistema. Cuando pensamos en el populismo lo más pequeño que podemos hacer es centrarnos en el líder, aunque creo que esto es engañoso. Cuando piensas en Italia, realmente no piensas en Salvini. Quizá Orbán si es alguien en el que puedes pensar. También Trump. Pero cuando piensas en la izquierda, ¿de verdad se te viene a la cabeza Tsipras? ¿De verdad se piensa en Bernie Sanders en América? Es que no se trata de esto. Se trata de las objeciones que están poniendo la sistema y a la estructura política que lo hace posible. Si piensas en el movimiento antisistema, ellos tienen distintos objetivos y diferentes interpretaciones, pero todos piensan que esto es una cuestión de cambiar un poco la política. Ellos son muy distintos, pero vienen del mismo origen.
Los partidos antisistema que comenta… Solo los de la extrema derecha pueden ganar el 30% de los escaños. ¿Es suficiente para cambiar algo en la UE?
Bueno, si algo cambia no va a ser por el Parlamento Europeo. El Parlamento nunca ha contado demasiado. Lo que está viéndose en la elecciones es más bien un indicador de la presión populista, un indicador de que la derecha está ganando a la izquierda una vez más. Pero la UE está gobernada, básicamente, por el Banco Central Europeo, no por el Parlamento Europeo, así que no importa demasiado…
Eso es un problema democrático importante
El Parlamento Europeo siempre ha sido un problema democrático. Y aquí es donde la reacción de la extrema derecha tiene razón y toma sentido: estamos votando por un Parlamento que no importa y un sistema que deniega nuestras elecciones. El único sentido de la elección ocurre cuando la economía y la política nacional son más congruentes. Eso no es incorrecto, pero la izquierda no tiene, simplemente, la habilidad de decirlo. Así que la derecha se ha llevado la agenda, en una dirección que a mí personalmente no me gusta. Pero su diagnóstico es, fundamentalmente, correcto. Las elecciones en España importan, para cualquier cosa. ¿En el Parlamento Europeo? Nada.
Y el Brexit… Muchas gente dice que va a ser un desastre
Ya es un desastre.
Pero desde el punto de vista económico no hay precedentes. Nada así ha ocurrido.
Sí, no tenemos demasiada idea. Aquí está lo que sabemos que ocurrirá: la Libra Esterlina ha estado sobrevalorada durante una generación, si no más. Pero ya no, está en declive. La económica británica es más pequeña, y solo ocupa entre un 2% y un 4% del PIB mundial. Es una cosa pequeña, pero importante para la UE, ya que es una de las tres economías más grandes de la zona. Y si hay un Brexit duro, y la Unión Europea continúa desacelerándose –quién sabe si cerca de una nueva recesión–, solo pueden darse más malas noticias. ¿Es un cataclismo global? No. ¿Se han hecho daño los británicos de forma innecesaria a ellos mismo? Sí, porque la Unión Europea no era realmente el problema. La mayoría de las cosas que se debatieron están limitadas al ámbito del gobierno nacional, aunque se culpó a la UE. La migración es una de ellas, y de nuevo esto es algo de lo que la izquierda no ha sido capaz de hablar. La migración nunca ha sido popular. Es una mentira que la izquierda se dice a sí misma.
Pero lo que ha ocurrido es que segmentos de la izquierda y el gobierno, además del sector de los negocios, han estado a favor de la migración durante mucho tiempo. Y luego lo que ha ocurrido, en Estados Unidos en particular, ha sido precisamente la globalización. Es decir, ya no necesito traer migrantes aquí, ya que puedo llevar mi capital a donde estén ellos. Una vez que haces esto, al sector de los negocios ya no le importa la migración, así que las fuerzas antiinmigración se quedan sin oposición.
LOS BRITÁNICOS NUNCA HAN ESTADO REALMENTE CON LA UE: NO ESTÁN EN EL EURO, Y NUNCA SE IBAN A UNIR. NO TIENEN QUE AGUANTAR NINGUNA PRESIÓN DE LOS ALEMANES, NO TIENEN QUE ESCUCHAR NADA SOBRE EL DÉFICIT
Otra cuestión es que los británicos nunca han estado realmente con la UE: no están en el euro, y nunca se iban a unir. No tienen que aguantar ninguna presión de los alemanes, no tienen que escuchar nada sobre el déficit… Pueden hacer lo que les de la gana. Y, pese a todo, se han salido de la UE de una forma extraña.
¿Hay alguna forma entonces de cambiar lo que pasa en la Unión Europea?
Lo que pasa es que la gente que manda, la Comisión… Ellos no son gente neoliberal malvada ni siervos oscuros del capital. Son como cualquiera. Ellos también debieron impresionarse por lo que pasó, el shock. Probaron las recetas de austeridad y se encontraron con que no funcionaban. Algo que casi han aceptado. Pero hicieron lo que les pidieron los gobiernos nacionales, que fue rescatar a los bancos. Pero si pensamos en los programas de inversión de Juncker, en la forma en la que ellos hablan de reformas, del sistema impositivo, de los salarios… Hay un reconocimiento de los problemas y de que hay que hacer algo diferente. Pero es que no se puede negociar con las estructuras de gobernanza que tenemos. Y en esto Macron está en lo cierto. Si tuviéramos una Europa más grande, una Europa al estilo de Estados Unidos, podríamos hacer bastante más. Pero el problema es que eso nunca se va a conseguir, porque nadie va a votar por ello. Así que lo que tenemos es una solución tecnocrática. Y es una solución dura. Así que estás atrapado.
¿Y qué hay de la izquierda europea? La clásica, los partidos socialistas, están a punto de desaparecer…
No queda nada. Hollande destruyó el partido en Francia. Los italianos están muertos también gracias a Berlusconi. Los alemanes están por debajo del 20%. El único partido que está creciendo, y lo hace por el hecho de que la élite británica odia a este hombre, es el laborismo de Corbyn. Y Corbyn ha multiplicado por cinco la afiliación del laborismo. Si lo hubiera hecho un político mainstream, estaríamos hablando del nuevo Olof Palme. Pero como es Corbyn es una cosa terrible. El centro izquierda ha sido además cómplice en esto.
Pero la izquierda verde si que parece crecer…
Pensemos en la generación X, que está atrapada en los boomers y los millennialls. Lo boomers tienen todos los bienes y activos, pero la buena noticia es que la sociedad cambia demográficamente. Pero son los millennialls los que tienen que reescribir la política, una que rechace las malas versiones del nacionalismo, pero al mismo tiempo realista con el hecho de que a nadie le gusta la migración ilimitada. Y que necesitamos hacer algo por los salarios, por la gente normal, por las minorías. Y encontrar un camino de hacer esto sin convertirnos en un pelotón de fusilamiento moral, que es uno de los problemas que la izquierda tiene. Si dices algo diferente te fusilan, porque eres un fascista. Los millenials son una generación importante con la que hacer cosas, incluida la más importante, el cambio climático. Así que la agenda verde tiene que ser una prioridad, y la única forma de conseguirlo es con una base de igualdad.
Pero, ¿cómo acercamos a las generaciones?
Pensemos en los escolares que están saliendo a protestar y a hacer huelga por el cambio climático. Es acción directa, no tuiteo. Hay que parar de tuitear. No está ayudando a nadie.
Es además un compañía privada…
Exacto. Ni siquiera posees la plataforma.
¿Y el cambio climático? En Bruselas se habla mucho pero tampoco hay un cambio radical.
Todos los gobiernos están haciendo chapuzas para cumplir sus objetivos climáticos. Los gobiernos europeos, eso sí, hacen un poco más. Pero no es importante si nosotros vamos a llegar a las cero emisiones en los próximos diez años, porque India ha construido tantas plantas térmicas que sin una cooperación norte/sur no importará lo que estemos haciendo. Y aquí es donde la fantasía nacionalista debe terminar. Porque pese a que en las cuestiones de distribución, bienestar, justicia y salarios tienen un importante componente doméstico, el cambio climático, una cosa que va a acabar con nosotros, solo tiene una solución, y es global. Así que tenemos que ser globalistas con esto.
Posted on 2019/04/20
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