Turquía: Hipótesis.
Se esperaba una escalada de destituciones, detenciones y reformas en el ejército y la judicatura para neutralizar a los sectores republicanos laicistas y profundizar en la deriva hacia la islamización y la dictadura. A la desesperada un núcleo de oficiales sin mando en unidades de elite pero con mando en tropa todavía intentó dar un golpe al que se pudieran unir el resto de unidades y tomar así el poder y destituir al gobierno islamista. Tal acción no fue realizada con la complicidad de los servicios de la OTAN como si fueron los anteriores agolpes de estado en el país, pues el islamismo no pone en cuestión en modo alguno el sistema capitalista, y aquí las motivaciones eran de orden nacionalista y laico. La acción fracasó al no poder detener al presidente, la inacción de las fuerzas no implicadas que no se sumaron, la resistencia de fuerzas de policía pero sobre todo por la indecisión a la hora de usar la fuerza contra el gobierno y sus apoyos. El fracaso ha acelerado la represión prevista y la va a hacer más extensa y dura.
El ejército turco va a ser destruido en tanto que garante de la laicidad del país. El viejo sueño kemalista de hacer una república moderna se encuentra en estado agónico. EE.UU e Israel prefieren tratar con una Turquía islamizada y con problemas internos que respete el juego capitalista mundial antes que con una república nacionalista y fuerte que destruya a los islamistas. El carácter reaccionario y antidemocrático del ejército tradicional turco les ha atado las manos y no ha bastado su impulso kemalista —ya casi agónico— para hacer frente al ascenso islamista. No hay muchas probabilidades de que se logre frenar la islamización total como sí se logró en Argelia. Turquía islamizada es una pésima noticia que debemos valorar.
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franco
2016/07/17
Primero fue Irak, luego Libia y Siria. Ahora le llegó el turno a Turquía. En la era del Imperio la región marcha hacia la creación de estados fallidos. Hay que agregar tropas de la OTAN en Polonia, etc.
La paz “postmoderna” al ser absolutamente contemporánea de la guerra y de la barbarie, se constituye en una institución “postdemocrática” de un estado de excepción permanente. La paz es, entonces, la continuación de la guerra por otros medios, es la reducción de la soberanía al desequilibrio del terror según el principio de distinción entre amigo y enemigo. Proudhon explicaba que “la paz demuestra y confirma la guerra”, mientras que “la guerra, a su vez, es una reivindicación de la paz”, esta afirmación es actual en un mundo en el que la lógica nacional de la centralización estatal implica y explica la propensión a las confrontaciones militares. Al mismo tiempo la paz y guerra en su forma imperial hiper-moderna significa la regulación de los poderes constituidos y la forma constituyente del orden nuevo, la paz es solo una ilusión engañosa que sostiene el poder de desorden y su amenaza, contra la seguridad del mundo.
Sinfonía Proletaria
2016/07/18
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