¿Hasta qué punto es inminente el colapso de la civilización actual? – 9: Nivel de cumplimiento de las previsiones de LLDC – 9.4 ¿Es World3 el único en predecir un colapso inminente?

Posted on 2018/12/22

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¿Hasta qué punto es inminente el colapso de la civilización actual? – 9: Nivel de cumplimiento de las previsiones de LLDC – 9.4 ¿Es World3 el único en predecir un colapso inminente?

“Under the impact of new science, the apparent limits of resources may be pushed back for a while; but finally what E. T. Whittaker called ‘impotence principles’ – for example, the laws of thermodynamics – will exert their influence on policy.” – Garrett Hardin (1998)[1]

Iñigo WoLim

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Una vez conocemos ya los augurios de LLDC veamos otros modelos similares posteriores a World3, algunos muy cercanos en el tiempo y el espacio. A ver qué nos dicen.

Dos años después de la publicación de LLDC el Club de Roma encargó otro informe, más detallado, basado en las mismas ecuaciones pero que dividía el mundo en 10 zonas. Los resultados fueron parecidos, pero mostraron cómo el colapso no se producía de manera uniforme en todas las regiones (534). Pero démonos cuenta de que el nivel de globalización e interdependencia era por entonces mucho menor. También hemos mencionado el informe Global 2000, encargado en 1980 por el presidente de los Estados Unidos  Jimmy Carter: las mismas perspectivas (418).

Pero para responder con mayor concreción a la pregunta del titular examinaremos en primer lugar otro modelo, muy reciente, y próximo, denominado WoLiM (de World Limits), también basado en dinámica de sistemas. Su pretensión, según sus autores, es abarcar algunos aspectos no contemplados por World3 con la idea de mostrar, con cierto detalle, qué caminos no son ahora transitables ya (535). Ha sido desarrollado por los investigadores del Grupo de Energía y Dinámica de Sistemas la Universidad de Valladolid, que sabemos de excelencia. Sus resultados han sido ya publicados (536) y deberían alcanzar un fuerte eco.

Examinemos en particular las limitaciones y omisiones (reconocidas y voluntarias) del modelo, que resultan de lo más elocuente. WoLim no tiene en cuenta la intermitencia de la energía renovable ni la – cada vez más decreciente, disculpe que me repita, es el concepto central – tasa de retorno energética. Tampoco contempla el efecto rebote de las ganancias de eficiencia energética. No contempla la existencia de grandes conflictos ni desastres naturales. Climáticamente sólo tiene en cuenta las emisiones de CO2, y no las de otros gases de efecto invernadero importantes, como el metano o los CFC/HFC. Considera que la fracción de las emisiones de CO2 que es absorbida por la naturaleza es constante, y que se puede mejorar por la vía de la reforestación, pero sin que se manifiesten en ningún momento efectos de saturación – a pesar de que sabemos que si se producen (537). Tampoco considera el aumento de temperatura que se produciría en el caso de que se redujera la generación de electricidad a base de carbón debido al efecto de apantallamiento solar que presentan los aerosoles emitidos por este proceso industrial en los países no regulados – y que dejarían al forzamiento térmico de los gases campar a sus anchas en toda su magnitud (538).

Tampoco tiene en cuenta la realimentación entre energía y economía, como si no existiera una relación directa entre disponibilidad de energía y la actividad económica, como si las cosas pudieran ocurrir sin energía, o con (mucha) menos energía. Justifican esta omisión advirtiendo que no hay consenso sobre ello en la literatura académica (539), aspecto que he comentado ya.

Evolución de las previsiones de producción de petróleo de la Agencia Internacional de la Energía desde 2000 hasta 2013. Siempre a peor, siempre a peor (Fuente: Mikael Höök, Uppsala Universitet - Ref: 561)

Evolución de las previsiones de producción de petróleo de la Agencia Internacional de la Energía desde  su informe World Energy Outlook de 2000 hasta el de 2013. Siempre a peor, siempre a peor (Fuente: Mikael Höök, Uppsala Universitet – Ref: 561)

Pues bien. En estas condiciones, el equipo de la Universidad de Valladolid, liderado en este caso por Iñigo Capellán[2], advierte que los resultados de WoLim no son compatibles con ninguno de los escenarios de futuro planteados por las agencias internacionales tipo Agencia Internacional de la Energía, perspectivas que considera optimistas en grado sumo (540) – y deben serlo también las que se acaban de actualizar (541). De hecho, los problemas serios comienzan a aparecer siempre, en todos los escenarios considerados, antes de 2020 (542). En este punto es importante darse cuenta de que las limitaciones que he listado más arriba operan todas en el mismo sentido: de ser tenidas en cuenta, harían que los problemas (el colapso, digamos) comenzaran a manifestarse antes, de hecho bastante antes de 2020 (543).

Y más

Ellos mismos señalan que bastaría con tener en cuenta la influencia de la tasa de retorno energética para que las cosas pintaran ya realmente mal. No lo hacen, con el único objetivo de no incomodar a los revisores del texto, economistas poco proclives a la realimentación, y facilitar así su publicación en sede formal peer-reviewed[3]. Pero se remiten a otros modelos y trabajos publicados que si han considerado esta influencia, aun cuando tengan algún enfoque algo distinto. Pues ocurre que tan pronto se hace intervenir la TRE y/o la relación entre energía y economía, todos ellos colapsan antes de 2020 (544). Todos ellos (545-547).

Esto encaja con lo que hace un par de años nada menos que 22 autores liderados por Anthony D. Barnosky, del Department of Integrative Biology de la Universidad of California, advertían en Nature, bajo el título Approaching a state shift in Earth’s biosphere:

“La comparación de la intensidad actual del cambio planetario con la situación que caracterizó cambios de estado de escala global en el pasado, y los enormes forzamientos que seguimos ejerciendo, sugieren que una nueva transición a escala global es altamente plausible en el plazo de décadas o siglos, si no se ha iniciado ya.” (594)

¿La NASA contra la desigualdad?

Por su parte, un estudio publicado en la académica Ecological Economics a principios de 2014 – indebidamente atribuido a la NASA aunque empleaba herramientas suministradas por esa agencia – analizaba las posibilidades de colapso en un entorno mundial con distintas capacidades de carga y distintos niveles de desigualdad social. Investigadores del departamento de políticas públicas y de matemáticas de la Universidad de Maryland encuentran, mediante un modelo dinámico conceptualmente similar al de Turchin y Nefedov (548), que el colapso irreversible es evitable sólo en la medida en que el empleo de los recursos naturales se reduzca a un nivel sostenible (regenerable por la naturaleza en tiempo real, o sea sostenibilidad fuerte) y también se limite severamente la desigualdad social (549). Pero no de otra manera. Usted ya se da cuenta de que en este caso estamos en un terreno poco contraintuitivo, pero de nuevo algo subversivo. Los autores destacan que:

“Mientras algunos miembros de la sociedad pueden estar haciendo sonar la alarma mostrando cómo el sistema se mueve hacia un colapso inminente y que, por lo tanto, es preciso adoptar medidas de cambio estructural para evitarlo, las élites y sus seguidores, que se oponen a estos cambios, pueden recurrir a la larga trayectoria sostenible ocurrida ‘hasta ahora’ para defender la inacción.” (550)

¿Le suena de algo, querido lector?

Por su parte las ecuaciones demográfico-estructurales de Peter Turchin, calibradas para ser capaces de reproducir la evolución hasta el colapso de multitud de civilizaciones pasadas, señalan, según le publicaron en una carta a Nature en 2010, una severa recesión alrededor de 2020 (551).

Así pues resolver la desigualdad, nos guste o no o más a unos que a otros, se está revelando como matemáticamente necesario (aunque no suficiente) si queremos abordar de alguna manera la que se nos viene encima.

El ‘Colapso de las Sociedades Complejas ‘

Quien a mi entender mejor ha definido, vía navaja de Occam[4], el proceso en curso, ha sido el australiano Joseph Tainter. En su Colapso de las Sociedades Complejas, publicado en 1988, se dio cuenta de que la problemática y los conflictos que genera la creciente actividad humana, individual o gregaria, se suelen resolver mediante la creación de instituciones de interés común (552) como respuesta a la denominada Tragedia de los Bienes Comunales (553). Cada una de esas instituciones genera su propia problemática, con lo que el sistema va aumentando progresivamente en densidad y complejidad. Todo este sarao, en principio improductivo, va absorbiendo una parte creciente de la energía disponible. Tainter sugiere que, a medida que se van resolviendo los problemas, por la vía de generar instituciones, este proceso está (también) sujeto a la ley de rendimientos decrecientes, de forma que se precisa cada vez más energía para resolver un mismo problema, o equivalente.

Modelo de dinámica de sistemas correspondiente al "Colapso de las Sociedades Complejas" de Joseph Tainter, elaborado por Ugo Bardi (558)

Modelo de dinámica de sistemas correspondiente al “Colapso de las Sociedades Complejas” de Joseph Tainter, elaborado por Ugo Bardi (558)

Cuando la energía neta a disposición del sistema económico deja de ser creciente ya no pueden resolverse más problemas (en promedio, se entiende), y cuando comienza a ser decreciente queda comprometida la supervivencia del grado de complejidad alcanzado (554-557). Tainter no tiene un modelo de dinámica de sistemas cuantificado, y reflexiona en sus papers académicos y libros a partir de su visión sistémica cualitativa y de tener bien aprendidas las leyes de la termodinámica. ¿Where is the physics?[5] se preguntó Ugo Bardi, el catedrático de la Universidad de Florencia. Y lo formuló matemáticamente de una forma muy sencilla. Llegó, efectivamente, a esa misma conclusión, ahora de manera formal e inequívoca (558).

También ha asumido y elaborado esta tesis de derrumbe sistémico a corto plazo David Korowicz, de la Foundation for the Economics of Sustainability (Feasta), quien ya en 2010 anunciaba un tipping point próximo (559). Claro que depende de qué entendamos por tipping point pues, como he señalado más arriba, el punto de rebasamiento fundamental se produjo a principios de los años 80, cuando comenzó la extralimitación. Ya he señalado que el bienestar, globalmente considerado, medido no en PIB – que no mide bienestar ninguno – sino en GPI (Genuine Progress Indicator), llegó entonces a su máximo para comenzar a descender a partir de entonces. Ojo al dato.

En la próxima entrada veremos qué posibilidades tenemos de evitar estos escenarios.

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Examinar referencias

Notas al pie

[1] Bajo el impacto de nuevos avances científicos los límites aparentes de los recursos pueden ser empujados durante un breve tiempo. Pero finalmente lo que E. T. Whittaker denominaba ‘principios de impotencia’ – por ejemplo las leyes de la termodinámica – acaban ejerciendo su influencia en la política. Garrett Hardin, Extensions of “The Tragedy of the Commons”, Science (1998) (560)
[2] Ahora en el BC3, centro vasco de investigación en cambio climático
[3] Revisados por pares
[4] Simplificación sin pérdida de rigor
[5] ¿Dónde está la física?

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