Una ucronía. «La puerta de Alcalá 1937» / Pedro A. García Bilbao

Posted on 2025/11/15

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Esta foto de la Puerta de Alcalá en los ya lejanos días de julio de 1937 sigue siendo objeto de polémica. Fue tomada con ocasión de la celebración en Madrid de la fiesta de independencia de Estados Unidos el 4 de julio. La razón para tal homenaje era el agradecimiento de España a la ayuda prestada en los días del golpe faccioso que estuvo a punto de causar una guerra larga y desastrosa en la que la victoria no hubiera estado asegurada. No cabe duda que la valiente actuación de Roosevelt a mediados de Julio de 1936 cuando respetó las compras de armamento que la República había ya realizado sería clave en el transcurso de los acontecimientos.

La presencia en Madrid de los 50 Martin Bomber B-10B comprados para prestar servicio mientras se ultimaba la fábrica de Getafe donde se producirían con licencia norteamericana fue clave. Los B-10 lograron ayudar a despejar el Alto del león y neutralizaron las columnas de Mola en la zona, facilitando el avance al Duero y el derrumbamiento faccioso en la zona que habían ocupado.

El Martin Bomber B-10B con matricula e insignias de fábrica llegado para evaluación y formación en noviembre de 1935, volando entre Getafe y Talavera. Fue el primer bombardero de fuselaje entero de aluminio y torretas cerradas; tenía una autonomía de vuelo de 1900 kms. En marzo de 1936, el gobierno aceleró el cierre de la operación de compra de aparatos (cuatro escuadrillas completas) ante la demora de la instalación en España de la fabrica bajo licencia.

Por otra parte, las escuadrillas de B-10B relevándose una tras otra sobre las carreteras que unían Sevilla con Extremadura impidieron el intento de avance hacia Badajoz y Mérida que hubiera quizás llevado hasta Talavera a los facciosos antes de que se hubieran podido reunir fuerzas para contenerles. Tras la llegada a Badajoz de refuerzos desde Talavera al mando del coronel Salafranca, prestigioso militar africanista, su liderazgo junto al del coronel Puigdengolas lograron reorganizar las fuerzas en la zona. Con la retirada de Mola en la la meseta norte y la línea Talavera, Mérida Badajoz asegurada, Cáceres fue liberada y el temor a que la zona facciosa sur lograse conectar con la norte se difuminó. La Fuerza Aérea fue clave en todo este proceso.

Bombarderos B10-B de las Fuerzas Aéreas de la República Española sobrevolando Sierra Nevada en enero de 1937. Pertenecen a la primera escuadrilla ya construida en España con licencia norteamericana.

Estos triunfos innegables sostuvieron el gobierno Giral en agosto de 1936 lo que contribuyó a la estabilidad del estado republicano y llevó a decenas de miles a nutrir el ejercito de voluntarios que se estaba organizando gracias también a las organizaciones sindicales y políticas del Frente Popular. Con todo, lo principal de la ayuda prestada por Roosevelt lo fue en el tema económico. Recordando, como hizo en su famoso discurso en el Congreso, la ayuda española en la Independencia de Estados Unidos, Roosevelt aseguró el derecho del estado español a utilizar sus propios recursos nacionales en el mercado internacional y a abrir cuentas o utilizar las que tuviese en Estados Unidos. Igualmente, al no estar España en guerra oficialmente con ningún otro país, defendió que no era de aplicación la ley de no exportaciones a países en guerra que se había aprobado aquel año. Esto fue clave.

Por otra parte al no ser miembro de la Sociedad de Naciones, Estados Unidos no se consideró afectado por las decisiones que se tomaron bajo la presión británica y apostó por una relación bilateral con Madrid. Todo esto fortaleció mucho la posición internacional del gobierno Giral y dio apoyo indirecto a la posición del gobierno Blum en París. La prohibición norteamericana a las compañías de su país de vender petróleo a los facciosos y la llegada de varios barcos con municiones y armas a Gijón, Bilbao y Cartagena ya en Septiembre aseguró la defensa del norte y dotar bien a las nuevas Brigadas Mixtas del ejercito popular regular de la República. Sin este material y reorganización no se hubiera podido aislar el triangulo andaluz ocupado por los facciosos (Sevilla, Granada. Cádiz) ni avanzar hasta la línea del Duero. Con todo se ha dicho siempre que el hecho decisivo en la rápida conclusión de la guerra fue cosa de Francia y no de Estados Unidos.

Como es sabido, en septiembre de 1936, Francia ordenó la entrada en el Protectorado de sus tropas. La legión extranjera francesa salió de Sidi Bel Bes y ocupó toda la parte oriental del Marruecos español. El mariscal Petain, comandante en jefe de las fuerzas francesas actuó de forma contundente y decidida, quedando neutralizadas tras corta lucha las fuerzas facciosas, pues el núcleo principal de estas estaba en la península. Está decisión de Francia se correspondía con los acuerdos hispano-franceses de ayuda mutua firmados años antes, si no lo hicieron al inicio de la crisis, se debió al temor de París a las tensiones internas en Francia, a que se extendiera el conflicto y a la presión británica. Pero cuando Estados Unidos no puso problemas a que Madrid se moviera en defensa de su derecho y no reconoció el veto británico, París movió ficha.

La inestabilidad en el norte de África, la intervención encubierta italiana y alemana y la necesidad de reforzar al gobierno de los republicanos de Giral convenció a París de que intervenir en Marruecos era lo mejor. Con Petain sobre las armas en Marruecos se tendría la seguridad de que todo estaría bajo control en esa zona, permitía ayudar a Madrid sin implicarse más sobre el territorio peninsular y era además un mensaje a Roma y Berlín. Pues bien, sin la conexión diplomática entre Washington, París y Madrid esta jugada no hubiera sido posible. Otras de las consecuencias de esta acción coordinada fue que el papel jugado por la Unión Soviética se mantuvo en un secundario y discreto, facilitando alguna recluta de voluntarios que llegarían en septiembre, apoyó diplomático en la Sociedad de Naciones y algunas compras de combustible de aviación y naval y armamentos ligeros.

Efectivamente. Bastó con que Roosevelt reconociera el pleno derecho del estado español a moverse en la defensa de su derecho en la escena internacional y no se vetase la compra de armamentos, para que la dinámica de los acontecimientos favoreciera los esfuerzos de Madrid por vencer la sublevación y asegurar la institucionalidad republicana en España. No obstante fue el factor social y político interno el que logró vencer al golpe primero y en la corta guerra que lo siguió. La alianza entre republicanos y organizaciones obreras había permitido el Frente Popular, cosa que no ocurrió ni en Alemania ni en Austria, esto sería clave para la respuesta popular al golpe de estado y para la enorme movilización social posterior. Los triunfos militares con el gobierno Giral reforzaron la dirección política de los republicanos.

Otro factor, no siempre explícito, fue que la URSS favoreció la movilización de los comunistas y el apoyo a la gobernación del país, como parte de su estrategia de contención del nazismo y que buscaba aliarse con París y Washington. La retirada a Portugal desde Galicia y Zamora de las tropas facciosas en noviembre de 1936, el bloqueo de Navarra y del triangulo aislado de Sevilla, Cádiz, Granada señalaron el comienzo de 1937 como el del fin de la guerra. Sabemos el final de la historia, el suicidio de Mola en un hotelucho de Biarritz, el exilio en Londres, vía Lisboa de Franco, la riada de refugiados carlistas a través de los pasos nevados del Pirineo o el impacto en Portugal de las tropas derrotadas y un gran número de civiles.

En 1937, España estaba devastada por la guerra, pero había logrado mantenerse. Las contradicciones políticas internas, a causa sobre todo de la revolución social en algunas zonas como Catalunya, fueron fuertes, pero se resolvieron constitucionalmente. Los sucesos en Europa , con el ascenso de la política expansionista nazi, seguían su curso. La derrota del fascismo en España dio moral a los antifascistas en Francia y en toda Europa, pero también permitió ver el peligro de una nueva guerra generalizada que muchos temían. Se abrió paso el apaciguamiento impulsado por Inglaterra y cuando Alemania planteó la cuestión checa por los Sudetes, Londres y París cedieron, sin que una España en reconstrucción y muy herida pudiera hacer otra cosa que solidarizarse con Praga.

Tras la Conferencia de Munich, Estados Unidos pudo de nuevo comprobar que no se podía tratar con las potencias fascistas, como Inglaterra preconizaba, defendió lo que fue denominado una «contención a distancia», lo que demandaba una política de neutralidad entre otras cosas para reforzarse interiormente.

La posterior ruptura de todos los compromisos entre las potencias europeas sobre la seguridad de lo que quedaba de Checoslovaquia en marzo de 1939 llevó a su invasión y reparto entre Alemania, Polonia y Hungría. Tras este hecho, incluso Inglaterra tuvo que constatar que el régimen nazi tenía su propia agenda y que no se iba a dejar manipular, por lo que la posibilidad de que todo acabase en una nueva guerra era real. La URSS constató que la posibilidad de una alianza con franceses y británicos para contener a Hitler era inviable y empezó a desarrollar su propia política de contención para retrasar en lo posible una agresión alemana. Estados Unidos no deseaba inmiscuirse en la política europea como un actor más, pues el resultado podría ser verse envuelto en una guerra que no deseaban estimular.

La actuación hacia España de Estados Unidos en 1936 había sido limitada pero exitosa: bastó con respetar la legalidad internacional para que la República Española lograse resolver su propia crisis interna en apenas diez meses. De haberse seguido otro camino, las cosas podrían haber sido muy distintas, incluso pudo haberse llegado a una intervención militar directa de la Italia fascista y la Alemania nazi en España que hubiera puesto a la URSS en la tesitura de tener que decidir si intervenir a su vez o no y en que medida. Por el contrario, el que España pudiera obtener los recursos para su defensa rápidamente fue lo que permitió evitar una escalada. Lo que la crisis española enseñó a Washington fue que intervenir no es lo mismo que inmiscuirse y que a veces es preciso intervenir lo justo, precisamente para no verse arrastrado por una situación que es indeseable. Quedó claro a los ojos de Washington lo aventurero y arriesgado de la política exterior británica en España, pues al pretender instaurar un bloqueo internacional a la República Española lo que estaba propiciando en realidad era crear las condiciones para una intervención alemana e italiana directa en los asuntos españoles.

Tras verse al borde del abismo y salvarse, España escogió reconstruirse y mantenerse en una estricta neutralidad por lo que Madrid no tuvo problemas en seguir la estela de Washington. Con los nazis en el poder en Alemania y la caída progresiva de todas las democracias europeas en regímenes autoritarios, un flujo enorme de refugiados intentaba escapar; las dificultades para entrar en Estados Unidos llevaron a muchos a España. Efectivamente, tras la noche de los Cristales Rotos en Alemania, España recibió miles de refugiados judíos alemanes y de otros países que estaban cayendo en manos del fascismo. Una España neutral pero solidaria, en reconstrucción, buscaba no verse arrastrada a una nueva guerra, se estaba convirtiendo en una nueva Suiza.

Que las políticas internacionales siguieran su curso y que tras 1945 surgiera una guerra Fría entre el bloque occidental y la URSS es conocido, pero los detalles concretos de la política internacional entre el reparto de Checoslovaquia, el inicio de la guerra mundial y la agresión a la URSS que dio origen a la gran alianza que llevó finalmente a la victoria aliada son muchas veces vistos muy superficialmente. Y en ese periodo el papel de España es tratado superficialmente. Muchas veces no se entiende que España no participara en la declaración de guerra que Francia e Inglaterra realizan a Alemania cuando Polonia fue atacada. Es algo que se suele achacar a la influencia soviética, pues el peso del Partido Comunista de España en la política española era muy fuerte en esas fechas, pero esto es una simplificación absurda. Se minusvalora la situación de España en 1939. Se salía de una guerra corta pero brutal que entre julio de 1936 y febrero de 1937 había abierto en canal al país, las fracturas internas eran muy fuertes y la reconstrucción no era fácil en un entorno internacional donde había un clima de enfrentamiento y guerra, lo último que los españoles deseaban era una nueva contienda. Esto explicaba el enorme éxito en las elecciones de 1938 de los partidos republicanos de izquierda y centro izquierda cuando el PSOE abandonó el Frente Popular y exigió su entrada en el gobierno, una maniobra de Largo Caballero que fue muy mal vista por su propia base social, pues la victoria había sido vivida por todos como algo colectivo y no solo de los republicanos, a la par que las transformaciones sociales y económicas producidas durante el periodo de guerra se habían legalizado sin problemas en el marco constitucional como fue el caso de las colectivizaciones agrarias y las nuevas cooperativas de fábricas y servicios.

En el discurso de dimisión del presidente Azaña, sus palabras diciendo que era momento de Paz, Piedad y Perdón cayeron como semillas en la removida tierra de España. Con Giral en la Presidencia de la República y Gordón Ordás, un enérgico a la par que conciliador republicano embuído de sentido de estado, la España de 1939 estaba emprendiendo otra senda distinta y en ella la reconstrucción moral y física del país entero.

La firma del Pacto germano-Soviético puso a los comunistas españoles en estado de casi ruptura interna, pero la ortodoxia del partido, y desde luego su grupo parlamentario en las Cortes, pasaron a apoyar al gobierno de Gordón Ordás cuando mantuvo a España neutral en la primera fase de la guerra de la misma forma que los Estados Unidos lo hicieron. La derrota de los ejércitos franceses ya entrado 1940, causó una crisis en la República Francesa que llevó al bloqueo del gobierno tras verse obligados a huir de París, la retirada en debacle hacia el sur y la formación de una Junta de Defensa que asumió todos los poderes y los depositó en el mariscal Petain, poniendo fin a la débil Tercera República francesa y el surgimiento de lo que se dio en llamar Estado Francés, un régimen reaccionario y colaboracionista con Alemania. Estados Unidos y España reconocieron al nuevo gobierno francés si bien España se llenó de refugiados franceses, población civil y tropas en retirada que no aceptaron la derrota y el armisticio con los Alemanes; el Protectorado de España en Marruecos seguía bajo control francés y su mando militar era un firme partidario de Petain. El viejo Mariscal, muy consciente de que su intervención militar en 1936 fue lo que salvó a la República Española, no dudó en hacer valer este hecho y maniobró diplomáticamente para intentar afianzar el papel neutral de España en ese periodo. Este hecho, unido al innegable de que solamente Inglaterra seguía la guerra contra Alemania, aconsejó irse a Londres a varios militares de prestigio como el general De Gaulle que asumieron el papel de lideres de la resistencia de una Francia libre que no aceptaba la derrota. Churchill apoyó abiertamente a De Gaulle por esos motivos. Uno de los temores de Churchill era que el potencial militar naval de Francia acabase en manos alemanas y también que Hitler consolidara políticamente su control sobre la Europa continental. España era hostil políticamente a Inglaterra por el papel jugado por esta Potencia durante la guerra de 1936-37, y la Francia de Petain se había rendido. Inglaterra necesitaba aliados para poder mantener la guerra y vencer para así asegurar la supervivencia y dominio de su clase dirigente, que se vería amenazada si los nazis vencían, fuese mediante ocupación militar directa o un Armisticio que le llevaría a los nazis vencer políticamente.

El camino inglés pasaba por mantener la lucha contra Alemania en solitario, apoyar a los franceses partidarios de resistir, e implicar cuanto antes en la lucha a los países neutrales como Estados Unidos, España y la Unión Soviética. Sus intentos por implicar a España en la lucha no funcionaron, si bien España pasó al estatuto de No Beligerante y dio facilidades a la Royal Navy en los puertos españoles del Atlántico y el Mediterráneo en su esfuerzo de guerra. Era evidente para Inglaterra y Estados Unidos que la posición de España era clave en aquellos momentos por su posición dominante de la salida del Mediterráneo y su proyección atlántica, pero sobre todo porque su soberanía política consolidada le permitía orientar libremente su política en medio del vendaval de la guerra; estos países necesitan la alianza de España y necesitaban atraerla a la cooperación con el latente bloque anglonorteamericano y alejar cualquier tentación de estrechar lazos con la URSS. En España, la izquierda socialista y comunista acusaban de oportunismo a Churchill y de criptofascismo, en el sentido de que su resistencia a Hitler era motivada solamente por su interés de clase y no por convicciones democráticas, los partidos republicanos por su parte, veían necesario volver a establecer lazos con Londres y profundizarlos con Estados Unidos y defendían una relación formal correcta con la URSS pero a la mayor distancia posible. El resultado de todo este cruce de intereses era que nadie podían permitirse decisiones apresuradas sobre la entrada en guerra de España y la apertura de un nuevo frente allí y tampoco que el gobierno español profundizase su relación con la URSS. Estados Unidos apoyó la neutralidad española, una neutralidad benévola con la resistencia británica, envió numerosa ayuda material y militar y favoreció que los gobiernos españoles estrecharan su relación con Inglaterra.

El ataque alemán a la URSS en junio de 1941 cambió las cosas rotundamente y en España los comunistas exigieron sumarse a la lucha y declarar la guerra a Alemania. Gordón Ordás, en coordinación con Roosevelt mantuvo a España neutral incluso en esos momentos, si bien autorizó que una división española de voluntarios comunistas marchara a la URSS para combatir a su lado como una unidad más del Ejército Rojo. Los voluntarios españoles llegaron a la URSS en barcos británicos y españoles, vía Inglaterra, Mar del Norte y Murmansk, llegando a tiempo de participar en la defensa de Leningrado en la que participaron con honor. Se ha dicho siempre que esta misión militar, realizada pese a la neutralidad española, hizo que buena parte de los comunistas españoles más motivados marcharan a combatir lejos, lo que sirvió para disminuir las tensiones internas de la situación política que debía afrontar el gobierno de coalición de republicanos y socialistas, el llamado Gobierno de la Paz. La ofensiva alemana en la URSS empezó muy fuerte y con éxito, logrando destruir a la mayoría de las fuerzas soviéticas concentradas en la zona occidental del país, pero se agotó a finales de otoño cuando el coste en bajas que no tenían reemplazo, las dificultades logísticas insalvables pero sobre todo la firme voluntad de resistencia soviética y su capacidad para movilizar nuevos ejércitos- La ofensiva alemana ante Moscú fracasó estrepitosamente y se quebró la perspectiva de una victoria alemana en la guerra, el sentido de la marea había cambiado.

En los días de noviembre de 1941 en los que las tropas nazis se estrellaban contra las defensas de Moscú, se produjo el ataque japonés por sorpresa al núcleo de la U.S. Navy en el Pacífico. Estados Unidos entró en guerra y Alemania a su vez declaró la guerra a Estados Unidos. En enero de 1942, la República Española, coordinando su acción con Estados Unidos e Inglaterra, declaró la guerra al Eje entrando a formar parte de lo que luego sería la Alianza victoriosa en la segunda guerra mundial.

Estados Unidos le dio preferencia al frente europeo y organizó un desembarco en el Norte de África y el envío de tropas y aviones a España. La respuesta alemana fie invadir la zona no ocupada de Francia y defender la línea de los Pirineos, pero no tenían fuerzas para entrar en la península y combatir a españoles y norteamericanos. Mientras las tropas aliadas desembarcaban en Marruecos y Argelia, lo que implicó entrar en la zona del Protectorado de España en el norte de Marruecos, el gobierno de Petain se dividió. Los partidarios de acompañar a Alemania hasta el final eran mayoría en el gabinete, pero el Mariscal que se había retirado al sur del país al inicio de la crisis, entró en España previo acuerdo con el gobierno español. En acción coordinada con Washington, el general Giroux proclamó la formación de un gobierno francés de salvación nacional en Argelia y ofreció puestos en el gabinete tanto a los que se habían mantenido con Petain como a De Gaulle, la respuesta de los sectores abiertamente fascistas fue proclamar una fantasmagórica República Social Francesa que se instaló en los Alpes entregada por completo a la Alemania nazi.

Entre 1942 y 1945, la combinación de los avances rusos, los desembarcos aliados en Italia y Francia, el cambio de bando de Italia y la movilización total del poderío industrial y humano de los Estados Unidos llevaron a los Aliados a la victoria total. En esa lucha, el papel de España fue muy relevante. Lo fue en el campo diplomático al jugar muy bien su papel de neutral en coordinación con Washington, ayudó a Inglaterra en la batalla del Atlántico facilitando acceso a bases e inteligencia desde la costa española, sirvió de refugio a cientos de miles de refugiados de toda Europa y de puente y base para todos los suministros llegados de los Estados Unidos. Militarmente, su espacio estratégico demostró su valor una vez activado, pues literalmente, al entrar en guerra arrinconó a Italia en el Mediterráneo, gravitando de forma decisiva sobre el Estrecho de Gibraltar, el Atlántico y el sur de Francia; en cuanto a los aspectos de intervención de fuerzas militares fue destacable en el frente del Mediterráneo y sobre todo en la liberación de Francia, simbólica en el frente soviético y decisiva en el Atlántico.

Conociendo la historia, siendo fruto de ella, plantear supuestos cursos de los acontecimientos alternativos quizá no tenga mucho sentido. Con España o sin España los aliados habrían ganado la guerra con la Alemania nazi. Un hipotético triunfo de los facciosos en 1936 habría entregado el país al Eje de una u otra forma, pero sobre todo habría significado la destrucción del futuro de España como país democrático y desarrollado. En el verano de 1936, la insurrección de una parte del ejército fue derrotada inicialmente en la mayor del país, pero al triunfar en algunas zonas y quedar rotas las fuerzas armadas, la República Española solo puedo sobrevivir porque el pueblo asumió la lucha como propia, vertebrada por las organizaciones sindicales y políticas antifascistas y los sectores leales de las fuerzas armadas. La victoria militar sobre las fuerzas coloniales desembarcadas en el sur, impidiéndose su avance rápido hacia el norte gracias a las Fuerzas Aéreas, permitió reorganizarse para la defensa. Si en agosto de 1936, las fuerzas leales hubieran sido obligadas a retroceder y Madrid se hubiera visto amenazado, el gobierno Giral habría caído y un hipotético gobierno de emergencia con las fuerzas del Frente Popular no habría podido tampoco vencer si no contaba con los recursos para armar al ejército. No era ya un problema de base política y apoyos parlamentarios o sociales, era una guerra y en la guerra se vence o se es derrotado por factores de fuerza. El material de guerra comprado en Estados Unidos antes de la guerra y el que Estados Unidos no participara en el bloqueo económico y político a la República Española fueron los factores externos que permitieron la victoria en la guerra a las fuerzas democráticas en España.

Con estos antecedentes, no resulta extraño en absoluto que España se mantuviera como aliado fiel de Estados Unidos hasta el súbito cambio de situación en Washington en 1947 a consecuencia del nunca aclarado asesinato del presidente Henry Wallace, vicepresidente a la muerte de Roosevelt en 1945, antes de poder revalidar su presidencia en las urnas ese año.

La Guerra Fría con la URSS y la formación del Telón de Acero llevaron a un periodo completamente nuevo. La España republicana en ese periodo, mostró de nuevo su voluntad de neutralidad activa y no participó en la OTAN, manteniendo relaciones formales con la URSS pero claramente aliada a Estados Unidos junto a las recuperadas Francia e Italia, gobernadas ahora por los antiguos dirigentes y fuerzas políticas antifascistas que habían tenido que exiliarse en España. En los primeros años de Naciones Unidas España, como potencia media y prestigiada por el éxito de su segunda república basada en un modelo social fraterno y su antifascismo demostrado e invicto, ejerció cierto liderazgo en las relaciones internacionales ante el nuevo bloque anglo-estadounidense, ayudando a los países hispanos y a Francia e Italia a coordinarse en un mundo ahora dividido en la Guerra Fría.

Décadas después, entrado el siglo XXI, las cosas han cambiado mucho. Hoy, cuando España es el único país europeo sin bases norteamericanas, se da la paradoja de que es el país que se siente más cercano a Estados Unidos, en el que la opinión pública es más cercana a esta nación. También es el país en el que una vieja foto de la puerta de Alcalá con los lideres históricos de un país aliado en una hora difícil es manipulada por la oposición reaccionaria para atacar a la República Española por su respeto histórico a la sincera alianza con los Estados Unidos de Roosevelt, hoy casi perdidos en el recuerdo.

Cuando en estos días en los que se conmemora cómo la República Española venció gracias a que un pueblo valiente supo defender sus libertades y su independencia, recordar el papel jugado por Estados Unidos en aquella lucha es un ejercicio de memoria histórica obligado. El recuerdo de la alianza por la libertad en aquellos tiempos inspira nuestra solidaridad con el pueblo norteamericano que sufre hoy el peligro de ver su constitución, su república y sus derechos y libertades en peligro. España no olvida a los que supieron estar a su lado y la República será siempre fraterna con quienes no importa donde, luchen por las libertades del pueblo.


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