
Entre la estupidez endógena de cierta izquierda y las estupideces inducidas desde el poder, combinado todo con la sensación desamparo y el deseo de «algo hay que hacer» que ciega a la mayoría, el resultado es que cada vez estamos peor.
Lograr decenas y decenas de diputados a costa de renunciar a asuntos clave de la máxima importancia ¿es lograr qué exactamente? Y jugar a partiditos dejando que la fascinación por siglas históricas o ideas de gran respeto haga olvidar que la política debe ser práctica, útil y encaminada a cambiar las cosas aquí y ahora, ¿a donde lleva? ¿a sustentar sectas estúpidas por muy disfrazadas que estén? ¿Es acaso imposible defender con éxito los valores republicanos y ayudar a cambiar la vida aquí y ahora?
Venimos de una gran derrota y al parecer seguimos en ella. Los profetas que nos rodean proclaman con éxito, cada cual a su modo, dos ideas opuestas: para triunfar —esto es, subir, medrar, jugar a políticos de verdad— , es preciso renunciar a los propios valores, única forma de conseguir el apoyo del poder mediatico que nos puede hacer conectar con las masas necesitadas de esperanza; la otra idea es agitar siglas y banderas con las que atraer a los que se reconocen en ellas perosin voluntad ninguna de ir a ninguna parte. Unos y otros llevan a un camino ciego. En un caso, se logra ocupar espacios relumbrantes, en el otro parasitar ideas hermosas para luego negarlas día a día, Unos las ignoran , otros las parasitan. En ninguno de los dos casos se va a ninguna parte.
¿Qué podemos hacer?
Ante nosotros hay un horizonte aterrador. Más precariedad, más alienación, más miseria, más inquietud. Las debilidades de España son tremendas y serán de extremo peligro para la población. Sin soberanía, esto es capacidad para decidir sobre los propios recursos para salvar a la población ¿donde iremos? Tenemos encima desafíos ecológicos, energéticos que amenazan toda la estructura vital del país. No hay ante nosotros veinte o treinta años más de expectativas de crecimiento o de posibilidades de mejora. Solamente se va a retroceder. Tenedlo por seguro.
No me basta con que me entierren con mi bandera y el recuerdo de mis seres queridos.
Si alguien desea vencer, esos somos nosotros los republicanos. Nuestra única debilidad es no haber sabido valorar el peligro que representa el cinismo y la estupidez en política que son, a la postre, los dos principales enemigos que debemos vencer. En la búsqueda sincera de la unidad necesaria olvidamos la mayoría de las veces que toda unidad para ser fructífera debe construir sobre objetivos y acciones que fuese claros y exigieran compromiso efectivo a los participantes. Y no ha sido así desgraciadamente. Se llaman republicanas fuerzas con representación parlamentaria, millones de votos e interlocución pública que no ponen esa fuerza ni su compromiso en la defensa de la república, apelan a ella como parte de sus atrezzos o de sus legitimaciones cara a su galería, pero no la incorporan a sus alianzas electorales, parlamentarias y políticas, tampoco a sus programas de acción, a los electorales o, incluso, a los de gobierno. Para algunos, unidad republicana consiste en ignorar el republicanismo y pretenderse únicas fuerzas en ese campo, redefiniendo ellos el terreno. No faltan ahora los que cuestionan la tricolor y los símbolos nacionales españoles republicanos, ni los elementos centrales de la ideología base del republicanismo español, laicismo, escuela pública, mismos derechos y mismas obligaciones en todo el territorio de la república, confrontación de ideas con la reacción, legitimidad republicana, defensa a ultranza del concepto de pueblo español, su soberanía e independencia, conciliable con el respeto a la pluralidad del país, necesidad de acabar con la impunidad franquista y de poner al servicio de la nación el trabajo y la riqueza nacional.
Gonzalo
2015/12/26
Me surge la intuición -sólo intuición- de que hay dos objetivos inmediatos plateados. El primero es lograr que el debate público deje de estar centrado en hasta dónde ha de llegar la Segunda Transición, sus límites y objetivos, etc. Sino que hay que imponer, como debió ser en su tiempo, el debate entre transición o ruptura, y empezar a debatir: ¿por qué ruptura? ¿Por qué este régimen está ya agotado? ¿Por qué el modelo de construcción social, de Estado nacional heredado del pasado por las clases dominantes, ya está agotado y no puede dar lugar sino a futuros enfrentamientos, y hay que sustituirlo por un nuevo «proyecto histórico»? ¿Ha de cambiar el poder de clase para que haya ruptura porque si no, esto va a ser lo mismo con decorado exterior nuevo? ¿La ruptura como mecanismo de expresar la voluntad popular ante un régimen que se muere y trata de sobrevivir negando y manipulando con los medios y las maniobras políticas la voluntad popular (cosa que puede durar indefiidamente si nadie le pone el cascabel al gato)? La ruptura, al centro del debate, la transición es más de lo mismo.
EL segundo objetivo sería tener en cuenta que la ruptura ha de asentarse no sólo en el temor ante un régimen que no es capaz de sustentarse más que sobre el sacrificio de las clases populares y los pueblos, y el negro futuro que se nos está viniendo ya encima, y es que la pervivencia del régimen tiene por sentido el garantizar que la descomposición y el agravamiento de los problemas prosiguen su curso para que así el poder pueda mantenerse. Estamos en un capitalismo estancado, que ya no crece y ni siquiera hay pendiente una modernización de España y de incorporación a estructuras imperialistas europeas que dé un margen de mejora con la «puesta al día», como cuando la Transición 1.0.
Todos esos problemas que nos agobian muestran por un lado el agotamiento político del régimen (y del modelo socioeconómico del que es su forma política), pero a la vez muestran qué procesos están vivos en nuestra sociedad, a qué se debe dar respuesta, cuáles son las necesidades populares y sociales, las tendencias históricas en marcha, que el régimen trata de ahogar para sobrevivir, incluso a costa de ahogar a la propia sociedad.
Así que hay que basar la ruptura no sólo sobre la crítica de lo viejo -fundamental y pilar de todo, claro está- sino a la vez, captar esas tendencias y procesos para acrisolarlos en un nuevo proyecto histórico de sociedad, que lance a las clases populares a su construcción, que dé expresión ideológica y organizativa a esas tendencias históricas en que late lo vivo por debajo de lo que se muere, y, como primer paso de esa construcción, lleve a demoler lo que se muere. Acrisolamiento que no sería sólo de ideas sino también de las gentes que las encarnarían, y que ahora andan por ahí difusas, disueltas, con una ansiedad cuyas causas no se comprenden y que por ello resultan paralizantes pero que son el germen de la rebelión una vez que haya claridad… que ahora andan a la zaga del régimen (y ese fue el papel de Podemos, que en este contexto podemos expresar diciendo que era mantener a las clases populares constreñidas en los cauces del régimen, y «disueltas» en los grupos sociales en que se apoya el regimen impidiendo mediante ese encauzamiento una nueva «cristalización» de los grupos sociales en tanto que grupos políticos (una especie de metamorfosis de la estructura de las clases sociales en tanto que sujetos políticos, de manera que se correspondiera con las clases objetivamente existentes… -este último aspecto ya es cosa más mía y no es necesario admitirlo para dar por bueno lo demás). Y contener a las tendencias históricas, que están pugnando por salir a la luz en la forma de expresión libre y fraternal de la voluntad popular, bajo la pesada losa de esta tumba en que se está convirtiendo el régimen de las eternas transiciones en círculo, los eternos retornos, en que todo es siempre lo mismo; una contención de tensiones que, si no es por la vía del permitir el libre devenir de la voluntad popular, terminará por dar lugar a todo tipo de violencias y desgracias, lo cual es evidente, por ejemplo, con respecto a la cuestión nacional, pero es igual o ma´s peligroso en otros aspectos quizás menos evidentes).
Es sólo intuición y a botepronto, poco pensado y elaborado, quizás demasiado especulativo por momentos, con lo que quiero excusar la falta de claridad y concreción en la expresión de algunos pensamientos (pues son expresiones para entenderse uno personalmente, pero no son buena cosa para comunicar), y admitir la gran probabilidad de equivocarme.
Estoy leyendo lo de las circunscripciones y la ley electoral…
franco
2015/12/26
Un po’ di possibile, sennò soffoco” , pedía Deleuze. Creer lo que puede ser pensado e inventado, aunque parezca imposible.
Sinfonía Proletaria
2015/12/27
Reblogueó esto en sinfoniaproletaria.