ACTO DE HOMENAJE DE LA AGRUPAcIÓN ATENEISTA “JUAN NEGRÍN” DEL ATENEO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO DE MADRID A ERNESTO GARCÍA CAMARERO AL CUMPLIRSE UN AÑO DE SU FALLECIMIENTO
Joaquín Fernández. Catedrático Emérito de la Universidad Complutense
Pilar, familiares, amigos, ateneístas, señoras y señores. Necesito empezar diciendo que tardará mucho tiempo en nacer si es que nace una persona como Ernesto García Camarero. Me honró con su amistad. Me sedujo su capacidad de analizar los problemas. Me atrajo su libertad de pensamiento y forma de entender la vida. Me interesó su charla amena. Me alegró mis momentos de dudas o de tribulación ante el complejo mundo que nos tocó vivir. Coincidimos en muchas cosas y discrepamos en pocas ocasiones. En fin, fue mi amigo, mi compañero de fatigas y decepciones en algunos proyectos comunes y le sigo teniendo una gran admiración. No tengo reparo en decir, como Sergio Castro, matemático y youtuber, que cuando conocí a Ernesto me cambió la vida.
Hoy, en este acto que pretende evitar el olvido, o lo que algunos llaman “la muerte de los muertos”, conviene recordar, que aunque Ernesto García Camarero fue ante todo matemático, informático teórico y un reconocido bibliotecómano o bibliotecólogo, también hubo un Ernesto Historiador de la Ciencia. De esto último voy a decir algunas palabras para recordar y valorar su figura.
Escudriñó diferentes asuntos de nuestra historia científica. De la Historia de la Matemáticas y de alguna de sus figuras, pero sobre todo se interesó por la cartografía y por tratar de explicar el menguado desarrollo de la actividad científica y técnica en España desde el siglo XVII. Su maestro Rey Pastor, también interesado por la Historia de la Ciencia, y su personal curiosidad por la Historia de España unida a su amplitud de pensamiento sobre el mundo le llevó a ello.
Sus trabajos historiográficos estuvieron dedicados al principio a la Cartografía Medieval y más en concreto a la Cartografía Mallorquina. Dos artículos publicados en el Boletín de la Real Sociedad Geográfica precedieron al libro que escribió con su maestro y matemático ilustre, el riojano Julio Rey Pastor (1888-1962). Su título La cartografía Mallorquina. Fue publicado en 1960, aunque se terminó de imprimir en 1959. Este libro es el fruto de una intensa búsqueda, llena de dificultades por la época en que se llevó a cabo y el estado todavía precario de bibliotecas y archivos en los años de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Este trabajo les llevó por muchas ciudades de Europa y de los Estaos Unidos de América. Trabajaron en 117 bibliotecas y archivos (17 españoles, 6 en USA, 94 europeos). El número de portulanos descritos en el Elenco del libro es de 79, 49 de ellos firmados y 30 anónimos)
En este libro se demostraba la importancia de esta cartografía medieval, aunque no se pudo demostrar si era anterior o posterior a la cartografía italiana, ni si tuvo que ver o no con las navegaciones y exploraciones posteriores en el atlántico. Si se pudo establecer su originalidad estilística, la importancia que tuvo para algunos monarcas y poderosos de la época, como demuestra su paso de la simple utilidad comercial o de conocimiento geográfico general o naval a convertirse en preciados tesoros artísticos a tener al lado de manuscritos iluminados y libros lujosos. Pudieron identificar muchos autores y consiguieron realizar una sistemática basada en algunas características estilísticas.
Pasó una década hasta que apareció otro libro en 1970, este firmado por Ernesto con su hermano Enrique, doctor en Físicas y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid. Este segundo libro es muy conocido y citado por la mayoría de los Historiadores de la Ciencia españoles. El libro tuvo un gran impacto. Su título La polémica de la Ciencia Española. Recoge textos previos y posteriores a la polémica generada a partir de algunas sentencias introducidas en el artículo Espagne (en la Geographie Moderne Tomo I de la Encyclopéie Méthodique publicada en Paris en 1782). Lo firma Nicolás Masson de Morvilliers, un oscuro redactor de la Enciclopedia y secretario del duque de Harcourt gobernador de Normandía. El artículo, al parecer, solo pretendía poner de manifiesto la existencia de países, que por distintas causas, habían dejado de interesarse por el conocimiento o tenían impedimentos para su cultivo, desarrollo y difusión. Una aparente “leyenda negra” más, en este caso no por las atrocidades generadas por una conquista, sino por los resultados del desdén con que se miraba en España el conocimiento y sus ventajas. Veamos dos de ellas que potenciaron la polémica. Y cito:
El español tiene aptitud para las ciencias, existen muchos libros, y, sin embargo, quizá sea la nación más ignorante de Europa. ¿Qué se puede esperar de un pueblo que necesita permiso de un fraile para leer y pensar? Pero ¿Qué se debe a España? Desde hace dos siglos, desde hace cuatro, desde hace seis, ¿qué ha hecho por Europa?
Estos y otros juicios provocaron escritos diversos, unos corroborando lo que de verdad había en ellos, otros negándolos y vindicando un esplendor inexistente. Dos bandos fácilmente reconocibles de críticos y panegiristas, que volverán a ponerse de manifiesto mucho después a partir de los juicios de José Echegaray, decepcionado ante la falta de matemáticos relevantes en España en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales el 11 de marzo de 1866, cuando tenia 34 años (elegido con 33 en 1865):
Abro la “Biblioteca hispana” de Don Nicolás Antonio, y en el índice de los últimos tomos, que comprenden del año 1500 al 1700 próximamente, tras muchas hojas llenas de títulos de libros teológicos y de místicas disertaciones sobre casos de conciencia, hallo al fin una página, una solo, y página menguada, que a tener vida, de vergüenza se enrojecería como de vergüenza y de despecho se enrojece la frente del que, murmurando todavía los nombres de Fermat, de Descartes, de Newton, de Leibniz, busca allí algo grande que admirar, y solo halla libros de cuentas y geometrías de sastre.
Esta muestra y todo el discurso, esta vez proviniendo de un ingeniero, matemático y literato ilustre, aunque todavía muy joven, continuó la polémica iniciada el siglo anterior. Felipe Picatoste y Marcelino Menéndez Pelayo criticarán indignados el discurso de Echegaray y saldrán en su defensa Manuel de la Revilla o José del Perojo. En los finales del siglo XIX de nuevo Menéndez Pelayo, José Rodríguez Carracido y Santiago Ramón y Cajal tratarán el asunto. Los críticos responsabilizarán al Estado de la escasa sensibilidad que mostraba con el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, siendo como eran los grandes motores del desarrollo y prosperidad de las naciones. El libro termina con textos de José Ortega y Gasset, José Rodríguez Carracido, Julio Rey Pastor, Gregorio Marañón y Pío Baroja, una nueva generación de pensadores y científicos. No puedo resistirme a mencionar en este acto lo que Baroja dice en sus Divagaciones sobre la cultura (1920 pg. 17), inserta en el libro sobre La Polémica de la Ciencia Española, de la tan desacertada recomendación de Unamuno de todos conocida, porque tiene mucho que ver con Ernesto:
Unamuno ha estampado una frase que a mi me parece una torpeza y un desacierto. Es esa de decir, refiriéndose a los pueblos inventores “Que inventen ellos”, o, lo que es lo mismo, que construyan la ciencia los extranjeros. Nada encuentro más anticultural, más antieuropeo, que ese pensamiento. Es una frase de seminario o de sacristía. Puede ponerse al lado de la de la exposición de la Universidad frailuna de Cervera, en 1817, en la que se decía: “Lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir”, frase que se ha transformado y se ha popularizado en “Lejos de nosotros la funesta manía de pensar”. Pensar , discurrir e inventar son actividades paralelas.
Sin invención, el hombre hubiera sido un animal; pero lo que caracteriza al hombre superior, al artita, al genio, es inventar sin necesidad. Decir “No queremos ser inventores”, es como decir “No queremos ser pensadores, nos contentamos con pertenecer a la parte baja de la Humanidad”.
En síntesis si queremos entender lo que pasó con nuestra Ciencia, debemos partir de nuestra peculiaridad. Aquí se hizo muy poca ciencia en el momento en que se desarrolló la ciencia moderna, las causas fueron diversas pero las más importantes fueron las censuras en la publicación de libros, el espíritu de la Contrarreforma y la prosperidad económica basada en lo metales preciosos y no en el trabajo o el conocimiento y la innovación. Las consecuencias una ciencia discontinua sin tradición y sin arraigo en gobernantes y gobernados. El libro fue un importante revulsivo en la España de los años 70 en que el régimen dictatorial parecía venirse abajo y solo quedaba empujarlo un poco en su caída. Ponía al descubierto la precariedad de nuestra ciencia y de las causas d la misma.
Tuvimos que esperar 42 años a que apareciera otro libro de Ernesto en 2012, también muy importante para los historiadores, con el título La Ciencia española entre la polémica y el exilio. Esta vez un libro que ponía de manifiesto el tejer y destejer de la ciencia en España, provocado por los numerosos exilios, hasta 3 en los inicios del siglo XIX y el único y masivo del siglo XX al terminar la guerra civil en 1939. Este último fue, sin duda, el más numeroso, el más largo, el más devastador y el que destruyó lo construido en las primera décadas del siglo. La discontinuidad del cultivo de la ciencia, sin restar importancia a la falta de libertad o las persecuciones religiosas, ha sido sin duda la principal causa del atraso científico de España.
En ese largo período Ernesto viajó a Italia para formarse en torno a las grandes máquinas electrónicas de cálculo y a Argentina con igual misión y dos años pasó en Paraguay organizando un Departamento de Matemáticas en la Universidad de Asunción. Los años más placenteros de su vida según propia confesión. No hace muchos años tuvo oportunidad de volver a ese país tan peculiar, pero las noticias sobre la desforestación en la parte oriental del país, que el había conocido selvático y virgen, le desanimaron a contemplar semejante destrozo. Hoy en día se extiende esa desforestación a una parte importante del Chaco seco que yo he conocido en los 90 casi prístino.
Publicó en este largo período artículos dedicados a la Historia de las Matemáticas y a la labor de Julio Rey Pastor y Leonardo Torres Quevedo, un libro sobre Albert Einstein y fue Presidente de la Sociedad Española de Historia de la Ciencias y de las Técnicas, mientra yo fui Secretario, desde 1980 hasta 1982. Dedicó mucho de su tiempo a la informática y dirigió el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense. Organizó en él seminarios sobre la generación de formas arquitectónicas o explorando con alguno artistas hoy consagrados, las posibilidades que se podían abrir a la creación con la informática como herramienta..
E Quinto Centenario le encargó un CD Interactivo que recogía aspectos de la historia y la cultura durante los últimos 500 años, con el que colaboré con él. de manera asidua en los contenidos sobre ciencia y tecnología.
Dedicó mucho de su tiempo a la informatización de las bibliotecas o de la documentación en general. Por esa época proyectamos realizar una Biblioteca Digital de la Ciencia Española que financiaría Telefónica. Quedó en nada como tantos otros proyectos. Parecía que el desdén, ya en democracia, continuaba a pesar de las buenas palabras. También nos encontramos cuando Emilio Muñoz estaba organizando el Plan Nacional de Investigación, dentro de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología en la que participaban casi todos los ministerios.
Volviendo a su último libro. En él toma mucho protagonismo primero el Ateneo español de 1820, el Ateneo Español de Londres fundado por Lagasca, Rodríguez Ledesma y Lista, emigrados o mejor exiliados españoles. Y, como no, el Ateneo Científico y Literario de Madrid, que hoy nos acoge.
Igualmente dedica un capítulo a la situación actual con otra forma de exilio, la llamada huída de cerebros, que había provocado la crisis económica de 2007, que afectaba a un gran contingente de jóvenes científicos. Los entrevistó Ernesto para conocer su situación y expectativas.
Se cierra el libro con un capítulo, que como era de esperar en Ernesto, propone pensar en como tiene que organizarse la ciencia, cuando se aplican las nuevas tecnología de la información y la comunicación, de cómo debería ser la ciencia del futuro. Defiende el software libre frente al software propietario, que se ha venido imponiendo por la avaricia de algunos personajes que solo piensan en el lucro. Un alegato optimista en el que la cooperación, tan parecida a la simbiosis biológica mucho más extendida en la naturaleza, debería salir triunfante. De como la evaluación debería ir por otros derroteros más justos y creativos. Trata de cómo la publicación del conocimiento no necesita estar supeditada a los intereses de la revistas de las poderosas editoriales movidas por el lucro y financiadas en gran medida por la publicidad, que perviven con un sistema, que premia las citas (número de trabajos y citas generadas o que podrían generar en un determinado espacio corto de tiempo) y no la originalidad de las explicaciones, sistema menos objetivo en la calificación pero mucho más justo en el reconocimiento del valor de un trabajo. Señala la necesidad de una nueva y mas eficiente organización de los laboratorios grandes instalaciones (Observatorios, Aceleradores de Partículas, Tokomak para Fusión) en cooperación ante determinados retos universales, de la mejor y más rápida difusión de las novedades y el más libre acceso de los trabajos científicos y a la información que todavía está clasificada o patentada..etc..etc..
Ahora haré algunos comentaros citando algunos trozos escritos por Ernesto en los libros citados que de alguna manera reflejan alguna de sus obsesiones, algunos de sus pensamientos sobre temas científicos y técnicos algo de su visión del futuro
PRIMERA CITA
De todo corazón desearíamos que la solución del problema de la carta náutica hubiera sido debida a NÚÑEZ o a SANTA CRUZ, que con tenacidad digna de premio la persiguieron infructuosamente; pero la justicia obliga a sustituir sus nombre por el de MERCATOR, que vio donde los demás no vieron.Julio Rey Pastor y Ernesto García Camarero: Cartografía Mallorquina. Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia “Instituto Luis Vives” C.S.I.C. Madrid. 1960. pg. XI
Hay científicos que clavan la flecha en el sitio que más les conviene y luego pintan la diana. Eso se llama fraude, Para los que lo hacen es dar en el clavo. En esta cita Julio Rey Pastor, el maestro, y Ernesto García Camarero, el discípulo, reconocen que su flecha no ha sido capaz de alcanzar la diana. También comprobar que una hipótesis de partida es falsa es hacer ciencia. Las hipótesis que mantenían de que los autores de los portulanos podrían haber sido los precursores de las modernas cartas de navegar, al estudiarlas con detalle, resultan que no son ciertas, porque estas cartas no tienen en muchos casos escala (longitud de la milla mastica utilizada), ni tampoco sistema de proyección de una esfera en un plano. Reconocen que hasta Gerard Mercator en el sglo XVI no hubo verdaderas cartas de navegar que cumplieran estas dos rigurosas condiciones.
SEGUNDA CITA
Y si con esto la vieja polémica de si era necesaria la ciencia y de si había habido ciencia española parece haber terminado, otra nueva surgirá si no son unánimes las respuestas que se den en el futuro a la siguiente pregunta: ¿Tendrá que esperar Europa, y el Mundo, muchos siglos para que nos deba algo sustancial en materia científica, producida por españoles y en España?Ernesto y Enrique García Camarero: La polémica de la ciencia española. Madrid. Alianza Editorial. 1970. pg. 22
Aquí los hermanos García Camarero tratan de imaginar un futuro en el que la ciencia española deje de tejer y destejer y adopte el camino de solo tejer o la imprescindible continuiad, cosa que traerá con el tiempo contribuciones cada vez mejores para el futuro de los europeos y también del mundo porque si algo tiene el conocimiento científico es que es universal. Vale para todos hasta que alguien demuestre que no lo es.
TERCERA CITA
Hemos de destacar la constante frustración que ha producido en el peculiar devenir de la ciencia española sus sucesivas discontinuidades históricas, ya que siempre ha ocurrido que a los contados momentos de creación científica habidos en España, que han durado relativamente poco, les ha seguido su brusca desaparición y posterior silenciamiento de su recuerdo.Ernesto García Camarero en el capítulo titulado “El tejer y destejer en la ciencia española” en La Ciencia española entre la polémica y el exilio. Madrid. 2012. pg. 24
Se repite de nuevo un hecho contrastable, la discontinuidad de la actividad científica con el consiguiente retraso que ello determina en cuanto a las técnicas de investigación, los aparatos imprescindibles, los laboratorios y las grandes instalaciones. Lo que tenemos y lo que nos falta hoy todavía es fruto de esas discontinuidades. Con esta normalización los frutos irán llegando porque tendremos continuidad, técnicas puestas a puntp, aparatos, laboratorios y grandes instalaciones. Todo ello en espacios de libertad imprescindibles para esta tarea de pensar en los problemas a resolver.
CUARTA CITA
Estas nuevas instituciones [Ateneo (1820-1835), Academia de Ciencias (1847), Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid (1857), Sociedad Española de Historia Natural (1871), Junta para la Ampliación de Estudios (1907)i y Asociación Española para el Progreso e las Ciencias (1908)..], fueron en general, defensoras del libre pensamiento y de la democracia, aspectos ambos necesarios para el estudio y difusión de las ciencias, así como para la formación de un espíritu racional y más todavía para el desarrollo de la investigación científica. Era más importante la creación de un ambiente cultural en el que se valorara la ciencia, se diera reconocimiento social al científico y se pudiera trabajar en libertad, que los propios recursos materiales necesarios para realizar esas tareas. De nada sirven grandes edificios si no están habitados por científicos con ideas y con libertad para desarrollar, tampoco detallados reglamentos con los que se regule el comportamiento de los científicos, cuyas principales características deben ser la propia autonomía, la iniciativa y la libertad, ya que de otra forma se iría a una burocracia y estratificación poco acorde con la libertad de pensamiento necesaria en toda tarea creativa.Ernesto García Camarero: La Ciencia española entre la polémica y el exilio. Madrid. 2012. pg. 108
Esta reflexión general nos acerca al pensamiento de Ernesto cuando defiende las instituciones en las que se permite el libre pensamiento, la democracia, un ambiente propicio al debate y a la valoración del conocimiento. El simil que utiliza del edificio suntuoso pero vacío, sin científicos, sin ideas, en fin , sin pensamiento, comparado con otro que rebosa libertad, creatividad, iniciativa, sin autoridades que pongan puertas al libre pensamiento, crea ilusión y esperanza para conseguir ese mundo más justo, más libre, más solidario y más creativo en el que siempre pensó Ernesto y transmitió cada vez que pudo hacerlo o se lo dejaron hacer.
QUINTA Y ÚLTIMA CITA
Consideramos que la Historia no es simple la narración de unos hechos ocurridos en el pasado y, por tanto, ya muertos, sino el conocimiento de fuerzas sociales vivas originadas en el pasado, que aún ejercen influencia en el presente y que se deben conocer para actuar adecuadamente en la configuración del futuro.Ernesto García Camarero: La Ciencia española entre la polémica y el exilio. Madrid. 2012. pg. 272
No hay muchas citas que nos remitan a sus ideas sobre la historia. Esta se encuentra al final de su libro. La dejó para que reflexionemos sobre ella. En efecto la Historia debe tener un propósito más allá de la explicación de los hechos del pasado. En este caso, para Ernesto, el pasado ejerce influencia en el presente. Todo efecto que se produce tiene su causa, a veces inexplicable o, mejor, difícil de explicar. Y esos efectos y causas deben conocerse para comprender mejor el presente e intentar esa configuración del futuro por todos deseada, , si además no es impuesta sino elegida libremente, tanto mejor.
Para terminar querría exponerles con la mayor brevedad posible algunas ideas que Ernesto me manifestó mas de una vez sobre lo que para él el Ateneo debía emprender y que entronca con sus objetivos. Estas ideas las plasmó en un artículo publicado en Diario 16 el 27 e mayo de 2021. Porque Ernesto era “ateneista” y porque el Ateneo desde su fundación y salvo algunos períodos oscuros, que esperemos no se vuelvan a repetir, es una entidad civil, culta, crítica, siempre algo heterodoxa y hasta levantisca, donde se ha favorecido el librepensamiento, la creación, la difusión del conocimiento y el estudio de lo que está por venir para saber enfrentarlo.
El Ateneo era para Ernesto como un ser vivo que sobrevive gracias al conocimiento que tiene o adquiere por experiencia y estudio de su entorno más o menos cambiante, Si además sus promotores son humanos podrán pensar libremente en el futuro y prever los hechos favorables que pueden pasar y los que no convendría que pasaran en el conjunto de la sociedad. Ese era el debate que pretendía. Porque también creía que estas instituciones tenían que ser libres, sin dirigentes o autoridades que se puedan atribuir liderazgos inmerecidos y traten de conducir al resto por caminos no acordados. Libres para pensar como ocurre entre los científicos de todos los tiempos, libres para decidir sobre el futuro que mas convenga.
El primer Ateneo Español se crea en 1820 y en el preámbulo de sus Estatutos se establece
Sin ilustración pública no hay verdadera libertad: de aquella dependen principalmente la consolidación y progreso del sistema constitucional y la fiel observancia de las nuevas instituciones. Penetrados de estas verdades, varios ciudadanos celosos del bien de su patria, apenas vieron felizmente restablecida la Constitución de la monarquía española, se propusieron formar una Sociedad patriótica y literaria, con el fin de comunicarse mutuamente sus ideas, consagrarse al estudio de la ciencias exactas, morales y políticas, y contribuir, en cuanto estuviese a su alcance, a propagar las luces entre sus conciudadanos.
Tales son el origen y el objeto del Ateneo Español. Le han dado este nombre porque ningún otro expresaría con mas propiedad el lugar donde hombres, ansiosos de saber y amantes de su libertad política y civil, se reúnen para adelantar sus conocimientos, difundirlos y cooperar de este modo a la prosperidad de la nación.
Al final de estos Estatutos aparecen los socios, su presidente interino José (Ramón) Izquierdo Guerrero de Torres, matemático de formación por su interés en ser cosmógrafo y militar después por imperativo de la situación de guerra contra las tropas napoleónicas. y su vicepresidente, también interino, el botánico liberal Mariano Lagasca y Rubio. Ambos acabaron en el exilio al final del trienio como muchos de los primeros socios.
En los estatutos del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid de 1960 en su artículo 1º dice:
El Ateneo de Madrid es una Entidad cultural que tienen como fin facilitar a sus socios al acceso a la problemática pasada, actual y futura de las ciencias, las letras y las artes y difundirla en todos los ambientes en servicio de la conciencia nacional española.
Los diferentes Estatutos de esta institución repetían los propósitos de la primera fundación fallida y en los de 1960 aparece formulado el interés por el futuro que está ausente en los diferentes Estatutos a lo largo de su historia y vuelve a desaparecer creo en los más recientes de 2023, que he consulado.
Ernesto tenía gran interés en que el Ateneo, al que quería con todas sus fuerzas, hiciera un esfuerzo por recuperar sus primitivos propósitos enumerados en sus estatutos fundacionales y sobre todo incluir el debate sobre hasta que punto se vería afectada la sociedad en el futuro por los cambios que habían aparecido a finales del siglo pasado y lo que llevamos de este. Igualmente la necesidad de pensar una sociedad nueva ante los retos que nos esperan y que ya se viene vislumbrado con la mecanización y la automatización de muchas tareas antes exclusivas de la mano de obra humana o animal y hoy llevada a cabo por máquinas y robots.
Para Ernesto la labor que debería desarrollar el Ateneo del siglo XXI, seguiría siendo el desarrollo del conocimiento, su difusión con las diferentes herramientas disponibles hoy en día y las que vayan surgiendo, y además tratar de prever el futuro para responder sabiamente a los nuevos retos que puedan presentarse.
Ernesto hubiera querido que este acto se transformara en un debate sobre alguna de sus más importantes aspiraciones, una de ellas era la de un Ateneo interesado por los grandes retos del futuro ¿será posible hacerlo aquí y ahora e este mismo acto? Gracias , muchas gracias
26 de noviembre de 2023
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Posted on 2023/11/30
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