
Fonte do araño
onde eu de rapaz
a teu carón xogaba no verán.
Auga da freixa camiño do meu fogar
baixando pola veiga e polo val
onde vai o teu rego, onde vai,
que eu teño sede e non o podo atopar.
Fonte do araño
o tempo pintou
no chan camiños que dan voltas sen parar.
onde vai o teu rego, onde vai,
que eu teño sede e non o podo atopar.
Emilio Cao. Fonte do araño
Chegando ao caurel, de Emilio Cao, era uno de los temas imponentes que salieron en su primer disco Fonte do Araño (1977). Estaba yo estudiando el bachillerato y recuerdo perfectamente lo que me impresionó aquella grabación. Los temas aquellos primeros en arpa céltica de Cao creo que influyeron mucho en los gallegos de mi generación. Yo había estado en París y en Bretaña, sabía de Alan Stivell —estuve en un concierto suyo, teníamos sus discos y nuestros amigos bretones hablaban de él continuamente—, a Derek Bell, claro, y … ¡¡pero es que Emilio Cao era paisano!
El sr. Stivell no se llamaba Stivell, sino Cochevelou, pero da igual, era alguien que convirtió un arpa en un centro de gravedad, algo que irradiaba una fuerza de atracción por las riberas del atlántico. Recuerdo bailar gavotas en aquel centro social bretón en Montparnasse, con mi amiga Gaële Herbert y todos los demás de la parroquia. El padre de Gaële era concejal comunista en Vitry sur Seine y no acababa de ver, me pareció, la atracción que sentíamos por la conexión entre música y la tierra. Tuve que tranquilizarle al respecto.
La conciliación que había hecho de un espíritu tan profundamente nuestro con la versión irlandesa del arpa barroca nos tenía fascinados y hasta orgullosos. Era nuestra tierra, nuestra gente, mi Galicia soñada, lo que diríamos una proyección tremenda. Y ya entonces vivía lonxe da terra. Sí, me influyó mucho.
A principios de los 80, estando ya en la universidad, Emilio Cao dio un concierto en Madrid, en un teatro pequeño en Lavapies; el metro se llenó de carteles; sobre un mar de nubes, en las cimas del Caurel, Cao con una capa blanca y un arpa enorme. Y es que era así, ibas por el pasillo del metro y los carteles de Cao eran como asomarse al cielo, com una ventana entre las nubes. Así lo recuerdo, pasillo largo en curva, sin gente y las nubes convirtiendo el muro en un balcón sin barandilla mostrando un espacio infinito. Fuí, claro.
Y escuchar en directo aquel concierto tocó mi corazón. No hubo más conciertos, al menos no supe de ellos. Fue algo singular de lo que fui testigo. Hizo una gran labor al rescatar el arpa, era algo que a toda la generación Nós les habría hecho levitar literalmente como hizo con nosotros. Recuerdo que nos presentó las canciones y al contarnos se acompañaba con unos acordes del arpa dados con la mano que no veíamos en el juego de sombras de la escena. Fue un pionero, Cao. En gran medida su técnica con el arpa no era canónica, su digitación no era la de alguien educado específicamente en ese instrumento, pero siendo un músico de formación, con una base excelente, una gran voluntad y estando embuído del espíritu de nuestra tierra, el resultado era algo telúrico, capaz de remover el granito y estremecer el alma. A Pondal, aCuevillas o a Murguía les habría tocado en lo más hondo.
Los caminos de la música llevaron al autor a otros rumbos y la comunión que arpa, ritmos tradicionales, zanfonas y la tierra lograron en aquellos primeros trabajos, se rompió en cierto modo. Combina arpa, zanfonas y percusiones tradicionales de una forma que pocos han logrado, sus arreglos son excepcionales y su capacidad para metabolizar melodias tradicionales y hacer algo nuevo es muy notable.
Siempre he sentido una gran gratitud hacia él, por aquellos esfuerzos suyos de entonces que tanto me llegaron. Y si me permito centrar en mí no es por nada, hablo en realidad de cuantos compartimos aquel sentimiento que hoy evoco.
He encontrado esta versión con fotos y deseaba compartirla con los lectores del bloq, son tantas las malas noticias de estos días, que lo veo hasta necesario. Saludos [Pedro]
EN TV EN EL 90
dedona
2020/06/25
Al último tema, Estreaba o Horizonte da igual lo que le pongas para ilustralo… convierte todo en algo mágico.