Controlar la izquierda volátil. Podemos contra la unidad popular. Un análisis y algunas conclusiones / Pedro A. García Bilbao (28/06/2015)

Posted on 2015/06/28

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Véase: Análisis Europeas 2014: La izquierda volátil da un vuelco a las elecciones en España / Pedro A. García Bilbao

Podemos contra la Unidad Popular. Un análisis y algunas conclusiones

Muchas unidades populares y un sólo Podemos verdadero   2015/06/28

La conclusión no quería asumirse, se combatió: En España el electorado de izquierda se ha visto sistemáticamente defraudado por sus alternativas electorales. Existe una izquierda volátil, capaz de modular su voto, que fue la que apoyó a Anguita, retiró su apoyo a Zapatero y se lo entregó a Podemos en las Europeas 2014. Esto ha provocado movimientos de reajuste pues esa masa de voto resistente es tanto una oportunidad para una reconstrucción del espacio de la izquierda como un verdadero peligro para el régimen si se rompen los acuerdos o pacto de complicidad de la transición. La última novedad se llama unidad popular, que no sabemos en qué quedará,  y la incógnita la identidad de izquierda de Podemos. ¿será todo un movimiento táctico de un sector de IU para limpiar su armario y poder acercar un pacto vergonzante con la ascendente Podemos? Lo veremos en breve.

Podemos comparte con el régimen el objetivo de liquidar la izquierda real, sus valores, sus símbolos y la memoria de sus luchas; al régimen le preocupa la masa electoral que apoya a la izquierda tradicional, hoy esa izquierda tradicional se limita a gestionar su parte del pastel en la farsa de la transición, pero el potencial del voto de resistencia está ahí y asusta; es mucho más funcional una nueva «izquierda» desligada del pasado y de los símbolos de lucha tradicionales. Entre lo que el régimen necesita y el proyecto de Podemos hay elementos de coincidencia: quieren destruir la vieja izquierda y reconstruir una nueva sobre otra base. Podemos no quiere sustituir a la vieja izquierda, ser ellos y no los otros los que se beneficien de esa cuota de poder, desean crear un nuevo constructo a su modo de lo que significa ser «izquierda», tan nuevo es que declaran obsoleto el concepto.

No es que Podemos  actúe al dictado del régimen, sino que hay una ventana de oportunidad y su opción es esa, tuvieron los medios para desarrollar un plan de acción y una estrategia para hacerse visibles y lo llevaron adelante. Y ahí fue donde jugó el régimen: les ayudaron a tener visibilidad. En este periodo inicial, Podemos quiso lejos de sí a esa izquierda real, lejos de su organización y sus alianzas. 

En Podemos es el líder carismático el que marca la línea estratégica, los círculos son claramente secundarios, cumplieron una función, pero no son fuente de decisión política de nada, sino la parte de base que sostiene la cúpula piramidal de Podemos. El plan del lider sale adelante, sus mensajes salen en los medios, es una figura mediática, su juventud, empuje y dominio de la escena sumerge a los burócratas de IU y su discurso busca romper el hilo rojo de la memoria de lucha de la izquierda que ata a los votantes de izquierda con sus utopias y sueños y les lleva a votar a su organización tradicional. Por eso los medios del régimen le han apoyado, porque es un ariete contra la izquierda tradicional y su oportunismo es mucho más maleable. No es lo mismo combatir a un lider, que no deja de ser una persona, sobre todo si su carisma se basa en fortalezas de barro, que tratar con una clase y las contradicciones nacidas de la explotación.

En un país democrático no puedes destruir a las personas que votan, pero si puedes destruir al recipiente que recoge sus votos. Alguien jugó a aprendiz de brujo y le dieron visibilidad a Podemos para destruir los otros recipientes; como en el yudo, usaron la fuerza del otro para tumbarle. Y eso le vino bien al líder carismático.

Podemos dedica la mayor parte de su esfuerzo dialéctico a combatir a la izquierda : La presenta en sus discursos como  algo más identitario que práctico, más sectaria que abierta al pueblo, más guerra-civilista que democrática, más rígida y más cerrada de lo que se debe;  toman en Podemos distancia de símbolos y referentes que dicen ya no valen—los símbolos de la República, por ejemplo— , y mientras emprenden ese camino al mismo tiempo que son beligerantes en ese esfuerzo de demolición,  la derecha es cada día más agresiva y anticomunista, y el neoliberalismo se mantiene en estado de ofensiva ideológica continua.

No se trata de que en Podemos a la fecha critiquen hoy a los líderes de IU por haber actuado mal o no haber sabido defender sus valores, es otra cosa lo que hace Podemos: dan por hecho que los han defendido, pero sin éxito por su rigidez, pero sobre todo porque esos valores y símbolos — se hartan de decir—  no servirían para llegar a la gente y señala el Líder que si se desea ganar, es preciso para ello —desde su punto de vista— abandonar los referentes simbólicos y la identidad de izquierda, a la que tratan como a una «mochila» con cargas pesadas e inútiles para volar: sus palabras demuestran un desprecio profundo y una incomprensión inaudita de lo que significa ser de izquierda.

Podemos rechaza la idea de unidad popular entendida de forma clásica porque en un proyecto sincero de unidad popular estarían confluyendo los miles y miles de cuadros de la izquierda social que mantienen la lucha y sus valores pese a las mil traiciones en las que se basó la transición. Una unidad de ese tipo no le conviene, porque sonaría a Frente Popular y esas son unas palabras prohibidas, de las que darían «miedo» a sus inmaculados votantes. Una «unidad popular» les es aceptable si no tiene ese nombre y si su composición, contenido y estructura se ajustan al código de Podemos, asumiendo su liderazgo carismático y su discurso ciudadanista. Unirse en Cataluña a Iniciativa, una fuerza que destaca por estar controlada una cúpula que arrojó hace ya mucho cualquier pretensión izquierdista, no es más que más de lo mismo.

El concepto de unidad popular es algo que cuenta con la simpatía de buena parte del electorado de izquierda y de los que siendo de izquierda están profundamente defraudados con la izquierda realmente existente, o mejor dicho, con sus renuncias, traiciones y miedos. Garzón promueve la idea de unidad popular, pero hacerlo es al mismo tiempo la prueba del fracaso de IU, de donde han salido miles de militantes y menguado en votos por las mil renuncias y claudicaciones de estos años frente al PSOE. La Unidad Popular que propone Garzón es sobre todo una forma de ayudar a la transición entre la izquierda tradicional que representa IU PCE (no solo ellos) y la nueva forma bifronte movimiento más cuadros institucionales que representa Podemos.

El gran vacío electoral en el que se encuentra eso que los franceses llaman le peuple, el pueblo de izquierda, la ciudadanía que no se ha rendido, los que le piden a la republique que sea social y haga honor a lo de «fraterna», es muy grande. la Izquierda Unida post-Anguita cayó a extremos ridículos, recuérdese a Llamazares de diputado único, pugnando por girar cada día más a su derecha y por hacer de báculo del PSOE. Y en estos días en los que el fenómeno Podemos llega donde nunca llegó IU en expectativas de votos y resultados, Izquierda Unida se debate entre dos dudas: cerrar los ojos y decir que nada ha pasado o bien refundarse, el gran objetivo mil veces propuesto y nunca asumido, La propuesta de Unidad Popular (así sustantivada) que están haciendo puede ser tanto una oportunidad para reconducir su línea y sumando a los que hoy se marcharon siendo críticos con ellos, o bien modulándose para parasitar el proyecto Podemos sin cuestionar su línea reformista. Una hipotética fusión sería en realidad simbiótica dados los elementos que lo mueven, siendo la dirección ideológica y estratégica la podemita y el fondo de armario variado que aporta IU. Si la idea de unidad popular es algo distinto, lo que podría ser, lo veremos rápido. Desgraciadamente, en IU PCE lo que predominan son los despojos del carrillismo, y ya sabemos que un aparato huérfano de abrevaderos puede ser capaz de las piruetas más imposibles para mantenerse lo que nos obliga a ser realistas y no creer que es igual la existencia de una oportunidad de refundar la izquierda (una unidad popular) con que esa senda vaya a ser seguida. Lo más probable es un nuevo engaño y la aparición de un nuevo engendro fruto de un pacto bastardo entre el inmarcesible líder de Podemos y la nueva gran promesa que el aparato de IU pone hoy en escena, Garzón.

Podemos no cuestiona este régimen, lidia con él y busca un lugar al sol, no cuestiona la monarquía-tapadera que sufrimos, sino que realiza un cálculo basado en sus prejuicios y sus limitaciones ideológicas, para concluir que defender la República Española es de «perdedores», te marca como «radical de izquierda»y que su proyecto político no puede avanzar por ese camino, limitándose a la «boutade» de proponer que el Rey se presente a las elecciones.  Cuando hablan de república lo desligan de los referentes españoles históricos que según ellos tienen esos ecos negativos, ni se les pasa por la cabeza confrontar con la propaganda franquista que denigra la república española, es más, asumen buena parte de esos mitos y no tienen en realidad argumentos ni razones. Fracasada, guerracivilista, olvidada, inútil en la actualidad, son calificativos que no han dudado en emplear. Lo que venga será «nuevo», es decir, desconectado del pasado; no hablan de una Tercera República, sino si acaso de una nueva; no hacen suyos los simbolos nacionales republicanos, pues les parecen «ideologizados» e inútiles para una nueva mayoría social. El oportunismo, no obstante, no desdeñaría aprovechar cualquier situación que pudiera ocurrir. Una república en el arroyo, encontrada al lado de la senda, junto a los escombros de una monarquía corrupta, no dejaría de tener protectores que quisieran hacerse con ella.

Lo grave es que en realidad esto no va solamente de objetivos republicanos absolutos más o menos lejanos, sino de formas de hacer política. El líder carismático de Podemos es incapaz de ver la República Española como un objetivo moral irrenunciable para toda persona democrática, separa Patria y República —igual que la derecha postfranquista española— y olvida la persistencia de la Impunidad Franquista que pudre el actual sistema español y es la clave de la actual relación de fuerzas desde un punto de vista de clase en la sociedad española.

Podemos, a través de su único actor político capaz de marcar línea ideológica, su líder carismático, está instalado en una línea postmoderna, anti-izquierda y antirrepublicana, que hace el juego al sistema capitalista y a su expresión en España que es la Monarquía-Tapadera.

Un proyecto de  unidad popular digno de tal nombre puede surgir de un sentimiento de unidad compartido para hacer frente a las agresiones y para lograr una ruptura con el actual régimen de cosas, y salir adelante precisamente porque las direcciones burocratizadas y herederas de los equilibrios de la Transición, se han visto superadas desde abajo. La iniciativa lanzada con ese nombre por Alberto Garzón ha llevado a asambleas abiertas en todo el país, cuadros y activistas de toda procedencia pero con objetivos muy transversales y compartidos, la cuestión es si se están vetando presencias no deseadas, como por ejemplo las que defiendan ruptura y república. La Unidad Popular podría ser el nuevo Frente Popular, pero tendría que ser construido esta vez desde abajo, pues las direcciones no comparten ese objetivo, incluida la dirección de Podemos. Podemos desprecia a las viejas direcciones post-carrillistas, de las que fue asesor de pago —como ha reconocido—, pero lo que pretende es sustituirlas y administrar el voto de resistencia y el de cambio a través de un discurso que busca la «centralidad», nuevo «palabro» para designar objetivos políticos despolitizándolos y vaciando de carga ideológica la lucha política. No les critica por traicionar esos valores, sino por obstinarse en defenderlos cuando según él son un lastre. En este sentido, Podemos es plenamente funcional a toda la estructura de fundaciones intervencionistas norteamericanas que desean desideologizar las sociedades europeas, volverlas similares a la norteamericana y aniquilar lo que ciertos politólogos llaman el «voto de resistencia comunista» que sigue existiendo pese a las limitaciones y traiciones diversas de sus expresiones políticas en forma de partido.

El profundo rechazo de Pablo Iglesias Turrión a la izquierda —en el sentido de querer superar la vieja dualidad izquierda/derecha y despojarla de lastres—  y sus valores y tradición, lo ha expresado en sus golpes al rostro de los líderes de IU, pero desde luego van más allá de críticas a personas concretas. No es una crítica a personas y dirigentes concretos, sino una enmienda a la totalidad de la izquierda clásica —la de estrellas rojas y puños cerrados — como categoría política. Lo ha expresado con toda claridad en una reciente entrevista, donde afirma:

“Os avergonzáis de vuestro país y de vuestro pueblo. Consideráis que la gente es idiota, que ve televisión basura y que no sé qué y que vosotros sois muy cultos y os encanta recoceros en esa especie de cultura de la derrota. El típico izquierdista tristón, aburrido, amargado…, la lucidez del pesimismo. No se puede cambiar nada, aquí la gente es imbécil y va a votar a Ciudadanos, pero yo prefiero estar con mi cinco por ciento, mi bandera roja y mi no sé qué. Me parece súper respetable, pero a mí dejadme en paz. Nosotros no queremos hacer eso. Queremos ganar. Preocúpate de otra cosa.
“Me parecen respetables los que se conforman con el 5 por ciento, pero que nos dejen en paz. Siguen viviendo en el pesimismo existencial”.
Deja de estar tan preocupado con las cosas que nosotros hacemos y con lo que nosotros proponemos. Sigue viviendo en tu pesimismo existencial. Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no te acerques, porque sois precisamente vosotros los responsables de que en este país no cambie nada. Sois unos cenizos. No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero que dirigentes políticos de Izquierda Unida, y yo trabajé para ellos, que son incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros. Seguid en vuestra organización. Presentaos a las elecciones, pero dejadnos en paz. Habéis sido incapaces en muchísimos años de entender lo que estaba pasando, de hacer una lectura coherente. Quedaos en vuestro sitio. Podéis cantar la Internacional, tener vuestras estrellas rojas… yo no me voy a meter con eso. Es más. Hasta puede que vaya, porque a mí eso también me emociona y me gusta, pero no quiero hacer política con eso. Dejadnos vivir a los demás”. Ver Entrevista completa.

Iglesias está siendo muy coherente desde su inicio, cuando declaró obsoleta la tensión izquierda-derecha y su rechazo de los frentes de unidad porque entrañaban división, son ideas base de Primo de Rivera y su fascismo de diseño adaptado a España, el falangismo. También falange estaba en contra de los partidos políticos y de la lucha de clases, de dividir al pueblo en frentes y propugnaba una democracia de tipo orgánico pues la basaba teóricamente en la participación desde la base en «instituciones cercanas» como la familia, el sindicato y el municipio. Recuérdese la argumentación de Primo de Rivera, «nadie nace en un partido», pero todos en una familia, viven en una ciudad y trabajan con otras personas

Iglesas ha reconocido haber cometido un error con sus declaraciones contra la izquierda «ceniza», pero el error no ha sido otro que mostrar lo que lleva dentro, en vez de modular y maquillar su discurso para buscar los mayores apoyos. Busca neutralizar resistencias en el aparato de Izquierda Unida. Es lo que puede ocurrir cuando el cinismo se instala en el discurso político, no siempre le es fácil mantener el engaño. Como el cinismo no es patrimonio de ningún grupo, posiblemente no falten dirigentes de IU que aprovechen la oportunidad de pactar con Podemos.

Hay varias conclusiones aquí.

  • La primera de ellas es la debacle de la izquierda que tragó con la transición y que con sus errores y traiciones nos ha traído hasta aquí.
  • La segunda es que la frustración causada en la mayoría de la población por las agresiones neoliberales y que estalló en el 15M no pudo ser encauzada por la izquierda del régimen, pues haberlo hecho hubiera implicado dar pasos adelante que hubieran puesto en riesgo la estabilidad del sistema —algo que no desean hacer—, y de haberse dado con los atributos de la izquierda, los medios no se habrían hecho eco de las movilizaciones.
  • La tercera es que el movimiento 15M creado inicialmente para liquidar a la izquierda social y neutralizar a la izquierda del régimen, se escapó de las manos y permitió aflorar una nueva subjetividad por abajo y abrió una carrera entre las direcciones de la izquierda del régimen y los oportunistas de toda laya para ver quien podría encabezarlo.
  • La cuarta es que la izquierda del régimen que seguía sin asumir sus contradicciones internas, promovió a diputado a alguien salido de su base, con un perfil joven, con la pretensión de liderar una transformación similar a la sufrida en Italia por el PCI, cerrar una alianza interna entre el viejo aparato y sus diversas tendencias, refundando la organización en un baño de masas con el desideologizado 15M, alguien además «patrocinado» por el otrora líder de izquierda unida, Anguita, y que pese a lograr mantener las siglas del PCE, nunca defendió que su partido acudiera a la confrontación electoral directa: Alberto Garzón.
  • La quinta es que en Izquierda Unida la expectativa de apoyos electorales crecientes ante el desgaste del PP y del PSOE, más el continuismo de su dirección con la herencia carrillista, les llevó a despreciar a los miles de cuadros expulsados o huidos, a las movilizaciones de base más críticas (vanguardias de las Mareas, marchas de la Dignidad), a los republicanos (a los que les fue fácil neutralizar con la JER), a todos los otros partidos y fuerzas de izquierda, pero también a la iniciativa germinal de Podemos en los días de las elecciones Europeas. Intentaron mantenerse sin pactar con Podemos a los que también despreciaron, pero si bien no cayeron en votos en las Europeas, la subida potencial la absorbió Podemos logrando esta fuerza consolidarse y abrir unas expectativas populares enormes.
  • La sexta es que el núcleo fundador de Podemos se despegó del entorno de IU y de Izquierda Anticapitalista para proponer su candidatura sabiendo que tenían los recursos básicos para iniciar una andadura autónoma y un cálculo ajustado a la realidad sobre el grado de frustración ciudadana que estaba siendo imposible para IU encauzar.
  • La séptima es que este calculo lo hicieron también sectores del régimen que temerosos de una subida de una IU que seguía sin estar completamente «normalizada« por su base, decidieron apoyar en los medios de comunicación al aspirante Podemos para cortar esa escalada.
  • La octava es que la irrupción de Podemos en las Europeas gracias a la izquierda volátil afectó no solamente a IU sino al PSOE y con ello a todos los equilibrios, además de permitir a Podemos una notable presencia autónoma en la política española

Estos elementos son los que han llevado al giro de la unidad popular en Izquierda Unida, una pretendida refundación de toda la izquierda, pero que en realidad tememos vaya a dejar fuera a cualquier fuerza que cuestione seriamente el régimen y la monarquía, y no sea nada más que un primer paso para la convergencia con Podemos, aceptando ser satelizados en lo político a cambio de una generosa cuota de presencia y recursos que permita sobrevivir a su aparato. Una vez más, los pactos no escritos de la transición siguen actuando entre quienes los han hecho suyos y pretenden disfrutar de su cuota en el régimen. Podemos está contra la unidad popular; el problema es que no solo ellos. Y entre tanto toda va bien, señora baronesa, con un país en manos de una derecha cavernaria.