La existencia de grupos, de personas o clases sociales con intereses distintos no es algo de lo que se pueda presumir. Es cierto, por un lado, son la muestra de que las sociedades son diversas y plurales como consecuencia de la libertad de las personas que la conforman. Sin embargo, por otro lado resulta que esos intereses contrapuestos suelen ser el origen de conflictos, de guerras y de gran parte de las desgracias que por doquier amenazan la paz y la vida en nuestro mundo.
Ese conflicto, llámese guerra, lucha de clases o como se quiera, es tan antiguo como la humanidad. Sólo quienes han leído muy poco o los que han leído mucho, pero quieren confundir a los demás pueden negar su existencia o creer, como suele ocurrir con mucha frecuencia, que es un invento de las izquierdas y más concretamente de los marxistas.
Es cierto que Marx dijo que la lucha de clases era el motor de la historia, pero él mismo reconoció que esa idea venía de antes. Su aportación se limita, en realidad, a creer que de ese conflicto nacería una sociedad nueva, que la lucha de clases era «la partera de la historia». Algo, sin embargo, que tampoco era completamente novedoso.
Más de tres siglos antes, en 1513, Maquiavelo había dejado escrito que la división social era consustancial al orden político y que «en toda república hay dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión entre ambos».
En su obra El Origen de la Desigualdad entre los Hombres, Rousseau escribió: «El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir «Esto es mío» y halló gentes bastante simples para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: «¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!».
Los economistas clásicos, los liberales François Quesnay, Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, y también los marxistas, fundaron la Economía Política como una ciencia que trataba de descubrir las leyes que regulan la distribución de la riqueza entre las clases sociales.
Y lo hacían porque eran inteligentes, había sido capaces de detectar cómo funciona el capitalismo y trataban de explicarlo con rigor y transparencia.
No puede ser de otra manera. En el capitalismo, el valor del beneficio de las empresas es igual al valor de las ventas que realizan menos el de las materias primas o maquinaria y menos los salarios que pagan. Por tanto, salarios más elevados implican menos beneficios, salvo que las empresas sean capaces de aumentar por otros procedimientos el valor de las materias primas y maquinaria o vender más. Los intereses de los propietarios de las empresas y de los asalariados son, por definición contrapuestos. Una contradicción de intereses que puede concluir en un conflicto permanente y destructivo o en equilibrios más o menos armoniosos y mutuamente aceptables, un balance que depende de la tecnología disponible, de las instituciones y leyes y, en suma, de la capacidad de negociación que cada parte tenga.
Después de la segunda guerra mundial se produjo una situación social de equilibrio de fuerzas que permitió lograr una distribución del producto global muy favorable para las clases asalariadas. Eso llevó a que muchos intelectuales y políticos proclamaran que la lucha de clases ya había desaparecido. Lo que había ocurrido, en realidad, fue todo lo contrario: el conflicto seguía produciéndose solo que con fuerzas mucho más igualadas y ese equilibrio de poder fue lo que permitió alcanzar un reparto de la tarta más balanceado. Tanto, que los propietarios del capital vieron en peligro sus beneficios, con razón, y pusieron en marcha una contraofensiva que culminó con las políticas neoliberales que han producido el reparto de la riqueza más concentrado y desigualitario de la historia moderna.
Las crisis económicas, como la que vivimos a partir de 2008 o la actual, son los momentos en que mejor se puede comprobar la existencia innegable de las diferencias de intereses en nuestras sociedades. No en vano, la palabra «crisis» se empezó a utilizar en Grecia por los jueves para referirse al momento en el que percibían mejor la naturaleza del asunto que debían juzgar.
Hace unos días, los medios informaron de que la Xunta de Galicia se había dirigido por carta al Gobierno central para manifestarle su queja porque estimaba que «prohibir los desahucios durante la crisis del coronavirus enfría el mercado inmobiliario y supone una desprotección para los propietarios».
Es un ejemplo muy claro de la diferencia de intereses que existe en nuestra sociedad y que puede llevar consigo efectos muy importantes para unas personas u otras. Un conflicto que se puede resolver, como suele ocurrir en España, en favor casi exclusivo de una parte (según quién sea quien gobierne) o, como ocurre en otros países europeos, mediante un tratamiento legal del problema más equilibrado que trata de salvaguardar (bastante mejor que la norma española de un signo o de otro) los intereses de las dos partes en conflicto.
Las medidas macroeconómicas que se toman contra las crisis también suelen ser un reflejo muy fiel de los conflictos de grupos o clases sociales. El incremento del ingreso de los más ricos ha sido espectacular como consecuencia de las que adoptaron en la de 2008. En Estados Unidos, por ejemplo, el 1% más rico de todas las familias se quedó en 2010 con 93 de cada 100 dólares de incremento en el ingreso del país y, en los demás años, ese porcentaje no ha sido inferior al 60%. En España, la desigualdad también aumentó después de la crisis por la misma razón, es decir, porque los grupos sociales más ricos lograron que los gobiernos adoptaran medidas que les beneficiaban en mayor medida.
Ahora, a pesar de que nos encontramos todavía en los primeros momentos de la crisis provocada por la propagación del Covid-19, ya se puede observar que el conflicto entre clases o grupos sociales no deriva en una lucha sino en una auténtica guerra.
En Estados Unidos, la administración Trump ha entregado un cheque de 1.200 dólares a todas las personas que ganen menos de 75.000 dólares anuales y que hayan pagado impuestos en 2019. Quienes no pagaron impuestos y ganen menos de 2.500 euros, o sea las más pobres, recibieron sólo 600 dólares.
Sin embargo, esa ayuda, que ni siquiera es generosa con los más pobres, esconde algunas condiciones que deja bien claro la diferencia de trato que reciben los estadounidenses según su condición social. Así, aunque en principio no es legal, muchos bancos han empezado a embargarla a quienes tienen deudas. Y, lo que es peor, Trump ha aprovechado la norma legal de ayudas para hacer frente al coronavirus para dar todavía más beneficios a los ricos por medio de exenciones fiscales. Por ejemplo, disminuyendo los tipos para las personas individuales del 39,6% al 37% y el de las empresas del 35% al 21%, además de darles a éstas últimas diversas facilidades para disminuir su carga fiscal por otras vías.
Un comité del Congreso de Estados Unidos que evalúa la política impositiva (el Joint Tax Committee) ha calculado que el 80% de la ayuda total aprobada va a ir a parar a las 43.000 personas que ganan más de un millón de dólares, las cuales van a disfrutar de una ayuda media de 1,6 millones frente a los 1.200 del resto. Trump se ha gastado más en ayudarles con esa exención que lo que ha dedicado a todos los hospitales de Estados Unidos en plena emergencia sanitaria (datos aquí).
Por otro lado, las compras masivas de títulos que viene haciendo la Reserva Federal representan un beneficio inmediato para los grandes tenedores y fondos de inversión que han visto cómo subían sobre la marcha las cotizaciones de sus títulos o que han hecho grandes negocios comprando y vendiendo rápidamente. Sólo Citibank ha ganado 100 millones de dólares en una sola operación, comprando títulos de un fondo que estaba cayendo para venderlos inmediatamente a la Reserva Federal.
En Estados Unidos, la encuestas muestran que el 77% de los votantes demócratas y el 53% de los republicanos están a favor de que haya impuestos más elevados para los ricos. Sin embargo, lo que allí se viene haciendo, como en casi todo el mundo, es lo contrario: en 2018, la tasa impositiva de las 400 personas más ricas fue del 28%, la más baja de todos los grupos sociales y de todos los tiempos.
Naturalmente, los confictos de intereses no tienen que ver sólo con la clase social sino también con la raza o el sexo. Las mujeres, por ejemplo, trabajan mucho más que los hombres en épocas de crisis y pierden más ingresos, como le ocurre a las personas de color o inmigrantes.
¿Todo esto no es un conflicto se intereses? ¿de verdad creen ustedes que no hay una lucha de intereses en nuestras sociedades?
¿A quién beneficia y a quién no que desaparezca las sanidad universal, que las pensiones sean privadas o que los impuestos a los ricos bajen 15 puntos, como preconiza Voz aquí o aquí? ¿Quién pagaría al final la bajada de impuestos que propone el Partido Popular para luchar contra la crisis del Covid-19, aquí?
Las investigaciones que viene realizando el profesor Iago Santos demuestran que menos de 1.500 personas controlan en España recursos por valor del 80% del PIB.
¿De verdad que puede creerse que cuando esos promotores y constructores, banqueros, grandes empresarios, rentistas… hablan de hacer lo que conviene a España lo están haciendo en nombre de los intereses generales?
Uno de los financieros más ricos y poderosos del mundo, Warren Buffet, dio claramente la respuesta a esa pregunta: «Hay luchas de clases y los ricos la estamos ganando».
Divagaciones en el Cinosargo
2020/04/20
Lo que no queda tan claro es si una pelea con un solo contendiente que suelta mamporros a cascoporro al otro que haces de sparring incluso voluntarioso y cuya única voluntad parece ser que por favor que le dejen seguir siendo el muñeco de sparring que de algo hay que vivir, es realmente una pelea, por mucho que tengan intereses objetivos conrapuestos. Década tras década,, que ya no es csa que podamos decir como en los 80 que es la decepción tras la transición, etc. Incluso los ejemplos que pone José Luis Torres van en ese sentido.
No digo que no sea verdad lo que dice Juan López Torres, pues yo creo que es cierto, pero hay que darle una vuelta más para explicar la discrepancia con la realidad empírica. En mi opinión, la cosa tiene que ver con que la que era realmente la vanguardia de las clases popualres, la clase obrera, como bien identificó Marx, tenía en realidad un ciclo vital paralelo al del capitalismol y así alcanzó su cima con la cima del capitalismo, cuando el capitalismo keynesiano, y de hecho fue su propia acción de lucha objetiva la que empujó al capitlismo a su cima, en lo económico, lo social y lo político, y cuando el capitalismo entró en su fase de declive histórico, ella misma entró en declive. Y para mí que esto explica muchas cosas, como el despanzurramiento del mov comunista y ojo: de cualquier movvimiento político de la clase obrera y en general de las clases popuyalres que se organizaban en tono a esta.
Y a la par que ese declive, estamos en la formación del nuevo modo de producción y de las nuevas clases sociales que realmente acabarñan con el capitalismo para pasar a la nueva sociiedad, que habrá resuelo mediante el desarrollo de las fuerzas productivas y en especial tecn ológico las principales conttradicciones que vemos hoy en día, como la dicotomía cada vez más sin sentido entre trabajo útil y trabajo productivo, la separación entre trabajo manual y trabajo intelectual que será superada po el camino actual mediante la robotización etc. (pero no en dos días como parece que dicen algunos), o la mucho más básica como que la sociedad burguesa articulada en torno al modo capitalista de producción, es una sociedad de transición entre un desarrollo basado en la expansión extensicva de las fuerzas productivas lo mismo que en la antuguedad o el medievo, y la intensiva, que se ha disparado exponencialmente con el capitalismo, pero la propiedad privada, es decir, la acumulación basada en la empresa, precisa de la expansión continua de los mecados y la producción y, con ello, une los dos modos y lo hace con redndimiento s crecientes explosivos, de ahí la crisis climática y la imposibilidad de superarla haga lo que se haga por la sociedad burguesa, siendo neesario el dar ya el paso de centrarse en el crecimiento basado esencialmente en el desarrollo intensivo de las fuerzas productvas, subordinando el extensivo a la necesidad y la libre decisión de la sociedad, en vez de la actual agobiante situación, en que el ser humano carece de libertad frente a estas fuerzas que le arrastran al abismo.
Bueno, que divago de nuevo. Lo importantge es no perder de vsta la realidad empírica, que nos dice que esta lucha es hoy (y desde hace décadas) una lucha muy rara, pues solo hay un luchador y, del otro lado, un muñeco de trapo.
Divagaciones en el Cinosargo
2020/04/20
Es que son dos cosas diferentes que en la sociedad haya grupos sociales (clases) conintereses objetivos contrapuestos, y que haya lucha entre grupos sociales. El primero serña la causa del segundo, pero cuando el segundo se de. Lo que vemos es que el capital defiende sus intereses, pero es que esta sociedad es lel capital organizado como clase dirigente y por tanto en todo momento cmo sujeto. Los órganos de la sociedad son sus órganos de clase. Su voluntad es la voluntad social (en principio, claro). Pero mientras ls demás clases no defiendan los suyos, no hay lucha, lo que hay es dominio de clase.
dedona
2020/04/22
Mi querido divagante. Primero: hay clases distintas porque hay una distribución heterogénea de los recursos necesarios para la vida tanto física como social. Es un dato. Miramos y vemos una sociedad asimétrica en esos parámetros. Segundo: hay tensión entre esos grupos. Como mínimo existe la de los grupos dominantes por seguir siendo dominantes. Ya solo con eso podríamos afirmar que existe lucha de clases. Desde el punto de vista marxista, lucha de clases es algo que exige posicionamiento de la clase trabajadora, es decir, no solamente la acción de la clase dominante, sino la resistencia activa de la clase trabajadora. Pero como sociólogos nos basta dos consideraciones de hechos para poder ofrecer una calificación: Los dos expresados. Existe asimetría social. Mantener el status quo exige acción del dominante. Hay más parámetros claro. La calificación es: Estamos ante un proceso. La lucha de clases es un proceso social que nace la asimetria y de la tensión dialéctica resultante. Lo del posicionamiento es aparte. También hay quienes se posicionan diciendo que no existe y existe.
Divagaciones en el Cinosargo
2020/04/22
BUeno, según la teoría marxista la mera resistencia defensiva, la lucha puramente sindical por ejemplo, no es todavía lucha de clases. Marx lo llamaba guerra de guerrillas preparatoria que no sacaba a la clase obrera de su conservadurismo en Salario, Precio y Ganancia, y Lenin lo llamaba el embrión de la lucha de clases, de la que esta habría de surgir, en ¿Qué hacer? por ejemplo. Desde ese punto de vista, lo que hubo durante todo el período del capitalismo keynesiano no fue en sentido estricto lucha de clases, sino regateo en el marco de un pacto social en que la clase obrera aceptaba el statu quo y se sometía a la clase dominante a cambio de esto y aquello, buscando su mejor acomodo en el sistema a cambio de su sometimiento. Como decía Marx, una clase conservadora hablando del tradeunionismo inglés. Eso implicaba muhas cosas, en primer lugar que la clase obrera ligaba su destino al del capitalismo y no a su superación (renuncia a la lucha de clases, verdaderamente). En el fondo lo interesante es cómo todo un grupo social opto por ese camino, porque claro, no estamos hablando de personas que dicen una buena mañana «voy a hcer esto» sino de grupos sociales enteros que se mueven como tales mediante complejos mecanismos, pero eso es ya otra cuestión.
A mí me parece lógico que un estado de cosas así sembrara el terreno para que ocurriera lo que ha ocurrido en la fase posterior, la que se suele llamar neoliberal, en que la burguesía rompió el pacto social y se lanzó a la ofensiva, con lo cual la clase obrera, que ligaba su destino al capitalismo y buscaba en él su mejor acomodo, estaba desarmada. Como, por lo que sea, no fue capaz de retomar la lucha de clases (en el sentido antes indicado) y plantear una alternativa al orden establecido, no quedaba otra como lo que vamos viendo década tras década desde entonces. Es como si, durante el periodo keynesiano, la clase obera se hubiera cortado las manos a cambio de una vida mejor, y ahora que había que hacerlo no pudiera pelear.
Por supuesto, habá muchas otras concepciones de la lucha de clases que la marxista, que tampoco tiene por que ser correcta a priori, pero si hay que dar por válido que la lucha de clases es el motor de la historia, me parece adecuada (no sé si alguna de esas otras teorías lo será también, de socilogía ni idea, lo mío es la física; pero una concepción que valora como lucha de clases el que la clase dominante actue libremente sin que nadie se le oponga ni que haya lucha, no digamos ya que pretendan sus oponentes establecer otro orden de cosas, yo creo que ya no es compatible con esa concepción como motor de la historia, ya que entonces el motor de la historia es la clase dominante, su voluntad, su incapacidad o capacidad, etc.).
La cuestión entonces es qué es ese «lo que sea», el por qué de esa incapacidad de la clase obrera para responder a la ruptura del pacto social de forma simétrica a como lo hizo la burguesía, lo que le ha dejado en esas (hace ya tiempo) nuevas circunstancias incapaz incluso para esa guerra de guerrillas y lucha de resistencia. Porque vamos, ya la huelga del 14D fue una victoria pírrica, que la huelga en sí fue una gran victoria, pero que no dio frutos, nos metieron un buen paquete a pesar de ello.
Yo la única explicación (o intento de explicación) que encuentro es ese, que la clase obrera simplemente entra en declive junto con el capitalismo, y que corresponde a nuevas clases en formación que surgen de la predominancia de la forma del trabajo asalariado como forma dominante y ligadas a las fuerzas productivas en expansión, mientras que la clase obrera y el trabajo productivo que realiza está en declive.
Además, me parece de lo más lógico ese declive incluso con Marx en la mano. Porque si tomamos la ley de la tendencia a decrecer de tasa de ganancia de Marx (que por supuesto el capital encuenta maneras de compensar, de otro modo habría sucumbido, y en algunos de esos modos está la clave de esas nuevas fuerzas productivas) y vemos que su causa es lo que Marx llama crecimiento de la composición orgánica del capital, es decir, el cociente del capital constante al variable, o sea, del capital al trabajo, pues está claro que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y la tendencia decreciente de la propia clase obrera son dos caras de lo mismo.
En tiemos de Marx vale que las cosas no eran así, porque el capitalismo estaba en plena expansión, y hacían falta más y más obreros cada vez para ampliar más y más la producción, eran mas las posibilidades de ampliar que lo que se podía hacer en un momento dado. Pero ahora estamos del otro lado de la colina.
El único problema para el capital en sus políticas no es la resitencia de la clase obrera ni de ninguna otra, sino que no puede destruir la demanda, lo que viene a significar que no puede destruir el capitalismo de consumo de masas, con lo que no se puede volver al siglo XIX en realidad, ya que eso equivaldría a la desacumulación de capital, algo que hasta ahora solo ocurría en las crisis y guerras, y que or eso eran crisis y guerar y causaban tantos males a la vez que revitalizaban la economía, pero hacerlo de forma sistemática equivale a cancelar el capitalismo.
Otra cuestión que veo es que las clases, además de nacer y morir, se transforman con el tiempo y con el propio desarrollo de los modos de producción dentro de una u otra sociedad. Así, la burguesía de la Edad Media es muy diferente de la burguesía capitalista del siglo XIX que implantó la sociedad buguesa.
Pues ahora pasará igual, y las clases trabajadoras se estarán igualmente transformando en nuesto tiempo. Así que yo creo, simplemente como posibilidad tampoco es que lo afirme, que es que estamos en un tiempo en que se está fraguando realmente las nuevas clases asociadas a las nuevas formas de producir o sea, el nuevo modo de producción (vale, admito que, sin ser ni connsiderarme marxista, estoy asumiendo que esta parte de la decripción de Marx de cómo se produce el cambio social también es correcta, solo discrepo de él en que lo que era válido en los tiempos de ascenso del capitalismo y construcción de la sociedad burguesa, que el extendió para toda esta, yo ceo que con el declive de la sociedad buguesa en realidad tienen un efecto al contrario, tal y como he descrito que pienso que ocurre con la clase obrera, al revés o, cuando menos, de otra forma.
En cualquier caso, una explicación válida ha de dar cuennta de la inopia, adocenamiento e inacción de la clase obrera durante estas tremendas crisis y frente a esos palos tan gigantescos que ella misma se lleva, que dura ya la cosa va camino de medio siglo si no incluimos la época kynesiana, con lo que no se puede atribuir a fenómenos momentáneos de desorientación tras la derrota etc., que serán superados. Me resulta difícil de admitir que el llamar lucha de clases a esa inacción y desnortamiento absolutos, porque X sea lo que sea X, resuelva el problema, casi diría que eso se parece un poco al voluntarismo y a hacer entrar las cosas con calzador. NI tampoco me arecen vñalidos los planteamientos que veo en los grupos comunistas recurriendo puramente a factores subjetivos de dominación ideológica, etc., porque, si lo damos por bueno, y tras todo lo que hemos pasado, entonces podemos esperar que esa inacción siga eternamente y bajo cualquier circunstancia, lo que equivale a renunciar a todo eso de la lucha de clases y demás, etc..
Divagaciones en el Cinosargo
2020/04/22
En mi última respuesta, creo que no dejé claro que mi parecer es que todos esos cambios en el lado subjetivo de la clase obrera, cuando aceptó el pacto social, cuando luego fue incapaz de retormar lal ucha, etc., se debieron no a causas subjetivas sino que estas meramente actuaron como mediadoras o mecanismos por el que transcurrieron las cosas, sino a cambios en la realidad objetiva, cambios que además se insertan como diferentes fases en un proceso histórico coherente, aquello que expreso diciendo que el ciclo vital de la clase obrera es paralelo al ciclo vital del capitalismo o sociedad burguesa, porque el capitalismo es un modo de producción que aparece históricamente antes de la sociedad burguesa. y la sociedad burguesa es la que se articula y organiza en torno a ese modo de producción comomodo de producción principal al que se subordinan y adaptan los demás que subsisten, o aparecen).
El punto más débil en todo lo que digo, creo que es que hablo de nuevas clases, nuevo modo de poducción, etc., pero no aclaro en concreto a qué me refiero. Personalmente solo veo, en el mejor de los casos, pinceladas y me muevo más bien por la intuición de que es necesario que esté ocurriendo así, algo muy peligroso ciertamente, pues supone una postura apriorística, dogmática, así que hay que andarse especialmente pendientes del contraste con la evidencia empírica.
Por ejemplo respecto a la automatización. Vemos por todos lados que aparecen barcos sin trpulación, aún a nivel experimental, minas en UK sin mineros, metrosd e incluso autobuses, ya en explotación en China por ejemplo, sin conductores, tiendas en Canadá sin dependientes… la tecnología ha avanzado hasta ese punto. Solo es el preámbulo, y de hecho un problema para que se avance en esa dirección es que mientras a la empresa particular, concreta,, la empresa Fulanito S.A. le interesa avanzar por ese camino, pero para el conjunto del sistema sería el suicidio, la demanda desaparecería al tiempo que la productividad y la se dispara literalmente al infinito y con ello la producción llegaría tan alto como se quisiera (bueno, límites naturales aparte, claro). Así, en mi opinión, estas tecnologías no se aplican en la misma extensión en que sería ya hoy posible, y no hay un impulso para desarrollarlas a toda máquina sinno más bien a que la cosa no vaa tan rápido como podría. Eso precisaría superar la organización social basada en el capitalismo como modo de producción vertebral de la sociedad. Digamos que, extrapolando las cosas al límite para extremar los contrastes y ver claro aunque sea un supuesto poco o nada realista, el capitalismo es absolutamente incompatible con una sociedad en que trabajen las máquinas para los seres humanos, mientras que el ser humano se dedica solo a aquellos trabajos que suponen realmente lo que dicen las Constituciones y las bonitas teorías que es el trabajo: el medio de desarrollar libremente la personalidad, etc. Por mucho que se quiera, el limpiar mierda o pasarse el día haciendo el mismo movimiento en una cadena de montaje o en una confeccion de ropa de Zara, no es un trabajo que desarrolle para nada la personalidad, sino más bien la degrada y atrofia, y son cosas, en términos absolutos auque el interés inmediato sea el conservar el puesto de trabajo, a eliminar a largo plazo. Esto es solo una pincelada, un rasgo o una intuición de por dónde creo ue pueden estar yendo las cosas. Poco más soy capaz de decir. Como digo, esa es la parte de mi postura más débil.