¿Hasta qué punto es inminente el colapso de la civilización actual?- 2. La visión sistémica – 2.1. La teoría de sistemas, un paradigma científico alternativo
23/12/2014 por Ferran P. Vilar
“No som espectadors d’un món d’objectes, sino coautors i cocreadors d’un món de relacions.” [1] Jordi Pigem
Índice de la serie y enlaces
¿Se acuerda de la ‘oficina sin papeles’? Pues desde la generalización de la informática el consumo de papel en las empresas es superior al de los tiempos de la contabilidad manual y las máquinas de escribir mecánicas. ¿Se da cuenta de que no hemos parado de construir carreteras, sólo para comprobar que los atascos no cesan? ¿Cree usted que la automatización de los procesos industriales y empresariales ha aumentado, como podía esperarse, el tiempo libre de los trabajadores? Ya sabe la respuesta. Las medidas de eficiencia energética ¿reducen o aumentan el consumo energético? Pues en condiciones de abundancia y mercado libre lo aumentan, al producirse un doble efecto rebote, ya descrito en el siglo XIX (1) y ahora confirmado y cuantificado (2). Si un país emite menos CO2 ¿disminuirá la concentración atmosférica? No, porque ello haría descender el precio del combustible y las emisiones que esa comunidad no realice las efectuarán otros, a quienes el combustible resultará ahora accesible mientras que hasta ahora no le alcanzaba. La reducción de los salarios ¿aumenta el beneficio de las empresas? No a medio plazo en una economía cerrada, pues los trabajadores pierden capacidad de consumo y ello acaba afectando a las ventas. Los efectos de la realimentación, la variable tiempo, los retardos, y especialmente la amplitud de miras se muestran decisivos en estas situaciones.
Estos ejemplos de comportamiento sistémico contraintuitivo (3) son debidos a los fenómenos de realimentación (feedback). Es posible abordarlos con todo rigor, como hace la ingeniería de forma rutinaria, mediante la denominada teoría general de sistemas, y analizarlos matemáticamente mediante la formulación propia de la dinámica de sistemas (dinámica = evolución en el tiempo) de modo que proporcionen resultados inobjetables en un amplio margen de validez temporal, superior en principio al de los modelos basados en otras metodologías (lineales, teoría de juegos, etc.).
La teoría general de sistemas, y en particular su ámbito de dinámica de sistemas, no es otra cosa que una herramienta lógico-matemática multidisciplinar – y de aplicación transdisciplinar – que constituye, por derecho propio, y por verificación repetida y sobrada, un paradigma alternativo en el modo de acercarse a la realidad de forma científica. Las primeras aplicaciones se dieron en el ámbito de la ingeniería, para abrazar después sistemas socio-técnicos y, finalmente, las ciencias sociales. En ingeniería hace uso de una diversidad de herramientas matemáticas como las ecuaciones diferenciales, las funciones de variable compleja y de variable aleatoria, geometría diferencial, optimización y teoría de grafos (4), si bien en ciencias sociales el componente matemático es por ahora menos exhaustivo.
La dinámica de sistemas es imprescindible como herramienta de análisis y diseño en muchas ramas de la técnica. Sin la aplicación de la dinámica de sistemas no sería posible mantener estable un amplificador electrónico (de audio o de lo que sea) para que cumpla correctamente su función, no se podría garantizar el equilibrio de la red eléctrica (sistema socio-técnico) ni analizar y estabilizar la cinemática de las reacciones en las plantas químicas o mantener la estabilidad de las nucleares o las siderúrgicas. En general todo proceso industrial continuo o por lotes[2], como saben muy bien todos los ingenieros industriales, se ha diseñado teniendo a la dinámica e ingeniería de sistemas como base matemática y hacedora imprescindible de descubrimiento de certezas, predicciones y perspectivas profundas.
Sin ella no existirían ni la servodirección de los automóviles, ni el ABS, ni los estabilizadores ni los pilotos automáticos. Los fallos de la red eléctrica serían constantes e Internet estaría saturado desde hace años. La trayectoria de un cohete sería errática si su propulsión no hubiera sido analizada y diseñada mediante la dinámica de sistemas. La robótica es impensable sin la dinámica de sistemas, y desde luego el control de la posición o la velocidad o la aceleración, etc., de cualquier motor. De hecho un automóvil contemporáneo de gama alta puede llegar a incorporar hasta 100 controladores en red, que resuelven constantemente ecuaciones de dinámica de sistemas en tiempo real. Aun cuando el término haya caído en cierto desuso, la cibernética no es otra cosa que la aplicación práctica de la dinámica de sistemas a la ingeniería (5,6). Precisamente cibernética procede del término griego kybernetes (timonel).
Dinámica rápida, dinámica lenta
Una forma de clasificar los sistemas que es relevante aquí es distinguir entre los de dinámica rápida y los de dinámica lenta. Planteado así resulta poco ilustrativo, pues aparece la duda de adónde ponemos la línea divisoria. Bastarán sin embargo algunos ejemplos para entender lo que quiero decir, y su interés.
Una servodirección de un automóvil es un ejemplo de sistema de dinámica rápida (hay sistemas mucho más rápidos todavía), pues el motor que acciona el giro de las ruedas debe responder inmediatamente a la posición del volante[3]. La dinámica de un sistema de calefacción con termostato es, en comparación, relativamente lenta, pues desde que se activa hasta que el recinto alcanza la temperatura deseada transcurren, habitualmente, por lo menos minutos.
Por su parte el sistema climático es un sistema de dinámica muy lenta, pues para pasar de un estado de equilibrio a otro, bien sea forzado por su posición relativa respecto al sol, o bien por un exceso de efecto invernadero de cualquier origen, pueden pasar miles de años, incluso millones – si bien a pequeña escala de tiempo los cambios vividos pueden ser muy abruptos, del orden de 10 años, como ocurrió no hace tanto tiempo (7). Por lo demás, un sistema arquetípico de dinámica lenta son la mayoría de sistemas sociales, que evolucionan en períodos de días a siglos.
Lo importante, la clave de esta colección de textos que ya comienza a entrar en materia es saber que, tanto en los sistemas de dinámica rápida, como en los de dinámica lenta, el comportamiento responde a las mismas claves. Son analizables, y (parcialmente) predecibles, con las mismas herramientas. Aplica la misma metodología, las mismas leyes, la misma matemática repleta de derivadas, derivadas parciales, integrales, integrales múltiples, transformadas y teoremas varios que, cuando se conocen bien, resulta evidente que presenta resultados incontrovertibles. Los estudios de ciencias económicas de la actualidad son muy exigentes en el terreno de la formalidad matemática, por lo que todo estudiante de provecho estaría tranquilamente en condiciones de dominarla. Pero, lamentablemente, a los economistas esto no se lo enseñan. De hecho los libros de texto de la carrera ni tan siquiera lo mencionan, con sólo alguna excepción: en el libro Microeconomic Theory, de Andreu Mas Colell[4], se advierte[5]:
“Un hecho característico que diferencia la economía de otros ámbitos científicos es que… las ecuaciones de equilibrio constituyen el centro de nuestra disciplina. Otras ciencias, como la física o incluso la ecología, ponen comparativamente más énfasis en la determinación de las leyes dinámicas del cambio.” (8)
Tanto en los sistemas de dinámica rápida como en los de dinámica lenta es posible (pero no lo es siempre) insertar astutamente mecanismos de control orientados a que el sistema responda según un comportamiento predefinido y deseado. El diseño de este controlador puede basarse en la misma técnica-arte de base tanto si el sistema es de dinámica rápida como si es de dinámica lenta.
A menudo, a medida que se va ampliando la frontera del sistema, la dinámica se hace más lenta. Llega un momento que, como las agujas del reloj, parece que estén quietas, pero no lo están. De modo que todo análisis que parta del hecho de que las agujas están siempre en el mismo lugar o no será válido, o su validez tendrá un margen sensiblemente reducido. No tener esto en cuenta es una forma habitual de engañarse, aún con toda apariencia científica.
Mirar al bosque y no a los árboles
Analizar la realidad en términos de la teoría general de sistemas constituye un paradigma científico, alternativo al reduccionismo[6] estándar, cuya eficacia ha sido demostrada ya en muchos ámbitos del conocimiento, muchos más de los que les parece incluso a sus practicantes. Su poca difusión para el análisis de la sociedad y en la sociedad no deja de sorprender. Puede ser debido al hecho de ser una herramienta oculta a los sentidos (9,10) – pues las ecuaciones de la dinámica de sistemas son ahora realizadas electrónicamente en el interior de las máquinas[7]. O al hecho de que requiera un tratamiento matemático algo avanzado – que permite descubrir mecanismos bien reales, pero ocultos y a menudo contrarios a la intuición. O, como iré insinuando, lo oculto sean precisamente los motivos por los que esta aproximación científica a la realidad no haya alcanzado, a pesar de sus, como veremos, comprobados méritos, toda la difusión que merecería para el análisis y la ayuda a la resolución de los dilemas humanos y sociales, y no sólo tecnológicos.
Una aclaración con respecto al reduccionismo. Esta palabra tiene dos acepciones que no deben confundirse. La que empleo aquí es la cartesiana, en el sentido de reducir los fenómenos a sus componentes y analizarlos por separado en una sucesión de reducción en principio sin fin que, por ejemplo en física, concluye en la mecánica cuántica y quién sabe si más allá. La otra acepción es la de simplificación. En este sentido, dado que la dinámica de sistemas construye modelos matemáticos y éstos son siempre una representación simplificada de la realidad, puede decirse también que es reduccionista. Pero sólo en este sentido y no en el anterior, pues no reduce, sino que integra, y lo hace en el marco de la denominada perspectiva holística (de ὅλος, el todo). Salvo indicación en contrario, me referiré en lo sucesivo a la primera acepción. Por lo demás veremos más adelante la metáfora del mapa, que nos ayudará a comprender mejor lo que estoy diciendo.
La metodología de la dinámica de sistemas consiste en establecer las ecuaciones matemáticas que describen las interacciones entre los distintos componentes de un sistema, haciendo abstracción de los detalles de los componentes y concentrándose en sus funciones características, sus propiedades y sus relaciones entre sí y con el exterior (11).
Los conceptos centrales en dinámica de sistemas son los flujos y acumulaciones[8] (también llamadas existencias). Estas acumulaciones son fuentes o sumideros de flujos (y están por tanto limitados) que evolucionan con el tiempo, en lo que se denomina reducción a la dinámica, por contraposición a la reducción a los componentes propia del reduccionismo (12). De forma general, un sistema es impredecible en sus detalles[9], pero su tratamiento matemático ofrece información valiosa y a menudo suficiente con respecto a los aspectos generales que se estudian. Se mira el bosque, y se prescinde de los detalles de los árboles.
Si bien la palabra sistema se aplica a todo tipo de situaciones, el elemento descriptor diferencial de la metodología que describiré es la realimentación[10], conocida también por retroalimentación o por el apelativo inglés feedback. Términos como reflexividad o dialéctica[11], en el marco de cierto estructuralismo o funcionalismo estructural, son términos similares a realimentación, pero resultan más familiares a las ciencias sociales. Lo interesante de este comportamiento de realimentación es que es muy descriptible matemáticamente y tratable sin pérdida de generalidad.
El signo de las realimentaciones
Realimentación se refiere a una situación en la que una causa produce un efecto y, a su vez, simultáneamente o retardo mediante, este efecto influye sobre la causa (de ahí que se le llame lazo), en general a través de una cadena de causas y efectos intermedios que pueden, o no, ser de la misma índole. No es posible estudiar la relación entre causa y efecto independientemente de la función causal del propio efecto y deducir de ahí el funcionamiento de un mecanismo o sistema: hay que hacerlo a la vez, teniendo en cuenta estas interacciones circulares. Sólo se conseguirán resultados correctos si se estudia el conjunto del sistema como sistema realimentado. La mejor noticia posible aquí es que se esta situación permite ser descrita matemáticamente de una forma relativamente sencilla en su origen, y de validez universal.
La realimentación puede ser positiva o negativa. La realimentación negativa consiste en que el efecto provoca una disminución progresiva de la causa que lo produce, de modo que al disminuir la intensidad de la causa disminuye el efecto, y así. Un lazo de realimentación negativa tiende a estabilizar un sistema (otra cosa es que lo consiga, pues no es condición suficiente).
La realimentación positiva consiste en que el efecto provoca un aumento progresivo de la causa que lo produce, de modo que al aumentar la intensidad de la causa, el efecto aumenta todavía más. Un lazo de realimentación positivo tiende a desestabilizar un sistema (y siempre lo consigue en alguna medida, pues su presencia es condición suficiente), y crea una evolución de tipo exponencial.
Ya nos damos cuenta de que en este caso la semántica nos es poco favorable. Lo de positivo o negativo se refiere al signo (si el efecto suma o resta a la causa), pero convendrá conmigo que, en principio, parece mejor tender al equilibrio que a la desestabilización. Ya le decía yo que todo esto tiene mucho de contraintuitivo[12].
Veamos un ejemplo de realimentación positiva incluido en World3, el modelo que sirvió de base a Los límites del crecimiento (LLDC):
“La mayor parte de la producción anual son bienes de consumo tales como vestido, automóviles y viviendas, que abandonan el sistema industrial. Pero una fracción de la producción consiste en más capital – telares, plantas siderúrgicas, tornos – que constituyen una inversión para aumentar las existencias de capital. Tenemos aquí otro lazo de realimentación [además del crecimiento de la población]. Más capital crea más producción, cierta fracción variable de la producción es inversión, y más inversión significa más capital. El nuevo capital, mayor, genera más producción, y así sucesivamente.” (13)
La necesaria unidad de las ciencias
A diferencia del análisis tradicional de abajo hacia arriba (bottom-up), con la dinámica de sistemas se establece la función de los distintos componentes del sistema y sus interrelaciones de arriba hacia abajo (top-down), motivo por el cual algunos hablan de causalidad hacia abajo (downward causation) (14,15) en el marco de una jerarquía de relaciones causales – a no confundir con la causalidad circular propia de los lazos de realimentación.
Y es que reduccionismo bottom-up y teoría de sistemas top-down deben cuadrar. Cada ámbito ofrece resultados e información de un tipo al que el otro no alcanza. Pero los resultados deben encontrarse en algún punto intermedio, deben ser consistentes, siquiera conceptualmente. Si no lo son es que hay algo que está mal.
Siendo como es una herramienta transdisciplinar, la dinámica de sistemas tiene la magnífica utilidad de poder abrazar distintos campos en un mismo lenguaje y tratamiento. Por ejemplo, en LLDC se puso en relación la agricultura, los recursos naturales, la economía (en términos de inversión de capital), la contaminación y la demografía, disciplinas que son analizadas por separado por distintos especialistas, generalmente por la vía del reduccionismo, pero que no se habían puesto nunca bajo el mismo paraguas.
En el terreno económico la dinámica de sistemas permite soslayar la agregación por adición de componentes individuales propia de los modelos de la economía neoclásica, de base newtoniana, que Keynes denominaba falacia de composición[13] (16,17). En cambio, sin abandonar el positivismo[14], tiene mucho que ver con la unidad de las ciencias que reclamaba el economista del Círculo de Viena Otto Neurath[15] a economistas como Frederick Hayek tras la segunda guerra mundial (18). Dicho sea de paso, Neurath fue acosado y neutralizado por el macartismo imperante (19) junto al sociólogo Talcott Parsons, teórico por su parte de la dinámica de sistemas aplicada a la sociología a mitades del siglo XX (20).
Por el contrario, la dinámica de sistemas no tiene nada que ver, sino que es opuesta, a los minutísima que quería definir Edward O. Wilson en su consiliencia de las ciencias (21) o con los memes de Richard Dawkins (22). Éstos fueron intentos, ambos fallidos, de extensión del reduccionismo de las ciencias físicas a las ciencias sociales, y muestra del imperialismo excesivo de la noción de ciencias físicas de la Ilustración hacia las demás disciplinas (23). Sin embargo, como veremos, la extensión a las ciencias sociales del systems thinking – traducido por pensamiento sistémico[16] – ha alcanzado un notable, y renovado, desarrollo. Singularmente en Europa, aunque mucho menos en los Estados Unidos.
Historia de la dinámica de sistemas
Algunos tienen a Jay Wright Forrester, del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), por el padre de la dinámica de sistemas (24,25). Pero Forrester, un ingeniero electrónico que lideró el desarrollo del modelo matemático World3 cuyos resultados llevaron a las conclusiones y advertencias publicadas en ‘Los Límites del Crecimiento’ en 1972, no fue más que el primero en aplicar la teoría general de sistemas a una parte las ciencias sociales, en particular a la empresa y como ayuda a la toma de decisiones de gestión (26) – y más tarde a la economía, pero eso ya lo habían hecho otros aunque de forma más rudimentara. Sin embargo, Ludwig von Bertalanffy quien, como Otto Neurath, también había pertenecido al Círculo de Viena (27) en los años 1920, la había aplicado ya (y fue quien la bautizó) a sistemas ecológicos y biológicos comenzando en 1926, y extendió su validez conceptual al crecimiento orgánico (28) y a los sistemas abiertos a mitades de siglo (29).
Con todo, poco antes el bielorruso bolchevique Alexander Bogdanov, médico y economista, había desarrollado ya una teoría de sistemas de cierta sofisticación a la que denominó ‘tectología’, o ciencia de las estructuras (30). Bogdanov llegó a anticipar lo que en los años 60 fue denominada ‘teoría de las catástrofes’, concepto que después tomó el apelativo de ‘bifurcación’ (31). Matemáticamente, un punto de bifurcación señala un cambio súbito en el denominado espacio de fase, una singularidad; físicamente corresponde a situaciones de inestabilidad y a transiciones abruptas, en general irreversibles, susceptibles de dar lugar a nuevas formas ordenadas que aparecen súbitamente (32).
Antecedentes de la dinámica de sistemas en economía
Tampoco es muy conocido que la primera referencia a la aplicación de la dinámica de sistemas a la economía fuera mencionada por el presidente de la asociación de ingenieros alemanes, Hermann Schmidt, tan pronto como en octubre de 1940. El ingeniero académico británico Arnold Tustin, muy respetado por sus avances teóricos, efectuó también extensiones del método a la biología y a la economía ya a mitad de los años 40 (33), mostrando sus mecanismos dinámicos y las posibilidades de estabilización de un sistema económico mediante la teoría de control (34), aproximación que fue celebrada por R.G.D. Allen, de la London School of Economics (35). En los Estados Unidos Kenneth Boulding, que llegó a ser nada menos que presidente de la American Economics Association (AEA) en los años 60, se interesó también por su aplicación a las ciencias sociales en general y a la economía en particular. Llegó a calificarla de esqueleto de la ciencia, y estableció una jerarquía de análisis (36). Su familiaridad con la metodología debió llevarle a su famosa frase según la cual sólo es posible creer en el crecimiento exponencial indefinido siendo un loco… o un economista (37). Sus sucesores en la AEA abandonaron, al parecer, perspectiva tan global, y se dedicaron a partir de entonces a promover la globalización (38).
Forrester no fue exactamente el primero en hacer un modelo de la economía incorporando extensamente la variable tiempo. En 1929 el noruego Ragnar Frisch, que algunos comparan con Keynes, escribió tres ecuaciones diferenciales, precursoras de la dinámica de sistemas en el terreno económico (39), para dedicarse más tarde a formular matemáticamente los modelos descriptivos que había planteado Keynes en su Teoría General, donde el tiempo sólo aflora tímidamente.
Figura 1.- Máquina de Newlyn/Phillips, según fue publicada en la revista Fortune, consistente en un simulador analógico del sistema económico USA donde el dinero era representado por un flujo de agua coloreada
Más divertido e instructivo fue el complejo artilugio hidráulico que idearon en 1949 dos amigos que se conocieron en la London School of Economics, y que causó furor en su momento (40,41). La máquina de Newlyn-Phillips, apodada The Moniac, representaba la evolución en el tiempo de un sistema económico mediante flujos y acumulaciones de dinero, representado éste por agua circulante o almacenada, con sensores y válvulas como limitadores y un motor como accionamiento – claro ejemplo de la correspondencia entre energía y economía. De hecho era la viva imagen de un simulador analógico resolviendo ecuaciones diferenciales no lineales (!). El aparato diseñado por estos dos inventores, del que llegaron a construirse hasta 12 unidades, sigue exhibiéndose como material histórico en unas pocas sedes de estudios económicos en Londres y Nueva Zelanda. A tener en cuenta que Newlyn era experto en ingeniería eléctrica, y Phillips, que era sociólogo, se había formado como ingeniero de control aunque llegó a ser más conocido por sus aportaciones a la teoría económica[17] (42). ¿Qué es lo que movió a esos pioneros a entrar en este campo? No otra cosa que la búsqueda de una explicación teórica a los ciclos empresariales que había descrito Joseph Schumpeter. Y es que, para el análisis y predicción de los ciclos, de cualquier ciclo de cualquier proceso que los tenga, no hay mejor herramienta que la metodología de la dinámica de sistemas[18].
Más recientemente, Steve Keen (43) y Geoff Davies (44) han elaborado también modelos dinámicos relativamente elementales en el terreno económico.
En ingeniería y biología, y más
A principios de los 70 Gregory Bateson aplicó (experimentalmente, según manifestaba) la dinámica de sistemas a la antropología y la psicología (45,46).
Descartado Forrester como padre, el origen de la dinámica de sistemas se suele atribuir a James Watt (si, el de los vatios). Fue él quien ideó, en 1788, el regulador que lleva su nombre[19]. Consistía en un control de la velocidad de un motor de vapor (47,48). Pero en realidad el navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont había empleado ya a principios de siglo XVII un ‘regulador de martillos’ para una máquina de vapor, en lo que constituye el primer prototipo documentado de regulador centrífugo y máquina de vapor conjuntos[20] (49).
James Clerck Maxwell inició en 1868 el trabajo teórico que desembocó en las primeras ecuaciones diferenciales respecto al tiempo que están en la base de esta metodología, y estableció matemáticamente las condiciones de estabilidad de un sistema lineal[21] – aspectos en los que profundizaron Vyshnegradskii en 1876, Routh en 1877 y Hurwitz en 1895 (50). El título del trabajo seminal de Maxwell, ‘On governors’, orientado a seguir el movimiento de los planetas en los telescopios, ya debió provocar urticaria a más de uno de la época (51). Si resultaba que el poder se podía ejercer automáticamente, alguien pudo temer que le quitaran una parte.
C.S. Holling, de la Universidad de la Columbia Británica, mostró en 1973 las condiciones de existencia de un concepto, hoy muy en boga, conocido por resiliencia (52). Se entiende por tal la capacidad de un sistema de recibir encontronazos y, a pesar de ello, mantener un correcto funcionamiento[22]. Lo hizo en el marco de los ecosistemas, que es la mejor imagen mental que puede usted hacerse de cómo se abordó más adelante la teoría de sistemas en el ámbito socio-técnico[23].
Por su parte, en los años 70 y 80, los trabajos del belga Ilya Prigogine introdujeron el concepto de estructuras disipativas auto-organizadas en sistemas cerrados[24], y mostraron que su evolución es analizable empleando la formulación matemática que se había desarrollado en los años 60 para la dinámica de sistemas no lineales (53). Ahí comenzó el interés por estudiar la vida en términos termodinámicos y al intento de conjugarla con la teoría de la evolución (54).
Más recientemente se ha abrazado la visión del sistema económico como un sistema disipativo auto-organizado lejos del equilibrio (55) cuyas ecuaciones, en determinadas circunstancias concretas (y limitativas por tanto de su ámbito de aplicación) resultan simplificadas y desembocan en las ecuaciones de los modelos estándar (56,57).
No le lío con la teoría de la información, que también juega un papel. Pero por favor tome nota de ello, pues también entra en la ecuación (58,59).
Propiedades que emergen
Algunos filósofos de la teoría de sistemas destacan lo que denominan propiedades emergentes. Es una forma de referirse a la función que ejerce el conjunto, función que desaparece sin la adecuada conjunción de sus componentes, o con la retirada de uno de ellos[25]. Por ejemplo. No es lo mismo un conjunto de células que un mamífero, ni un grupo de jugadores que un equipo de fútbol, ni un conjunto de piedras que una catedral. Ya Aristóteles había advertido propiedades emergentes cuando afirmaba que el todo es más que la suma de las partes. Más recientemente se ha abrazado la idea de sinergia, en relación a los efectos combinados producidos por la interacción entre distintos elementos, partes o individuos, que no se producirían por separado o si el acoplamiento mutuo, su forma de relación, no es el adecuado (60).
La expresión emergente resulta algo inquietante, como si surgieran espíritus de alguna parte. Puede ser, pero en principio todo es más sencillo. La propiedad emergente de una máquina diseñada por un ingeniero es la función del artefacto; en el terreno biológico se considera que una propiedad emergente es la vida o la conciencia; en el terreno social, un ejemplo de propiedad emergente es la cultura.
Pero cuando se dice emergentes ¿qué se quiere decir? ¿De dónde demonios emergen? En realidad se trata de un término sólo concebible desde la visión reduccionista, pues surgen como fantasmas que no hay forma de ver desde abajo. Sólo se manifiestan cuando se contempla al sistema desde arriba, cuando se examina su función como conjunto, como sistema. Un sistema son sus partes y las relaciones entre ellas, y las propiedades emergentes desaparecen si se eliminan las relaciones.
Otro ejemplo. Individuo y sociedad. Una forma de generar hemiplejia cognitiva es considerar, con Margaret Thatcher, que la sociedad no existe, y que sólo existen los individuos. Si acaso, como mucho, la suma de todos ellos, como hacen los economistas neoclásicos. Margaret Thatcher, y otros, hicieron suya esta idea a partir de sus lecturas y encuentros con Frederick Hayek y Milton Friedman, auténticos hacedores de la sociedad occidental actual (61) a través de la Mont Pélérin Society (62). Nuestros libérrimos economistas nobelados estaban encantados con ella (la idea) pues la forma en que configuran sus modelos matemáticos les impide asumir el concepto de conjunto en toda su magnitud. Miel sobre hojuelas, pues sin duda estos dos ultraliberales se encontraban mucho más a gusto de uno en uno sin interferirse (sólo comerciando) que con toda una sociedad delante, quién sabe si dispuesta a plantarles cara.
Todo es termodinámica
Un complemento esencial a la dinámica de sistemas son las leyes de la termodinámica. Mejor dicho: son su razón de ser.
Las leyes que gobiernan los flujos de energía y su transformación, a saber, las leyes de la termodinámica, constituyen el marco inviolable en el que todas las cosas ocurren: la evolución del universo, la dirección de la flecha del tiempo, la evolución de las civilizaciones, y también los procesos económicos. Sin flujos de energía nada ocurre (63), y todo lo que ocurre en el transcurso del tiempo lo hace debido a que existen flujos de energía como condición necesaria (y suficiente). De modo que las ecuaciones de dinámica de sistemas incorporan la termodinámica implícitamente, pues sin ella no podrían siquiera formularse (nada evolucionaría con el tiempo)[26]. La principal grandeza de las leyes de la termodinámica es que su marco de validez es absolutamente universal: se cumplen siempre, en todas partes. No tienen excepciones.
Quienes comenzaban a tener claras las implicaciones de la termodinámica en el sistema económico a partir de los trabajos de Clausius y Carnot en el siglo XIX escribieron primero a Marx, y después a Engels por falta de respuesta satisfactoria del primero (64). Le advertían de que esto del crecimiento económico y el productivismo había que enfocarlo de otra manera (65). Que había límites, que no todo era posible. Marx parecía saberlo, pues en El Capital habla de metabolismo, aunque referido solamente a la producción agrícola (66). Pero no asumió sus mínimas implicaciones y, según Joan Martinez-Alier, llegó incluso a despreciar la ley de rendimientos decrecientes en agricultura (67).
A principios del siglo XX el químico Frederick Soddy ya advertía de que la riqueza (a diferencia del dinero, decía) estaba sometida a las leyes de la termodinámica (68). Y a mitades de siglo un físico y también químico, de nombre Frederick Gardner Cottrell escribía, en su obra Energy and Society: the Relation Between Energy, Social Change, and Economic Development[27], que las leyes de la termodinámica ponen condiciones a los deseos:
“Si quieres esto, ahí tienes las condiciones bajo las cuales lo puedes obtener.” (69)
Desde luego Cottrell era un visionario, pues ya nos advertía entonces que:
“Será solo cuando encontremos la respuesta de la naturaleza, en forma de fuertes rendimientos decrecientes en la energía, cuando podemos esperar que la revolución [industrial] en curso se ralentice.” (69)
Veremos más adelante el carácter profético de estas palabras en relación a los problemas actuales.
En los años 70, la obra del rumano Nicholas Georgescu-Roegen sobre el proceso económico entrópico, que integraba esta visión e incorporaba formalmente las leyes de la termodinámica al sistema económico (70), no alcanzó el eco que merecía. Su magna obra fue descartada como libro de texto en las universidades, donde siguen ignorándola a día de hoy salvo en círculos muy reducidos. Demasiada heterodoxia para el momento, o demasiado pronto todavía para superar un viejo paradigma que algunos llevaban tiempo cuestionando, pero que, por entonces, parecía funcionar. Los límites aún no se habían manifestado. En las facultades de economía la termodinámica, simplemente, no existe.
Al unir ambos terrenos, dinámica de sistemas y termodinámica, y aplicarlas a la economía es posible darse cuenta, de forma inequívoca, de que el límite último del ritmo tolerable de producción y de transformación industrial (entrópica[28]) viene dictado por el medio, el entorno físico, y no por la economía o por la ingeniería[29]. La economía circular resulta ser una imposibilidad termodinámica si no se dispone de energía suficiente (y barata), a pesar de los distintos intentos bienintencionados como son el capitalismo natural, la ecología industrial, ‘de la cuna a la cuna’, y otros (71). El proceso económico no es, no puede ser una máquina de movimiento perpetuo como imaginaba el influyente Ramsey en 1928 (72,73). A pesar de ello sus ecuaciones siguen formando parte de todos los análisis macroeconómicos al uso cuando de descuento temporal se trata.
En un paper en su día premiado, el economista francés Robert U. Ayres advertía en 1993, mientras señalaba la importancia de la energía y la termodinámica en el proceso económico, que:
“Suponer, como muchos tienen por cierto, que el proceso, y el desarrollo, económico, no es otra cosa que un proceso natural que puede ocurrir espontáneamente en cualquier parte del mundo con sólo darles más libertad a los empresarios es un grave error.” (74).
Como reza la doctrina económica vigente, añado yo. Pero error que sólo se explica por la capacidad de limitar e imponer una visión conveniente de la realidad, para que quienes sostienen esta doctrina tengan así la posibilidad de hacer lo que les dé la real gana, cada día un poco más.
Notas al pie
[1] No somos espectadores de un mundo de objetos, sino coautores y cocreadores de un mundo de relaciones (75)
[2] Procesos batch; hace años también que los procesos industriales discretos resultan automatizados mediante la dinámica de sistemas basada en la denominada “transformada Z.”
[3] Se dice que el sistema opera en tiempo real
[4] Actual conseller d’economia del gobierno catalán
[5] He encontrado esta cita en el libro de Jordi Pigem (75)
[6] No crea que hablo de reduccionismo en términos peyorativos, pues nos ha permitido grandes gestas. Es su aplicación inapropiada lo que cuestiono
[7] Antes de la explosión de la microelectrónica se realizaba mediante tecnologías mecánicas, neumáticas y oleohidráulicas, ámbitos hoy reducidos a los pocos casos en que presentan ventajas frente a la implementación electrónica.
[8] Técnicamente, una existencia o acumulación es la integral de un flujo.
[9] No hay una definición comúnmente aceptada de sistema complejo, ni medida de esta cualidad. Como metáfora puede imaginar algo ‘complicado’, difícil o imposible de describir en todas sus causalidades
[10] Como en mis estudios le llamábamos siempre realimentación, así voy a seguir haciéndolo
[11] Concepto definido por Hegel y retomado por Marx
[12] Margarita Mediavilla me señala que últimamente se tiende a emplear las expresiones ‘realimentación reforzante’ y ‘realimentación estabilizante’, que me parecen mucho más adecuadas de cara al discurso popular
[13] Es una falacia porque los comportamientos sólo pueden sumarse si son lineales (76), y el comportamiento humano desde luego que no lo es. Lo saben hasta en el Fondo Monetario Internacional (77). Por lo demás Keynes se refería a países, criticando el hecho de que todos estuvieran en condiciones de hacer lo mismo, p.e. en términos de desarrollo. Con todo, Keynes abrazó otras falacias, como veremos más adelante
[14] El positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico (Fuente: Wikipedia).
[15]Exiliado a los Estados Unidos en ocasión de la segunda guerra mundial
[16] No me gusta nada la traducción, pero no encuentro otra mejor
[17] Sí, este Philips es el mismo de la curva de Philips inflación-paro. Tal vez provenga de ahí la tradición en dinámica de sistemas de la LSE, personalizada ahora por la aparente soledad de David C. Lane en el departamento de investigación operativa y Eve Mitleton-Kelly en el Complexity Research Programme.
[18] Cuando no se conocen las relaciones de causalidad, o son irrelevantes para el análisis, es posible emplear herramientas que analizan series temporales de valores, como es habitual en econometría y meteorología.
[19] Se conocen otros reguladores más antiguos, y mucho más antiguos. Pero el regulador de Watt fue del primero del que se establecieron sus ecuaciones diferenciales, aunque varias décadas más tarde.
[20] Gracias a Margarita Mediavilla por este dato; yo creía que el padre era James Watt, pero por lo visto fue solo el que supo vender mejor su invención
[21] La condición suficiente de estabilidad para un sistema lineal es que la parte real de todas las raíces del polinomio del denominador de la función de transferencia del sistema sea negativa
[22] En ingeniería se le denomina sistema tolerante a fallos
[23] Gracias a Juan Carlos Gasalc por arrojarme luz sobre esta imagen y darme a conocer a los László y el Club de Budapest
[24] Se entiende por sistema termodinámico aislado el que no intercambia nada en absoluto con el exterior, por sistema cerrado aquél que sólo intercambia energía con el exterior, y por sistema abierto aquél que intercambio materia y energía con el exterior.
[25] Salvo que el sistema haya sido diseñado de forma que sea redundante o tolerante a fallos
[26] Atención a no confundir el equilibrio de un sistema en equilibrio con el equilibrio termodinámico
[27] Energía y sociedad: la relación entre energía
[28] Entropía: popularmente, una medida del desorden. Pero esta imagen tiene detractores (78)
[29] Sin embargo, en los libros de texto de economía que engullen los estudiantes se sobreentiende que los recursos naturales no constituyen un factor limitativo (79)
Post Scriptum. El día de hoy es especial para mi como catalán. Desde aquí me uno al llamamiento general de autoinculpación. Así, yo también me inculpo de haber desobedecido al Tribunal Constitucional por haber apreciado como legítimo el llamamiento democrático presentado por mis gobernantes y haber ejercido el derecho al voto que me propusieron.
Posted on 2018/12/22
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