Canarias Semanal- Domingo, 28 de Marzo de 2021
En política no vale todo
Parece que para Lidia Falcón el fin justifica los medios. Lo demostró la semana pasada cuando decidió, sin contar con sus socios de coalición, unirse a un evento organizado por la asociación ultracatólica Hazte Oír sobre la Ley Trans, en el que también participaba la diputada de Vox en la Asamblea de Madrid, Alicia Rubio.
Por TITA BARAHONA / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde que salió a la palestra como una de las voces más contundentes contra la llamada Ley Trans, Lidia Falcón se ha aupado al puesto número uno en la lista de personas tachadas de “tránsfobas”.
Vaya por delante que estas líneas no tratan de justificar lo poco afortunadas que han sido algunas de las declaraciones de la señora Falcón sobre el tema. El objetivo aquí es otro. Pero es necesario señalar, de entrada, que quienes alegremente cuelgan el sambenito de transfobia a cualquiera que expresa una crítica total o parcial al proyecto de Ley Trans, promovido por el Ministerio de Igualdad, adolecen de una falta de discernimiento que no se espera de personas inteligentes, como es el no saber diferenciar entre la norma y el objeto que la norma regula.
Por ejemplo, una puede estar en desacuerdo con determinadas formulaciones de la Ley contra la Violencia de Género; pero de ahí sería muy aventurado colegir que se está contra las mujeres o a favor de que se las maltrate. Sin embargo, para los colectivos que apoyan el proyecto de Ley Trans en su integridad, la más leve crítica a la misma se interpreta automáticamente como odio o ataque a las personas transexuales. Si esto no es fallo de discernimiento, es estrategia para ocultar una carencia de contra-argumentos o, simplemente, rechazar todo debate de partida recurriendo a aquello de que el ataque es a veces la mejor defensa.
«Si a la señora Falcón no la cegara su afán de notoriedad, debería saber que, si coincide con los ultracatólicos en que hay varones y mujeres en la especie humana, éstos, sin embargo, representan a aquellos que durante siglos han mantenido que la subordinación femenina es algo natural»
En lo que tampoco podemos concordar -abordando ya el tema de estas líneas- es en que el fin justifique los medios, como parece que así lo decidió Lidia Falcón cuando la semana pasada accedió a unirse a un acto titulado “Desmontando la Ley Trans: si naces niña, lo seguirás siendo”, organizado por la asociación ultracatólica Hazte Oír y donde también participaba la diputada de Vox en la Asamblea de Madrid, Alicia Rubio.
Esta decisión unilateral de la presidenta del Partido Feminista de España (PFE) ha provocado la ruptura del acuerdo electoral al que dicho partido había llegado con Alternativa Republicana, para participar como coalición en los próximos comicios del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid. Como sostiene la organización republicana en el comunicado donde expresa los motivos de la ruptura, la acción de la señora Falcón está “fuera del sentido común” y “resulta inasumible desde un punto de vista democrático y antifascista”.
La señora Falcón no ha reconocido su error. Quizás el creerse en posesión de la verdad fue lo que la llevó a traspasar la línea roja. Porque una cosa es coincidir -con cualquiera, incluso con un o una fascista- en cuestiones evidentes como que el agua moja, que el sol sale por oriente o que el sexo es una realidad biológica -aspectos que, sin embargo, son discutibles para cierto posmodernismo que sostiene que la realidad material es un invento-; y otra cosa muy diferente es dar legitimidad, con tu presencia, a una ideología profundamente misógina y reaccionaria como es la de Hazte Oír y su hijuelo parlamentario, Vox.
«Desde su fundación en la década de 1970 el Partido Feminista de España se ha presentado como una organización marxista. Parecería una broma si no fuera porque es posible que hasta la señora Falcón se lo crea»
No es ya solamente que la señora Falcón, en su particular cruzada contra la Ley Trans, se olvide de que esos “aliados” son precisamente los herederos de quienes la torturaron hace varias décadas; sino que, además, pasa por alto aspectos cruciales que deberían diferenciar a una feminista de quienes durante siglos han procurado, desde sus posiciones de poder, mantener a las mujeres sojuzgadas. Y a eso sólo se le puede llamar ceguera.
![[Img #66489]](https://canarias-semanal.org/upload/images/03_2021/74_falconconhazteoiryvox.jpg)
Lidia Falcón posando con el representante de la asociación ultracatólica Hazte Oír y Alicia Rubio, diputada del partido ultraderechista VOX en la Asamblea de Madrid
En efecto, si a la señora Falcón no la cegara su afán de notoriedad, debería saber que, si coincide con los ultracatólicos en que hay varones y mujeres en la especie humana, éstos, sin embargo, representan a aquellos que durante siglos han mantenido que la subordinación femenina es algo natural, que nacemos -ya insertos en el ADN o en el “alma” – con esos rasgos del comportamiento que se supone inclinan a las mujeres a ser sumisas, emocionales, etc., y a los varones a ser dominantes, racionales, etc.; es decir, lo que con mayor o menor acierto la teoría feminista llamó “estereotipos de género”; y que, lejos de ser naturales, son producto de las relaciones sociales, es decir, de la forma en que se nos educa desde que nacemos.
Para ponerlo en palabras simples, no hay cerebros rosas o azules. Curiosamente, la teoría trans-queer, que es la que en realidad inspira el proyecto de Ley Trans, coincide con Hazte Oír y sus parangones en afirmar lo contrario: que nacemos con un “género” engranado en algún lugar de nuestra psique. Para comprobarlo, no hay más que ir a las guías didácticas que, inspiradas en el “transgenerismo”, se están implantando en las escuelas. En ellas, se advierte a los docentes que, si ven que “el comportamiento” reiterado de un niño o niña no se ajusta al “sexo asignado” al nacer, es porque puede ser, en realidad, del sexo contrario.
Esta ideología del “género innato” es la diferencia esencial que la señora Falcón debería haber tenido en cuenta a la hora de valorar si colaborar o no en un acto organizado por los representantes de una institución –la Iglesia católica– que históricamente se ha esforzado por mantener y reforzar no ya solamente la subordinación femenina, sino también el sistema de clases. Una institución que, por añadidura, sigue estando estrechamente ligada a la Monarquía, esa que la señora Falcón invierte tanto esfuerzo en criticar, no sin razón.
Por eso resulta poco ingenioso que doña Lidia, en uno de sus últimos artículos, justifique sus apariciones con estos elementos reaccionarios alegando que en este país hay oficialmente 40 millones de católicos. Primero, eso no es verdad, a no ser que por “católicos” entienda personas bautizadas al nacer. En segundo lugar, una cosa es ser católico y otra ser ultracatólico militante como los miembros del Opus Dei o el Yunque, sectas fundamentalistas a las que está asociada Hazte Oír – que doña Lidia blanquea llamándola «asociación cívica«. Estas sectas dominan en los partidos de derechas, el Ejército y la Judicatura responsable de ejecutar unas leyes clasistas y sexistas.
En vez de tener en cuenta estas diferencias fundamentales, que distancian radicalmente el ultraderechismo de Vox y Hazte Oír de cualquier postura feminista, republicana o de izquierdas, doña Lidia ha preferido arrastrar por el fango al feminismo -más de lo que ya está desde ciertos sectores- y, de paso, a un marxismo que falsamente se atribuye.
Porque las confusiones de Lidia Falcón y el partido que preside, no paran ahí. Desde su fundación en la década de 1970 y su renacimiento en 2015, cuando se unió a la coalición Izquierda Unida, el Partido Feminista de España se ha presentado como una organización marxista. Parecería una broma si no fuera porque es posible que hasta la señora Falcón se lo crea.
«El adjetivo marxista es totalmente inadecuado a una organización cuyo principal postulado es que las mujeres -todas- constituimos una clase social que es “explotada por el hombre”. Nada hay más lejos de la teoría marxista y, por ende, del feminismo de inspiración marxista»
LA MUJER, ¿UNA «CLASE SOCIAL» ENEMIGA DE LOS HOMBRES?
El adjetivo marxista es totalmente inadecuado a una organización cuyo principal postulado es que las mujeres -todas- constituimos una clase social que es “explotada por el hombre”. Nada hay más lejos de la teoría marxista y, por ende, del feminismo de inspiración marxista, que, si bien reconoce la histórica opresión del sexo femenino, resalta que este -como el masculino- está dividido en clases sociales, que la pertenencia de clase modula el grado de opresión, que el enemigo no son los hombres sino el sistema socio-económico -actualmente el capitalismo y su clase dominante, la burguesía– que reproduce tanto la opresión de sexo como otras opresiones y, por supuesto, la explotación del trabajo de hombres y mujeres.
Las tesis del Partido Feminista de España (PFE) están llenas de términos extraídos de la teoría marxista,
Un tuit promocional de «Hazte oir». La Sr. Falcón y la diputada de VOX, «hermanadas» como «guerreras»carentes por completo de análisis marxista. El hecho de que su planteamiento sea materialista no la sitúa en la tradición del marxismo y menos su postulado de que mujeres y hombres somos clases antagónicas. Esto acerca al PFE mucho más a las posturas del llamado Feminismo Radical, del que trataremos en en otra ocasión.
Tampoco dice mucho de la relevancia que el marxismo pueda tener en los planteamientos del PFE el hecho de que, en los libros recomendados en su página web, no haya ninguno de las principales autoras marxistas que trataron la cuestión de la mujer, sino una abundancia de ellos que son de la propia autoría de la señora Falcón o prologados por ella, en una Editorial fundada también por ella.
Dejemos de confundir los términos aplicándonos etiquetas que no nos corresponden, a no ser que con ello pretendamos crear más confusión ideológica de la que ya hay en estos tiempos que vivimos.
«Las tesis del Partido Feminista de España están llenas de términos extraídos de la teoría marxista, pero carentes por completo de análisis marxista, dejemos de confundir los términos y crear confusión ideológica»
Por eso, señora Falcón, siga llamándose feminista si es lo que le place; pero, por favor, hágase mirar lo de marxista. Y no vendría mal que revisara asimismo su afán de protagonismo, engordado durante los últimos años por sus contactos personales en medios de comunicación como Público -que también ha roto relaciones con usted- y las rentas de una lucha anti-franquista de la que nadie le resta crédito. No desperdicie el poco que le queda.
félix molina | arte y literatura
2021/04/01
Qué pena. Qué le habrá pasado a esta señora. No lo puedo entender.