LA INDUSTRIA TRANS EN LA ESCUELA O CÓMO TRANS-TORNAR EL SENTIDO / Tita Barahona

Posted on 2022/05/17

0



Se tiran por la borda décadas de lucha contra el sexismo y la homofobia

Es verdaderamente lamentable que los mínimos de claridad conceptual y rigor científico, que se esperan de profesionales con educación superior, estén ausentes en los protocolos que las administraciones públicas del reino de España elaboran como guías de actuación ante lo que llaman el “alumnado trans”.

   Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   De profesionales de la enseñanza y funcionarios de alto nivel, que han pasado por estudios superiores, se espera que los textos que elaboren tengan un mínimo de claridad conceptual y rigor científico.

   Es verdaderamente lamentable que ninguna de estas dos variables se hallen en los protocolos que las administraciones públicas del reino de España están elaborando como guías de actuación ante lo que llaman el “alumnado trans”, lo cual revela que el bajo nivel cultural y académico de estos profesionales es ya de carácter endémico -muy preocupante.

   Tomemos como ejemplo el protocolo del Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco, titulado “Protocolo para los centros educativos en el acompañamiento al alumnado trans o con comportamiento de género no normativo y a sus familias”.

   Comienza reconociendo que “vivimos en una sociedad sexista que todavía educa en géneros normativos”. Suponemos -porque no se explica- que por “géneros normativos” debemos entender los modelos de feminidad y masculinidad en los que históricamente se nos ha encorsetado a las personas en función del sexo con el que nacemos, y que son fundamento de la subordinación femenina.

   Sin embargo, quienes redactan estos protocolos asumen, para empezar, la idea peregrina de que no nacemos con un sexo, sino que éste se nos “asigna”. En ningún momento se explica cómo y por quiénes se realiza este proceso de “asignación” ¿Echa acaso el personal sanitario que atiende en el paritorio una moneda al aire para determinar si el neonato es niño o niña?

   Asumir que el sexo se asigna al nacer es contrario a toda evidencia científica, por no decir al simple y sano juicio. Habría que preguntar a los profesionales redactores de estos protocolos si las ecografías que actualmente se realizan durante la gestación también “asignan” arbitrariamente el sexo del feto.

   Por otro lado, el concepto central sobre el que se hace girar la problemática “trans”, el de “identidad de género”, tampoco lo define el protocolo, aun cuando se trata de una categoría de muy reciente acuñación. Simplemente se confía en la definición dada por las normas de rango superior como son las leyes aprobadas y en proyecto sobre derechos de las «personas trans”.

   Así, por ejemplo, el Anteproyecto de 2021 para la igualdad de las personas LGTBI define la “identidad de género” de forma confusa, mezclando dos conceptos que son claramente distintos: sexo y género:

   “Identidad de género o sexual: vivencia interna e individual del género tal y como cada persona la siente y autodefine, pudiendo o no corresponder con el sexo asignado al nacer”.

   El protocolo no solo reproduce esta confusión conceptual, sino que también incurre en crasas contradicciones.

   Se dice en la introducción que “Ser o parecer gay, lesbiana, bisexual o trans y no cumplir con las normas de género asignadas culturalmente a hombres y mujeres son algunas de las causas más frecuentes de acoso escolar”.

   Por eso, en lugar de educar al alumnado en el respeto a los semejantes por encima de las diferencias físicas, cognitivas o de personalidad que nos caracterizan individualmente, se ve necesario poner en marcha “programas de capacitación y sensibilización” sobre algo indefinido como es la “identidad de género”, algo que, por cierto, no tiene nada que ver con la orientación sexual referida en los términos “gay”, “lesbiana” y “bisexual”.

   El protocolo solo diferencia entre la “identidad sexual”, que define como la que “no coincide con el sexo que les asignaron al nacer”, caso del “alumnado en situación de transexualidad”; y “el alumnado cuyos comportamientos de género no coinciden con lo que socialmente se espera en base a su sexo”, en cuyo caso nos hallamos ante un alumnado “transgénero”, al que añaden “travestisqueersdrag queens…» (sic).

   Si se partía de la consideración de que “vivimos en una sociedad sexista que todavía educa en géneros normativos”, que es lo que se identifica como problema ¿Dónde está entonces el problema de que haya alumnos y alumnas cuyo comportamiento no se conforma a esos “géneros normativos”? ¿Por qué se los considera “transgénero” y no niños y niñas que desarrollan su personalidad libremente? Y ¿Por qué necesitan un especial “acompañamiento”?

   Si, como dice el protocolo, “El quehacer del centro escolar no es ‘etiquetar’ a este alumnado sino (…) identificar las barreras que tiene para su desarrollo integral y su éxito académico” ¿Qué barreras pueden tener niños y niñas que simplemente no se ajustan a los estereotipos sexistas? O ¿A qué vienen las etiquetas de “travestis, queers, drag queens…”, cuya definición el protocolo también elude?

   El texto aconseja que “cuando cualquier miembro del equipo docente observe, en un alumno o una alumna de manera reiterada la presencia de conductas que pudieran indicar una identidad sexual no coincidente con el sexo que le asignaron al nacer en base a sus genitales, o bien comportamientos de género no coincidentes con los que socialmente se espera en base a su sexo”, entonces se aplicará el protocolo.

   El enunciado “conductas que pudieran indicar” es sumamente vago. Porque, si tenemos en cuenta que no es lo mismo la orientación sexual que la identidad sexual, algo que el protocolo no se molesta en aclarar, conductas como mostrarse especialmente afectuosos con compañeros o compañeras del mismo sexo, que serían indicio de probables futuros adultos homosexuales, podrían ser confundidas con transexualidad.

   En el caso de “comportamientos de género no coincidentes con los que socialmente se espera…”, se convierte en problemático algo que debería celebrarse si de verdad se quiere acabar con el sexismo que imprimen los modelos de género.

   Qué capacidad de análisis y qué razonamiento lógico tan asombrosamente deficientes los de quienes, partiendo de la premisa de que los “géneros normativos” son sexistas y, por tanto, negativos, llegan a la conclusión de que hay que reforzarlos convirtiéndolos en “identidades”, en este caso de “género”, y ponerlos bajo el paraguas de “lo trans”.

   La falta de rigor científico no se detiene ahí. En las leyes que el protocolo enumera como su fundamento, se cita en primer lugar los llamados Principios de Yogyakarta (1), que precisamente no están reconocidos como texto legal y, por tanto, no son vinculantes. Claro que este error no es sino reiteración del cometido por las propias leyes trans en vigor y en proyecto, lo cual es aún más grave.

   Que el alumnado puede sufrir acoso por “ser o parecer gay, lesbiana, bisexual o trans, o no cumplir con las normas de género” no lo vamos a negar y es algo que una verdadera coeducación podría aminorar.

   Sin embargo, hay otros motivos que ponen a cierto alumnado “barreras a su desarrollo integral y éxito académico” -generalmente de carácter socio-económico y étnico-, que son asimismo causa de acoso escolar bullying. Pero los protocolos específicos para combatirlo, existentes en todos los centros educativos, a menudo no se aplican o lo hacen de forma ineficaz para impedir resultados que en algunos casos llegan a lo más trágico: el suicidio.

   El empeño puesto por las administraciones públicas en observaridentificar y acompañar al “alumnado trans” no responde tanto a un interés por mejorar la convivencia en las aulas o la propia docencia, como a facilitar a las industrias que están detrás del impulso del fenómeno “trans” (químicas, farmacéuticas, médicas, de reproducción asistida, de la moda…) a hacer negocio, en muchos casos a base de experimentos peligrosos (hormonaciones, bloqueadores de la pubertad, cirugías…) para los que la infancia y la adolescencia sirven de conejillos de indias.

   El capitalismo en su fase decadente necesita desesperadamente crear nuevos nichos de ganancia, para lo cual inunda -esto es: mercantiliza– todos los espacios posibles. Y uno de ellos es el propio cuerpo humano. Lo estamos viendo con la promoción de la prostitución -ahora también digital-, las madres de alquiler, la hipersexualización de la infancia y las mujeres, la pornografía así como con los tratamientos y cirugías de “reasignación de sexo”.

   Las administraciones públicas están dispuestas a facilitarle esta tarea al capital. Por eso urge una lucha organizada desde la base social contra el maltrato infantil y el neo-sexismo que implica la ideología de la “identidad de género”.

   Pero no debemos dejarnos engañar por esos partidos de ultraderecha que dicen combatir también la “ideología de género”, porque se trata de una mera estrategia electoral de quienes, en realidad, están tan al servicio de esas nuevas industrias capitalistas, como la pseudo-izquierda que está abanderando el transgenerismo.

   Lo que está en juego aquí no son los derechos de las personas transexuales -tan respetables y defendibles como los de cualquier otro colectivo-, sino unas nuevas formas de explotación y opresión, que hacen diana especialmente en niñasniños y mujeres, cuanto más socialmente vulnerables mejor.

   Si la razón produjo monstruos, la sinrazón los lleva a dominar el mundo.

   (1) Los llamados «Principios de Yogyakarta» derivan de un texto elaborado por 29 personas, la mayoría ex-empleados de la ONU, que se reunieron del 6 al 9 de noviembre de 2006 en la Universidad de Gadjah Mada, en Yogyakarta (Indonesia), para redactar lo que consideraron «Principios sobre la Aplicación de la Legislación Internacional de Derechos Humanos en Relación con la Orientación Sexual y la Identidad de Género«. No constituyen ni pueden tener carácter de norma y, por ende, estimarla con valor legal; porque, para ello, esos principios tendrían que haber sido crados en un organismo internacional y suscritos y adoptados por algún país. 

Posted in: Novedades