En nuestra entrada del domingo 4 de diciembre pasado fijamos una posición respecto a las pretendidas elecciones de Rusia, afirmando que lo que ha ocurrido es que occidente no ha querido maquillar en esta ocasión los resultados fraudulentos de Rusia Unida. Una abrumadora mayoría de rusos, al igual que toda la clase política del mundo agavillada al poder, sabe que nunca ha habido en el país unas elecciones limpias, porque lo que se pretendía desde el golpe de estado de Gorbachov era consolidar a como diera lugar, con la ayuda mediática de occidente, la restauración capitalista.
Y como quiera que occidente considera que la restauración capitalista ya es irreversible- y lo es hasta donde en la historia los procesos políticos pueden serlo: en todo caso durante mucho tiempo-, en esta oportunidad ha querido enviar un rotundo mensaje a Rusia Unida, en relación a su errática política exterior, en el sentido de que debe acomodar sus intereses a los intereses generales del capitalismo, del que Rusia forma parte, o hacer frente a las consecuencias de las “revoluciones naranjas” que preceden a la sustitución de unos dirigentes por otros más dóciles.
Se equivocan, pues, quienes piensan que la respuesta de Rusia a esta discrepancia con occidente puede ser la de deslizarse más a la izquierda. Para los oligarcas que se han hecho con el país, semejante cambio equivaldría a extender su propio certificado de defunción, porque la derecha rusa es una derecha hortera y parasitaria de lo más extrema, que evade de Rusia decenas de miles de millones de dólares anualmente, educa a sus hijos en universidades Europeas y tiene viviendas de lujo en su retaguardia de Londres, donde han adquirido decenas de miles de ellas, contribuyendo, por cierto, a la burbuja inmobiliaria británica. La dirección política de Rusia no es de fiar y traicionarán, cuando convenga a sus intereses de clase, a quienes se dejen engañar o sean tan débiles como para no poder defenderse (como ha ocurrido recientemente en el caso de Libia). Es por ello que la situación en aquel país se torna muy peligrosa para los trabajadores rusos, que deberán encontrar la manera de luchar contra su reaccionaria burguesía apátrida sin allanarle el camino a otras fracciones de derecha que buscarán hacerse con el poder, también con la ayuda de occidente
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Posted on 2011/12/11
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