Introducción a Proudhon / Pepe Gutiérrez Álvarez

Posted on 2025/01/25

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Fuente: Página ética Radical. Homenaje a Carlos París. FB

Pierre-Joseph Proudhon (Besancón,1809-París,1865)

Entre los grandes socialistas de su tiempo, Proudhon fue, con Weitling, el único que pudo ser llamado un «intelectual orgánico», o sea procedente y perteneciente a la clase obrera. Calificado por Trotsky como el «Robinsón del socialismo» por sus marcados rasgos particulares. Tiene que trabajar desde muy pequeño como tonelero, hasta que su propio patrón, cautivado por su brillante inteligencia y por su pasión por los estudios, le facilita su formación. Estudia y viaja por toda Francia para terminar instalándose en París merced a una beca. Pronto se hace notar por una redacción sobre La utilidad de celebrar los domingos. Su inteligencia se muestra precozmente. Es todavía muy joven -diversos autores distinguen entre un Proudhon joven y otro maduro, más conformista- cuando escribe un ensayo que hará refunfuñar a sus profesores: ¿Qué es la propiedad? (Tusquets, BCN, 1977. col. Acracia).

En este trabajo, Proudhom tiene el mérito de ser el primero en arremeter contra las mismas bases de la economía política capitalista, mérito que le fue ampliamente reconocido por el que luego sería su crítico más riguroso, Karl Marx (La sagrada familia}. Esta obra, sin duda la más célebre del autor, parte de la consideración de que el único instrumento para crear riquezas es la productividad del trabajo y es sobre esta base como Proudhom estima que hay que plantearse todos los conceptos sobre el valor. Pero la sociedad hace que, por el contrario sea «el propietario el que exige una cantidad como precio del servicio de sus instrumentos, de la fuerza productiva, de su tierra, supone un hecho radicalmente falso, a saber que los capitales producen por sí mismos algunas cosas y haciendo pagar ese producto imaginario reciben un valor por la nada». En este sentido, la propiedad para P-J. Proudhon es «el derecho de gozar y de disponer» a su antojo del bien de otro, del fruto de la industria y del trabajo de otro. Concluyendo: .la propiedad es un robo»

Pero la crítica proudhoniana de la propiedad como un robo, no implica que abogue por su abolición, al contrario considera que la propiedad privada es resultado del trabajo y el ahorro es «la esencia de la libertad».

Así pues, su diatriba apunta contra él «beneficio máximo» capitalista, contra «las rentas, arrendamientos, privilegios, monopolios, primas, acumulación, sinecuras, etc.», pero no contra la propiedad pequeño burguesa. Es por eso que critica muy ásperamente a todos los socialistas anteriores o contemporáneos suyos que, como Owen por ejemplo, son partidarios de una comunidad de bienes y están en contra de la propiedad privada, pues: «La comunidad, escribe, es desigualdad en sentido inverso de la propiedad. La propiedad es la explotación del débil por el fuerte, comunidad es la explotación del fuerte por el débil»

El socialismo de Proudhom, es un socialismo de pequeños propietarios que no quieren vivir de más plusvalía que la de su propio trabajo y que se amparan en el mutua¬lismo. Por ello, Marx le critica el no querer abolir la pro¬piedad sino conseguir que todo sean pequeños propietarios. De ahí que Antonio Labriola no dudara en escribir que Proudhom «además de ser un escritor genial es también un escritor confusionista, y que su pensamiento oscila de una tesis reaccionaria a una tesis revolucionaria», hecho que él mismo nunca negó, puesto que aboga contra todo sistema y se considera por excelencia un ser contradictorio. La categoría hegeliana de la «contradicción» que conlleva la de la «unidad de los contrarios», la entiende el socialista francés como una «paradoja», y su formación sobre la dialéctica hegeliana es bastante sumaria (Bakunin cuenta que se las explicó en una noche de vigilia).

Estas «paradojas», son las de un artesano francés hostil a la burguesía y poco persuadido de la capacidad del prole¬tariado. Como escribe Cole: «En realidad Proudhom aun¬que insistía constantemente en la capacidad creadora de las clases obreras -se refiere a los trabajadores, pensando sobre todo en el obrero asalariado cuando no en el campe¬sinado que cultiva la tierra y en el artesanado dedicado a una producción individual-, siempre incluyó a los arte¬sanos, maestros de pequeños talleres ya los comerciantes, como miembros de las clases productoras». Estas concepciones, van acompañadas en ocasiones con palabras de menosprecio inconcebibles en un revolucionario.

Comentando la frase de Saint-Simon sobre «la clase más numerosa y más pobres», Proudhom dice que .es «precisamente por el hecho de su pobreza, la más desagradecida, la más envidiosa, la más inmoral y la más cobarde», añadiendo que «la estúpidez del proletariado, que se contenta con trabajar, pasar hambre y servir, permite que sus ptíncipes crezcan gordos y magníficos». La misma actitud toma en relación a la burguesía y la democracia liberal: «¿Cómo puede, escribe, el sufragio universal revelar el pensamiento real del pueblo, cuando este pueblo está dividido por la desigualdad de las fortunas en clases subordinadas unas a otras, votando o por servidumbre o por odio; o cuando ese mismo pueblo, sometido mediante prohibiciones por la autoridad es incapaz, a pesar de su soberanía, de expresar sus ideas o cualquier otra cosa; y cuando el ejercicio de sus derechos se limita a elegir, cada tres o cuatro años, a sus jefes o a sus impostores ?».

1Durante la revolución de febrero de 1848, Proudhon tra¬tó de hacer una actividad de periodista revolucionario como propagandista del socialismo y llegó a ser elegido para la Asamblea Nacional.

El desastre, su equiaistancia entre las dos clases fundamentales, sus concepciones «deliberada¬mente» paradójicas, lo convirtieron ulteriormente en un revolucionario sin clase, sin partido, sin credo. En esta tendencia marcadamente individualista, hay que distinguir oscilaciones tanto de derechas como de izquierda, que se demuestra por su primer entusiasmo delante del golpe de Napoleón III, donde veía la encarnación de la revolución social», o en el mismo cuadro, con su oposición irreductible contra la dictadura bonapartista, lo que le lleva al exilio.

El anti-sistema proudhoniano consistía, amén de su crítica a la propiedad monopolista, una serie de claves fundamentales, entre las cuales hay que señalar la familia, institución que veneró. Sobre este aspecto, escribió Carr: «Podía rechazar en teoría la Iglesia y el Estado, la autoridad y la propiedad: pero cualquier cosa que afectase a la santidad de la familia despertaba su furia instintiva (…) el que había comenzado su carrera (y conseguido su nombre) declarando que la propiedad es un robo, acabó por denunciar un impuesto sobre la herencia con el argumento de que destruía la familia al transferir su propiedad al Estado».

Entiende el concepto de justicia como el «astro rey que ocupa el punto medio de toda sociedad, el polo en tomo del cual surgirá el mundo de la política, la base y el criterio de todos los negocios concernientes a ésta. La justicia, agrega, no es obra de la ley; por el contrario, la ley no es otra cosa que la explicación y la aplicación de la justicia». La justicia es la base de la libertad y con ella «empezará a existir el verdadero gobierno del hombre y del ciudadano, la verdadera soberanía del pueblo, la República».

Bibl. George Gurvith, P (Guadarrama, Madrid, 1974); Daniel Halevy, La vie de Proudhom: I. La Jeunesse de Proudhom, II. Le mariage de P. (Stock, París, 1948 y 1955); Georges Guy-Grand, Pour con¬naltre la pensée de Proudhon, (Bordas, París, 1947); Edouard Dolleans, P, París, 1941); Tulío Rosembuj Conocer Proudhom y su obra, (Dopesa, BCN, 1979); Carlos Díaz P. (ZYX, Madrid); Pierre Ansart, Sociología de Proudhon, (Proyección, Buenos Aires) ; Henri de Lubac, Proudhon y el cristianismo (ZYX, Madrid). Algunas ediciones próximas de sus obras, son: Oeuvres choisis, edición de Jean Bancal (Gallimard, París); Las confesiones de un revolucionario para servir a la historia de la revolución de 1848 (Amicales, México); El principio federativo (Aguilar, Madrid); Sistema de contradicciones o filosofía de la miseria, (Júcar, Madrid); Propiedad y federación (Narcea, Madrid); La capacidad política de la clase obrera (Proyección, Buenos Aires)


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