Hasta qué punto es inminente el colapso de la civilización actual? – 5. Aplicaciones de la dinámica de sistemas a las ciencias sociales

Posted on 2018/12/22

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Hasta qué punto es inminente el colapso de la civilización actual? – 5. Aplicaciones de la dinámica de sistemas a las ciencias sociales

“Si se nos pregunta si somos libres diríamos que sí, pero si se nos pregunta si creemos ser capaces de cambiar el mundo que nos rodea, ya sea individualmente o en grupos, diríamos que poco o muy poca cosa.” – Zigmunt Bauman[1]

Systems theory

Índice de la serie y enlaces

Es poco conocido que esta teoría general de sistemas ha superado con éxito los límites de las ciencias ‘duras’ y de la ingeniería para abarcar otras ciencias naturales (biología, ecología), y también, de forma muy destacada, distintas ciencias sociales (257). Son los denominados sistemas centrados en las personas, que pueden describirse como sistemas realimentados adaptativos, que incluyen la mente y las emociones (258,259). Las aplicaciones del método por parte de sociólogos del siglo XX tales como Talcott Parsons (260-262), Niklas Luhman (263-265) y Anthony Giddens – con su teoría de la estructuración (266) – decayeron en los años 70, pero adquirieron renovado impulso en los 90 de la mano de Peter Senge (93) y John Sterman, del Massachusetts Institute of Technology (MIT) (267) y también de David Lane, de la London School of Economics. Éste último nos señala acertadamente, respecto a las críticas que recibió el modelo World3[2], que:

“Las ideas de Forrester operan a nivel de la metodología, y no de la teoría social. De modo que la dinámica de sistemas no está casada con paradigma social alguno, y puede ser recreada para su uso en el marco de paradigmas distintos.” (268)

Nada más cierto, porque la metodología de la dinámica de sistemas, como hemos dicho, es absolutamente neutra, son matemáticas puras. Si a alguien no le gustan los resultados de un accidente de tráfico no va a culpar a las leyes de Newton; lo mismo aplica a quien no le gusten los límites que la metodología nos obliga a considerar en una aplicación de la dinámica de sistemas al sistema socio-técnico mundial.

La formación básica de Forrester era la de ingeniero electrónico, y en su periplo profesional aplicó la dinámica de sistemas al desarrollo urbano en particular y a la gestión organizativa en general cuando creó el Sloan Institute of Management del MIT.

La dinámica de sistemas es una herramienta ampliamente empleada por los gestores industriales para la toma de decisiones en el marco de la denominada investigación operativa (269). La emplean los militares para decidir estrategias, y la alquilan algunos políticos para examinar la evolución de su aceptación por parte del público[3]. La usa incluso la policía para aumentar la eficacia en la prevención del delito y para combatir más eficazmente la insurgencia (270). Science informa de que unos investigadores de la Universidad de Indiana acaban de ser atacados vía difamación por haber osado emplear la dinámica de sistemas con el fin de discriminar los mensajes de Twitter originados por máquinas de propaganda política o empresarial de los ‘auténticos’ (271).

Una de las aplicaciones más sugerentes de la dinámica de sistemas aplicada a las ciencias sociales es el estudio de las macrodinámicas sociales, lo que se conoce por cliodinámica. Karl Marx, con su sociedad de clases, e Immanuel Wallerstein, con su concepto de núcleo-periferia, fueron de los primeros en describir el mundo en términos estructuralmente simples, y así se le considera a este último el teórico del World System (272,273). También Marvin Harris, en su teorización del materialismo cultural (no confundir con el materialismo marxista que no tiene nada que ver) en términos de ‘infraestructura, estructura y supraestructura’, supo también ampliar un poco más el campo de visión (274,275). Por su parte el holandés Kees Van der Pijl, teórico del dominio ideológico occidental sobre la sociología académica (276), también examinó la distribución de poder en términos estructurales de Lockean heartland y contender states (277). Y Bertrand Russell, que se interesó también por el método, fue el precursor que examinó el mundo en términos de las distintas formas de poder y dominación (278).

Ciclos históricos

No me consta que se haya hecho de los componentes funcionales e interrelaciones definidas por estos autores ejercicio matemático alguno – salvo en el caso de Marx (279) – pero son pensadores a considerar en la medida de que han sido de los primeros en tener muy presentes los lazos de realimentación entre componentes de la estructuración social y, en el caso de Wallerstein, en rescatar los denominados ciclos Kondratiev de largo plazo (280) (que los economistas rechazan porque sus modelos son incapaces de reproducir), y que se superponen a otros procesos cíclicos a más corto plazo.

Secular CyclesA finales del siglo XIX el filósofo checo Karl Kautsky señaló la importancia de realizar una síntesis entre marxismo y lo que consideraba ‘verdades parciales del maltusianismo’ (281). Pues esto es lo que han hecho recientemente el ruso Andrey Korotayev y, sobretodo, el estadounidense Peter Turchin, de la Universidad of Connecticut, y el también ruso Sergey A. Nefedov. Han trabajado matemáticamente las dinámicas sociohistóricas y han desarrollado un modelo demográfico-estructural (282). Lo que han hallado es muy interesante y sugerente, y ha dado lugar a distintos papers y al libro Secular Cycles.

Turchin y Nefedov han analizado modelos malthusianos (demográficos) y modelos marxistas (estructurales). Establecieron matemáticamente las ecuaciones de ambos modelos, hasta ese momento establecidas sólo de forma descriptiva, y las aplicaron por separado a un número elevado de sociedades pasadas – muchas más de las consideradas por Jared Diamond en Colapso (283). No había forma de reproducir su evolución. Sin embargo, tan pronto sintetizaron ambos modelos en uno sólo, de modo que ambos factores interactuaran dinámicamente, cada uno afectando al otro y siendo afectado por él (realimentados), entonces sí fueron capaces de reproducir matemáticamente la evolución real del crecimiento de esas civilizaciones, su posterior colapso en términos de ingresos, producción y población, y deducir de todo ello mecanismos de fondo comunes (284). Por cierto que Diamond no les gusta nada a los neomarxistas, a quien consideran excesivamente determinista. F**k Jared Diamond!, titula el editor de su revista de referencia Capitalism Nature Socialism (285).

Los amos del mundo

Zoom de la red de control mundial y sus interrelaciones en su área financiera, según ref. 288

Zoom de la red de control mundial

y sus interrelaciones en su área financiera,

según ref. 288

Otras excursiones del método fuera de la ingeniería, la biología o la economía (veremos poco más adelante estas últimas) se han producido al analizar la evolución del derecho internacional en términos de sistema complejo adaptativo (286), pues muchos sistemas complejos pueden ser vistos como redes (287). En este terreno otra aplicación de gran interés, bastante reciente, es la que muestra el sistema de control del mundo por parte de las empresas transnacionales y sus (incestuosas) interrelaciones. Conclusión del estudio: el sistema económico global está en manos de sólo unas 700 personas que acaban controlando, directa o indirectamente, el 80% del valor de todas las empresas transnacionales del mundo (288). Sí, es algo subversiva, la dinámica de sistemas (289,290).

La dinámica de sistemas resulta ser el puente más sólido entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, aunque se ablande (sólo un poco) a medida que se acerca a lo humano. La teoría de sistemas está bien definida en la Enciclopedia General de Ciencias Sociales desde 1968 (291). Se han desarrollado metodologías cuantitativas denominadas soft systems dynamics methodology (SSDM) (292) y su complemento data-based mechanistic modelling (DBM), más específica esta última para el análisis medioambiental (293). Siempre quedará la discusión sobre la validez del modelo matemático empleado para caracterizar el comportamiento humano y social, su nivel de detalle y su resolución temporal. Pero para eso no es posible presentar otro argumento que la analogía del mapa, y resultados concretos. Y resulta que funcionan.

La cuestión del determinismo

Por su parte, la cuestión del determinismo sistémico, esencial en ingeniería, resulta con toda razón controvertida en el terreno de las ciencias sociales. ¿Hasta qué punto resultamos condicionados por el sistema en el que estamos insertos? ¿Somos totalmente esclavos de él? ¿Y nuestro libre albedrío? (294). Reconocer el condicionamiento de los sistemas sociales sobre el individuo es difícil, entre otros motivos porque el sistema conspira para que esta percepción resulte reducida. Cuando digo conspira no me refiero (en esta ocasión) a un grupo de personas fumando y planificando contra nosotros. No. El sistema funciona solo, se autorregula, y lo hace en base a unos objetivos implícitos, apenas visibles, pero bien presentes. Y determinantes.

El caso es que sólo podemos darnos cuenta del condicionamiento al que nos somete si somos capaces de reconocerlo como sistema, con su contorno adecuado, y examinarlo desde fuera (desde arriba, hemos dicho hasta ahora). Esto recuerda la idea taoísta de que solo “la consciencia” sirve para evolucionar, ya que la historia personal nos hace atascarnos en dinámicas inconscientes emocionales y mentales bloqueantes que, una vez que se reconocen, se disuelven por si mismas… pero hay que reconocerlas, sacarlas del inconsciente y verlas “desde arriba” o “desde fuera”[4].

El concepto de sistema contradice nuestra creencia de seres (totalmente) libres. Jay Forrester afirmaba en 1998, en la Universidad de Sevilla, que:

“La gente es reacia a creer que los sistemas físicos y los sistemas humanos son de la misma naturaleza. Aunque los sistemas sociales sean más complicados que los físicos, pertenecen a la misma clase de sistemas realimentados no lineales de orden elevado, como los sistemas físicos. La idea de un sistema social implica que las relaciones entre sus partes condicionan fuertemente el comportamiento humano… En otras palabras, el concepto de sistema contradice la creencia de que las personas son agentes totalmente libres.” (295)

Con todo, el dilema del determinismo parece resuelto en favor de quienes, como Anthony Giddens y David Lane, modelan la interacción individuo-sociedad de forma reflexiva, de modo que el individuo, o un grupo de ellos, es capaz de condicionar el entorno, de definir un marco de relaciones, que a su vez condiciona al individuo una vez establecido (296,297). De modo que si, desde luego que somos capaces de alterar el sistema (implantando y acoplando sistemas de control), y además es nuestra responsabilidad hacerlo. Pero mientras no sea así resultamos condicionados de forma inexorable por el sistema preexistente (298). Y así, muchos de nuestros errores son debidos al propio sistema por lo menos tanto como a nosotros mismos. A la manía de autoculparnos de todo los psicólogos lo denominan ‘error fundamental de atribución’, efecto que ha sido analizado también por John Sterman del MIT, el mismo que he referenciado repetidamente como analista de nuestras dificultades de percepción y manejo sistémico (299).

Gobernanza y control social

Siendo que Forrester, el creador de LLDC, hizo una carrera de aplicar la dinámica de sistemas al mundo de la gestión empresarial, lo que fue seguido por Peter Senge (93) y John Sterman, ambos también en el MIT (!) – metodología que, en ese ámbito, si ha triunfado – su traslación a la política ha devenido de manera natural (300,301). Es así que en el mundo político, aunque de forma (no muy) minoritaria, esta herramienta se emplea también como ayuda a la toma de decisiones, sobretodo electorales. Y ahí donde no lo hace debería hacerlo pues, como vamos viendo, es de las herramientas más fértiles desarrollados por elo ingenio humano.

Uno de los ámbitos de aplicación de lo que le estoy diciendo es precisamente la política climática donde Andrew J. Jarvis, de la Universidad de Lancaster, ha estudiado las políticas de mitigación en términos de cómo diseñar un sistema de control secuencial del sistema climático vía políticas de mitigación (302,303). También Slobodan P. Simonovic y Evan G. R. Davies han penetrado en este campo (305). Y Georgi M. Dimirovski, quien señala la responsabilidad de los ingenieros de control en estos tiempos difíciles, a quienes invita a orientarse hacia lo económico y social (306) – yo añadiría que la desindustrialización de occidente puede favorecer esta decantació. No es extraño que, en estas circunstancias, haya sido precisamente la globalización la que haya atraído la atención de los especialistas en ingeniería de sistemas (258,307).

Otras visiones holísticas han sido examinadas por el británico Martin Parry al contemplar conjuntamente las políticas de mitigación y las de adaptación respecto al cambio climático (308) y también por el Instituto Potsdam para la Investigación de los Impactos del Clima, alemán (309). Investigadores canadienses desarrollaron – y publicaron en la académica y dura Automatica – un sistema de control estocástico para la determinación del timing óptimo de las políticas climáticas (310). Más en general, Joan David Tàbara examina cuestiones de gobernanza de la sostenibilidad bajo este prisma (311).

Por su parte, la conferencia de premios Nobel de 2011 recomendó como idea fuerza que:

“Los políticos de todo el mundo deberían adoptar un nuevo pensamiento sistémico que ponga mucha más atención a los efectos colaterales negativos de las soluciones rápidas, y que reconozca las numerosas posibilidades de invertir en el uso sostenible de los ecosistemas y de sus servicios.” [énfasis añadido] (312)

He señalado que para controlar un sistema no es necesario, y a menudo ni siquiera conveniente, ubicar un controlador en la cima de la jerarquía sistémica. Muchas veces basta con una intervención en uno o varios puntos concretos, cosas más discretas. Veámoslo con un ejemplo sencillo de funcionamiento elemental de un sistema político democrático.

Esquema básico de un sistema democrático realimentado

Esquema básico de un sistema democrático realimentado

La imagen de la figura representa el esquema básico de un sistema realimentado. De hecho, todos los sistemas realimentados son reducibles a esta estructura básica de iteración. Supongamos que queremos modelar (cualitativamente, por ahora) un sistema democrático ideal, al menos teóricamente. ¿Cómo funciona el mecanismo?

La ciudadanía vota y elige un gobierno. Unos sensores periodistas examinan las acciones del gobierno y las trasladan (de vuelta) a la ciudadanía a través de un lazo de realimentación constituido por los medios de comunicación. En tiempo real, si esto fuera un automatismo perfecto, el gobierno recibirá de la ciudadanía, a través de sucesivas iteraciones, las señales que le indiquen en qué medida su acción se aparta de la que la ciudadanía desea. Idealmente, en términos de una democracia automática, el gobierno respondería a esta demanda. En estas condiciones ¿qué puedo hacer yo si tengo la intención – y la posibilidad – de interferir en el proceso porque las acciones del gobierno no me favorecen? ¿Ubicar un nivel superior de control, un dictador? Hoy ya no. Hay formas más inteligentes, menos aparentes y más eficaces, ‘gracias’ a la dinámica de sistemas (y a la propaganda).

Una de las intervenciones más efectivas consiste en condicionar el lazo de realimentación, insertando ahí un controlador. Si instalo una máquina de desinformar o difamar o… ya sabe usted cómo se las gastan, lograré alterar la percepción del público y condicionaré así su voto. Casi siempre es suficiente con insertar un sencillo filtro. Si lo hago bien, y lo energizo lo suficiente, acabaré decantando el sistema a mi favor, lograré que sean elegidos los míos.

Esto funciona así, y por eso la izquierda no gana hasta que la derecha lo hace rematadamente mal. Para hacer esto se necesita mucho dinero y muchas complicidades, implícitas incluso, en los centros de poder. Y estas potencialidades se encuentran, por lo general, en mucha mayor medida en manos de la derecha que en las de la izquierda.

Ya ve usted para qué sirve y lo subversivo que es el systems thinking[5]. Un trabajo publicado en la System Dynamics Review en 2010 mostraba por qué los distintos movimientos sociales, y en particular los ecologistas, son incapaces de alterar el funcionamiento del sistema, y ofrecía pistas sobre cómo abordar el dilema (crux, o punto decisivo, crucial, le llama) de vencer la resistencia al cambio mediante la dinámica de sistemas (313). Lo examinaremos algo más adelante en esta serie.

Finalmente, un último ejemplo de cierta actualidad. Los independentistas escoceses reclamaban al Reino Unido la devolution. Peter A. Corning, del Institute for the Study of Complex Systems, esperaba que ese proceso supusiera una oportunidad para examinar y validar, o hasta qué punto, modelos que examinan la hipótesis de la sinergia entre comunidades bajo distintas condiciones, independientes o no (314). Habrá quedado algo frustrado.

En la próxima entrada examinaremos las aplicaciones de la teoría de sistemas al sistema económico.

Examinar referencias

Notas al pie

[1] Zygmunt Bauman (2001) – En busca de la política (315)
[2] Modelo de Jay Forrester que sirvió de base al informe Los límites del crecimiento
[3] Aseguraría que el famoso consejero áulico del presidente español Mariano Rajoy, de nombre Pedro Arriola, hace uso de estas herramientas para su estrategias y previsiones electorales
[4] Debo literalmente este último párrafo a la generosidad de Margarita Mediavilla
[5] Pensamiento sistémico

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