En un análisis de urgencia, lo ocurrido en Egipto el miércoles 3 de julio de 2013 podríamos resumirlo de la siguiente forma: se ha producido un golpe de estado militar que ha destituido al presidente islamista Morsi, disuelto el Parlamento elegido y suspendido la constitución; el nuevo presidente pasará a ser provisionalmente el Presidente del Tribunal Constitucional; la tropa confraternizó en las calles con los manifestantes laicos —opuestos a la islamización del estado egipcio—, mientras un cierto estupor recorrió las filas de los Hermanos Musulmanes que también se estaban manifestando para dar apoyo a su presidente. Estos son los hechos, pero la cuestión es su significado. ¿Cómo interpretar todo esto?
1º la corrupta república de Hosni Mubarak se alejó profundamente del modelo nasserista —que era nacionalista en el sentido de afirmar su soberanía nacional ante las antiguas potencias coloniales o las imperialistas contemporáneas, con una vocación panárabe y republicana y con un contenido social— acabando por derivar hacia la supeditación exterior a EE.UU, la contemporización con Israel y a la adopción de profundas transfomaciones neoliberales, con privatizaciones de servicios y empresas públicas, un nepotismo brutal, recortes de salarios y derechos laborales que dieron origen a una miseria creciente entre los trabajadores más sencillos y a la proletización de la clase media egipcia más débil. El malestar social se llevaba incubando en Egipto desde hacía tiempo, con las esperanzas de promoción social anuladas por la mezcla de corrupción estructural, decadencia y neoliberalismo; en ese contexto, las primaveras árabes contaron con potenciadores «externos» que favorecieron el uso de redes sociales, palabras y conceptos que desconectaran las rebeldías jóvenes de las formas de lucha tradicionales de la izquierda y los sindicatos. Ya que la rebeldía a las reformas y el desgobierno no se podía evitar, el reto era llevarlas a ninguna parte, y una vez allí, el poder real favorecería un golpe de efecto que les hiciera creer en una victoria y un cambio. Así se hizo. Las manifestaciones masivas y la reorganización en ellas de los diferentes grupos de oposición incluidos los sindicatos y la izquierda egipcia alertaron al bloque de poder dominante y a sus apoyos exteriores. Mubarak y su corrupta familia se convirtieron súbitamente en disfuncionales para el mantenimiento del programa neoliberal y el propio ejército egipcio, muy penetrado por los norteamericanos, le dejó caer, haciendo así un guiño —falso—, a las masas.
2º Caído Mubarak, impunes los crímenes cometidos bajo su corrupto mandato, con su persona y familiares convertidos en chivos expiatorios de la situación de miseria y paro crecientes causados por el trinomio dependencia exterior/ corrupción / neoliberalismo, los militares dieron los pasos hacia una salida política que permitiera mantener lo fundamental dando la apariencia de un cambio externo. La solución pasó por sacar de la ilegalidad a los Hermanos Musulmanes. Los HH.MM llevaba tiempo siendo tolerados desde la entrada en escena de Arabia Saudita que financiaba las redes sociales islamistas que ofrecían socorro y auxilio social al tiempo que extendían el integrísmo religioso en las capas más humildes de la sociedad egipcia y se abrían paso en los sectores desclasados de la clase media en caída libre.
Los HH.MM compaginaban a la perfección integrísimo religioso y político con una sorprendente tolerancia al neoliberalismo económico. Su programa de gobierno se basó en un odio feroz a los laicos y nacionalistas, a la izquierda y a los sindicatos. Con su partido potenciado indirectamente por la entrada saudita en escena para competir desde abajo por controlar un renacer integrista, los HH.MM ahora en gobierno, no tuvieron reparo alguno en seguir destruyendo el estado egipcio, las empresas públicas, la legislación laboral, las organizaciones de izquierda y todo lo que pudiera frenar la neoliberalización impuesta por el amigo americano y lo más corrupto de la elite financiera y económica egipcia; el lobby militar participa de esa agenda corrupta neoliberal y una parte de sus mandos formaba parte también de la esfera de influencia islamista. La división de la izquierda, los sindicatos y los laicos impidió la formación de un frente de resistencia antineoliberal que reconstruyera la República Árabe Unida; los Hermanos Musulmanes, con sus apoyos en el Egipto rural y en las masas más sencillas y dependientes de sus bien financiadas redes sociales de ayuda islámicas, con el apoyo o neutralidad expectante de la cúpula militar —que se reservaba el papel de árbitro por encima del sistema— , y vistos como «funcionales» por su apoyo al neoliberalismo por los norteamericanos, lograron ganar las elecciones post-Mubarak.
3º El nuevo gobierno islamista mostró desde el principio que sus planes últimos pasaban por una islamización de la sociedad egipcia y el fin de la convivencia y la tolerancia, pero los choques, los errores, la rigidez del nuevo gobierno y de Morsi, nuevo presidente, han sido continuos. Al tiempo que proseguían las agresiones a los trabajadores y al carácter tolerante de la sociedad egipcia, Morsi quiso transformar por completo la estructura del estado egipcio e islamizar a sus elites, dar de lado a los más laicos y cultos, liquidar todo el sector público y sustituirlo por empresas privadas o por redes religiosas integristas. Las tensiones con Israel han tenido un carácter más teatral que otra cosa, compensadas por la creciente utilización de Egipto por todo el conglomerado islamista, los sauditas, las redes wahabitas, o por el Consejo de Cooperación del Golfo para desestabilizar Libia (con éxito) o Túnez (con éxito también), una combinación que pese a sus contradicciones internas (los salafistas son enemigos del régimen saudí igualmente) es letal. La tentación del ejemplo turco, con un Erdogan con un gobierno islámico en una república láica y plenamente abierto al neoliberalismo añadió complejidad al escenario, unida a las contradicciones que implicaba la tensión con Israel subyacente en el planteamiento de los HH.MM y que no era admisible para EE.UU.
4º Finalmente las protestas volvieron a las calles, aunque esta vez sin el apoyo de los servicios norteamericanos ni de sus redes de influencia social; el rechazo de la sociedad egipcia, donde existe un rechazo cultural al integrismo religioso, donde el factor económico y laboral es el gran olvidado pero no por ello el menos influyente, ha cristalizado en nuevas protestas masivas de la izquierda, los sindicatos y las clases medias asustadas. Frente a ellos, en un clima creciente de enfrentamiento civil, los Hermanos Musulmanes. La combinación de lucha de clases con el rechazo al islamismo integrista ha alarmado al ejército y a los sectores occidentales interesados en un Egipto de rodillas, sumiso, lobotomizado por la religión, con su izquierda aniquilada o impotente y con toda su economía entregada al saqueo privado.
5º El golpe del 3 de julio tiene por tanto una lectura muy clara. La rigidez islamista de Morsi, versión islamista de los tecnocracias del Opus Dei en España, le ha llevado a arruinar el experimento islamo-neoliberal que propiciaron los militares egipcios y los norteamericanos ante la mirada saudita. La respuesta social laica y de clase ha asustado mucho y ha aconsejado un cambio. Pero la contradicción principal sigue. No se va a parar. Y no es el islamismo, sino los planes para destruir la República de Egipto y entregar el país y a sus gentes al saqueo privado y de las grandes corporaciones. Creyeron poder hacerlo anestesiando al país con la barbarie religiosa como elemento mitigador del hambre o la miseria. El integrismo ha chocado con la sociedad egipcia, y los sectores corruptos, militares y neoliberales no parecen tener una solución sencilla al cómo cambiar lo que sea para que todo siga igual. A analizar también, se hace preciso, la linea de choque entre los Hermanos Musulmanes con las pretensiones sauditas de monopolizar la «línea islámica integrista», enfrentada de fondo a ellos.
En Egipto, como en todas partes, la división de las fuerzas populares y de izquierda es lo único que está impidiendo una derrota del neoliberalismo o, al menos, que la batalla se libre como debe librarse.
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Andrea Oubiña (@Astarte_3)
2013/07/03
Pedro, ¿estás apoyando un golpe de estado militar?
dedona
2013/07/03
¿estás apoyando a un gobierno integrista religioso y neoliberal con la excusa de que ha sido votado? Tu pregunta es claramente capciosa, pues en el artículo se explica el sentido del golpe y se deja claro que es un golpe antipopular y pro-neoliberal obligado por un juguete que se les ha roto.
Andrea Oubiña (@Astarte_3)
2013/07/06
Me remito a este artículo de Olga Rodríguez:
http://www.eldiario.es/internacional/contradicciones-golpe-llaman-democratico_0_150484969.html
Habría que mirar más allá del hecho de que era un gobierno integrista religioso y neoliberal, Pedro. ¿Por qué se produjo? ¿Cómo es que los acontecimientos se sucedieron tan rápido? ¿Quién está detrás del golpe? De ahí mi pregunta.
Y te aseguro que no defiendo al gobierno de Morsi, sino todo lo contrario, pero un golpe de estado es un golpe de estado.
Un saludo.
dedona
2013/07/06
El análisis que he realizado intenta explicar qué ha pasado. Y lo que ha pasado no es solamente que haya habido un golpe militar contra un gobierno elegido. El golpe se ha debido a que la parte integrista de los HH.MM se volvió disfuncional para el mantenimiento del programa neoliberal; pensaban que la combinación integrísimo islámico con corrupción a gran escala podría favorecer el plan de saqueo de Egipto, la destrucción de su estado, las privatizaciones, etc, pero la rigidez y el fanatismo integrista han causado la alarma de los sectores sociales laicos: Esta movilización doble, de los laicos o de los no integristas, alarmados por el integrísimo, junto al malestar de clase por la miseria, el paro y la prevaricación creciente constituyen un peligro muy fuerte. Por separado se les vence fácil, pero juntar los frentes de lucha es peligroso para el poder. Morsi continuaba con sus agresiones en lo integrista y abriendo la puerta al programa de saqueo neoliberal. Se convirtió en un peligro. En Egipto el islamismo integrista es rechazado por una parte de la población. El ejército le ha echado antes de que la oposición se una y se plantara cara al régimen. ¿Decir esto es defender el golpe o explicarlo?
Horac
2013/07/04
SOBRE EL GOLPE DE ESTADO y EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA EN EGIPTO:
La intención de Obama al apoyar a los golpistas egipcios, a mi entender, responde a los intereses imperialistas del llamado «complejo militar industrial» norteamericano, y no a los verdaderos intereses del pueblo norteamericano, ni de esa parte del pueblo egipcio que quiere una democracia de verdad.
Desde la Administración Obama, antes se apoyó lo uno, ahora lo otro, como quien, escarmentado por la experiencia, trata de corregir el gravísimo error de apoyar la instauración en Egipto de un nuevo régimen dictatorial que ha empezado a desprenderse de su disfraz democrático inicial. Pues el régimen depuesto era una nueva dictadura incipiente, intolerante, machista y misógina, totalmente contraria a los derechos civiles más elementales de que disfrutamos en occidente, con una clara voluntad de imponer, a través de las leyes, la abominable moralina de una religión llamada Islam. Una religión que es contraria, desde su origen y por su propia doctrina, a cualquier separación entre religión y Estado, y unos “Hermanos Musulmanes” que apenas logran disimular su afición a imponer “democráticamente” a todo el pueblo, en cuanto les es posible, su manía religiosa particular. Recordemos la historia constitucional española de liberales contra conservadores, cada bando tratando de imponer al otro su voluntad. Recordemos al nacional-catolicismo español, de funesta memoria, que todavía asoma la patita lobuna en contra, por ejemplo, de la ley del aborto o del matrimonio homosexual. Recordemos que la Sharía prescribe el homicidio contra los homosexuales, por lo que, obviamente, es bastante más nociva que las predicaciones “homófobas” del carcamal obispo de Alcalá quien ni prescribe la condena a muerte para los homosexuales, ni el encarcelamiento u otras medidas punitivas para las que no tiene jurisdicción, ni reclama tener, al contrario que los dirigentes musulmanes. Se me ocurre que, podrían transcribir a la constitución egipcia varios artículos de nuestra monárquica y manifiestamente mejorable constitución: el 14, el 15 literalmente, y el 16 con adaptación a la realidad social de Egipto, a poder ser sin el segundo punto y seguido del artículo 16.3, para no reincidir en el error de la constitución española de recoger la obligación del Estado de cooperar, o no, con religión alguna.
¡Pobres egipcios demócratas, si lo mejor que saben hacer es volver al militarismo de Mustafá Kemal, para libarse de la dictadura del Islam!
brozista
2013/08/01
Reblogueó esto en elblogdeldrunko.
dedona
2013/08/19
gracias por su interés