Del Cantar del Cid desde tierras de Guadalajara / Pedro A. García Bilbao

En el Cantar de El Cid hay cosas muy remarcables, pero la cita y relación de lugares y días de marcha demuestra lo mucho que tiene de realista el relato. Cuando abandonan camino del destierro la Castilla del rey Alfonso, llegan a la cordillera que es la frontera con el reino musulman de Toledo .

Y dice: «Pasaremos la sierra que es fiera y grande / la Tierra del rey Alfonso esta noche la podemos dejar / Después quien nos buscaré hallarnos podrá» Es la cordillera central entre Segovia, Soria y Guadalajara

Y sigue: «De noche pasan la sierra la mañana ha venido ha / y `por la loma abajo piensan en andar / en medio de una montaña maravillosa y grande / mandó mio Cid posar y cebada dar» Luego pasan un día bajando al ancho valle del Henares. Cruzaron desde Soria, por la Sierra de Pela, concretamente por Miedes de Atienza, según reza el propio Cantar de Mío Cid, para proseguir por el área< de lñas actuales Romanillos de Atienza, Atienza, La Miñosa, Robledo de Corpes, Hiendelaencina, Congostrina, Pinilla de Jadraque, Medranda, Jadraque. Es en el actual Jadraque donde se erige el castillo en cuestión, posiblemente en la época una fortaleza de menos alzada pero bien situada dominando el valle y el acceso a una alta alcarria. Es desde ahí donde deciden saquear, es la palabra, las poblaciones de la raya fronteriza más importantes: Hita, Guadalajara, llegando en su rápida correría hasta Alcalá de Henares. Para ese andar tenían dos caminos posibles: por el valle donde se encuentran o subiendo por Bujalaro, Matillas, Villaseca de Henares, hasta la zona del actual Castejón de Henares y desde allí subir a la alta meseta de Cifuentes y Torija para caer sobre Guadalajara por detrás, no subiendo desde el río, sino cayéndoles desde el valle de Torija. Acabada lo antes posible la algara, el camino les llevará fuera de la actual provincia en dirección a Aragón primero por el valle del henares de nuevo y saliendo de nuevo a la ata meseta por Alcolea. Habrían pasado por los actuales pueblos o áreas de Mandayona, Aragosa, La Cabrera, Peregrina, Sigüenza, Barbatona, Jodra del Pinar, Estriégala, Alcolea del Pinar, Garbajosa, Aguilar de Anguita, Anguita, Luzón y Maranchón, por donde sale el Camino cidiano ya en dirección a Medinaceli, Arcos de Jalón (Soria), Ariza, Alhama de Aragón y Calatayud (Zaragoza).

Llegaron pues, tras cruzar la cordillera a lo que llaman Castejón de Henares o bien Jadraque en su nombre actual, el actual Castejón queda algo alejado y embutido en un valle estrecho, y ocupan el pueblo dejando el castillo aislado. Rodrigo permanece con 100 lanzas y Alvar y Galín García salen con las otras 200 en algara hacia Hita, Guadalajara y Alcalá. Y si hemos de creer al juglar, la algara habría llegado a Guadalajara atravesando Hita lo que nos lleva a creer que fue siguiendo el valle y que el punto de partida es precisamente este Jadraque actual. Es por esta zona el terreno más propio para una cabalgada rápida y ágil, para una descubierta cómo el rayo que sorprenda al enemigo.

Lo dice así: «Caballeros buenos que acompañen a Minaya (mi hermano en vasco) / Osadamente corred, que por miedo no dejéis nada / Hita abajo y por Guadalajara /Hasta Alcalá llegan las algaras»

Les dice que no tengan miedo y que si los moros responden, el saldrá en su socorro desde Jadraque, que luego regresen y vean juntos el botín. Porque una algara es eso, recorrer para saquear una zona.

Es un éxito y regresan con víveres, tejidos, reses y plata. Ante el castillo de Jadraque reparte lo ganado. Alvar Fáñez, minaya, renuncia a su parte y Rodrigo ofrece cambiar la suya por plata de los moros de Hita, Guadalajara y Alcalá, sacando miles de libras de plata. ¿De donde tanta plata en estos apartados extremos? Hiendelaencina, a escasa distancia en el corazón del valle, tiene minas que se explotaron hasta entrado el siglo XX pudiera darnos la respuesta. No obstante hemos de decir que no hemos sabido entender bien que es lo que trocan y con quien. Alvar cede su parte a los hombres, pero ¿Rodrigo? cambia su parte por plata, se nos dice. Lo que es claro es que todos precisan víveres para su viaje, necesitan así mismo evitar un asedio al castillo que les demoraría y causaría bajas, por lo que todo aconseja llegar a algún tipo de acuerdo con los «cien moros y moras»; estos entregan su plata a cambio de la partida de la mesnada castellana.

Han de dejar pronto las tierras del Henares. Habían salido de Castilla sin nada expulsados por el rey, ahora están en tierra mora y se han cobrado en su primera correría lo que don Alfonso se quedara. Rodrigo decide dejar atrás el castillo, situado en la frontera al sur de la cordillera en una zona muy escasamente poblada, la wad-al-hayara, el valle del muro. Es la raya de frontera y zona muy permeable, si quedasen allí, tal vez el rey Alfonso pudiera mandar sus caballeros contra ellos, deberán marchar más lejos, adentrándose en la zona musulmana camino de su destino.

Dice: «Lo que yo dijere no lo tengáis a mal / En Castejón no podríamos quedar / Cerca está el rey Alfonso ya buscarnos vendrá / Mas el castillo no lo quiero asediar / Cien moros y moras quiérolos librar / porque lo tomé de ellos que de mi no digan mal/ todos sois pagados y ninguno por pagar / mañana en la mañana pensemos en cabalgar // Y dice el juglar: «Lo que dijo El Cid a todos place / del castillo que tomaron, todos ricos parten / moros y moras bendiciendo le están /

Y parten del valle, dice: « Vanse Henares arriba cuanto pueden andar / Cruzan las alcarrias e iban adelante «. Alcarrias es el nombre de las mesetas altas (mil metros) en el borde del valle (con unos 650 metros de altura media) y planas y extensas en su parte superior, talladas en sus bordes por los riachuelos (el Badiel. El Tajuña, el Sequillo, el Salado).

Van dejando la zona, cruzan el rio hacia Anguita, luego hacia el valle del Ebro, Ariza, Bubierca, ya camino de su destino…. Es decir, siguieron al este del valle y subieron a la meseta para buscar la dirección a Aragón por Alcolea. Habrían pasado por los actuales pueblos o áreas de Mandayona, Aragosa, La Cabrera, Peregrina, Sigüenza, Barbatona, Jodra del Pinar, Estriégala, Alcolea del Pinar, Garbajosa, Aguilar de Anguita, Anguita, Luzón y Maranchón, por donde emprende el Camino cidiano dirección a Medinaceli, Arcos de Jalón (Soria), Ariza, Alhama de Aragón y Calatayud (Zaragoza).

Todos los lugares que cita el Cantar son reales, las distancias creíbles, la sierra fiera y grande, la montaña ancha y hermosa, ancho el valle del Henares, el castillo de Jadraque que no quiere asolar, la algara hasta Alcalá por Hita y Guadalajara, ese osadamente cabalgad que en vuestro socorro iré todo está ahí, en un Cantar del siglo XII que fue escrito cuando ya hacia décadas que se interpretaba junto al fuego. Escrito y cantado y que ha llegado hasta nosotros. Es increíble. Así me lo pareció cuando mi abuelo me enseñó a leer el paisaje y compararlo con el texto, miramos la cordillera y me preguntaba donde estaría el paso que siguieron, pues el de Ayllón, Campisábalos y Atienza, se lo negara esta última fortaleza musulmana «muy fuerte». Ellos no eran más que unos cientos de fugitivos, leales, eso sí, a Rodrigo y su minaya Alvar. Rodrigo, del que sabemos que recogía en el extremo su barba con un breve lazo. Lanceros que llevaban pendones de tiras de tela en las muharras de sus lanzas para evitar que la sangre resbalara astas abajo como nos recuerda el Juglar.