Una cuestión básica en el republicanismo es que sólo existe una república de verdad cuando no hay diferencia de fondo entre un político y un ciudadano, todos los ciudadanos, actuando en tanto que tales son políticos… Cuando participas, actuas, hablas, escribes, cuando haces tu trabajo bien y exiges a los demás que defiendan el bien común, cuando das ejemplo con tu proceder, cuando haces eso, actúas políticamente. El político no es más que un ciudadano ejerciendo tareas de gestión o representación de sus iguales. Y no importa cómo piense, sólo su conducta. En realidad no existe nada llamado «clase política», lo que sí existe —y genera muchos problemas— es la «política al servicio de una clase».
La política al servicio de la clase trabajadora no es simétrica a la que se pone al servicio de la burguesía —los ricos y poderosos por su dinero, propiedades o influencias—, pues cuando la política se pone al servicio de los trabajadores lo que hace es defender el bien común, si lo hace como debe, respetando los principios de igualdad, libertad y fraternidad, algo imposible si se pretende apoyar a una minoría que los rechaza por principio.
El «ciudadanismo» del que ahora hablan algunos no tiene nada que ver con esto. Es un puro engaño neoliberal. Hablar de ciudadanos sin ponerlo en conexión con su raíz jacobina-republicana pone de manifiesto siempre una manipulación postmoderna y reaccionaria.
En el republicanismo la sociedad civil y la sociedad política son la misma cosa. Los que separan la política de la sociedad son los neoliberales o su avatar, el globalismo 15memo y las occupy varías.
Cuando los neoliberales hablan de sociedad civil en realidad se refieren a las empresas y a los privilegios de los ricos y propietarios…, temen a la República, porque la República se basa en la IGUALDAD de los ciudadanos políticamente hablando, garantizando la República que tu, por no tener dinero, no tengas menos derecho a la educación, la justicia, la salud o a expresarte y comunicarte libremente, o a participar en las decisiones políticas.
El globalismo, con su falso lenguaje apela al pueblo y a los ciudadanos y denuncia a la «clase política», pero no incluye en su discurso ni una condena seria al sistema económico capitalista, sus modos de producción y dominación —física, económica, cultural— y, sobre todo, erosiona y desgasta sin ofrecer alternativas políticas, es decir, le abre paso al anarco capitalismo an.cap, a la par que disuelve los valores de la izquierda y la capacidad de las masas para ponerle nombre al peligro.La República es la garantía de la libertad y de la igualdad, y se alimenta de la fraternidad. Por eso odian a la República y al Republicanismo los liberales y los reaccionarios. Por eso el republicanismo es la abuela de todo el pensamiento de izquierda (y la cosa está tan mal que o le pedimos a la abuela que venga de nuevo con la guillotina —es una expresión simbólica ;-D — o la cosa irá a peor).
II
Devolvamos a las palabras su sentido. Una república burguesa es aquella en la que sólo el dinero y la propiedad garantizan el ejercicio pleno de la ciudadanía y los derechos humanos básicos (salud, educación, expresión)… El estado del bienestar aminoró esa dinámica y permitió que surgiera una clase media de origen obrero a través de un aumento de salarios y a la existencia de derechos sociales gracias a muchas luchas y a la existencia de la URSS…, pero esa clase media nunca fue una burguesia verdadera, pues siempre dependió de su trabajo y su salario para poder mantenerse; hoy, cuando pierden su trabajo millones de personas, o los salarios son reducidos brutalmente, y se destruye el acceso a la salud pública, la educación y las pensiones públicas, y descubren horrorizados que en realidad no eran «burgueses», sino simplemente trabajadores asalariados, no faltando quienes siguen obstinados en no reconocerse como lo que son, obreros de cuello blanco; años de fantasías quedan derrumbados de golpe ante la cruda realidad de la lucha de clases emprendida por los poderosos.
Los neoliberales temen incluso a las repúblicas burguesas porque saben que la ilusión de la democracia puede llevar a algunos políticos a actuar demagógicamente —eso es como lo califica el PP— y prometer al pueblo, a los ciudadanos sencillos, sin dineros o propiedades, mejoras sociales y más libertad y derechos. Lo dicen en la radio y la tv, la educación pública universal es «demagógica», pues no es justo que los pobres —los que no se lo pueden permitir por sí mismos—, estudien aprovechándose del dinero de los ricos, los empresarios y los emprendedores. A este extremo estamos llegando, el PP expresa en público su odio de clase, su clasismo extremo y su voluntad de construir una sociedad basada en las diferencias más grandes, la explotación, la ignorancia y la miseria para milones, sin otra política de contención que la violencia y la represión, y todavía la izquierda parlamentaria y las cúpulas sindicales no se atreven a hablar de la lucha de clases. ¿a qué esperan?Los neoliberales desprecian profundamente la democracia y odian a la República y todo lo que implica.
El plan neoliberal en marcha busca por eso privatizarlo todo, el estado, la policia, el ejército, las cárceles, la justicia, todo en manos privadas, de los ricos y poderosos, de las grandes empresas. Gracias al poder de su dinero, propiedades e influencias controlan ahora el estado y lo están convirtiendo en una abierta dictadura de clase, la dictadura sobre el pueblo, sobre los trabajadores. La destrucción de los servicios públicos es sólo el comienzo. A esta gente les sobra todo. Nos quiere de rodillas. Aislados, ignorantes, prisioneros, en la miseria. Literalmente. Es por todo esto que cuando hablamos de república democrática de trabajadores (articulo 1 de la constitución de 1931), hablamos de verdadero republicanismo, de derechos humanos, de respeto profundo a la dignidad humana, de defensa a ultranza de la Igualdad politica, de la libertad plena y de la fraternidad que es como las sociedades republicanas se mantienen unidas, solidarias y de donde extraen su sistema de valores. Por eso nos odian los liberales y los capitalistas, porque odian la libertad y al género humano. Por eso la Internacional hablaba del género humano….
En estos dias de penumbra que vivimos, en los que parece que estamos abocados a la oscuridad por siglos, la República universal, internacionalista, es la única esperanza. Pensar global, actuar local, dicen algunos de forma vacía, pues bien, llenemos eso de contenido, luchemos por la República aquí y ahora, por la República española, la vasca, la catalana, por el que la portuguesa y la francesa lo sean de verdad y no dejemos que el poder del dinero ponga fronteras falsas entre los trabajadores.
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Yves
2012/10/07
Más de lo mismo Buen ejercicio de articulismo “ilustrado”. Pero “opino que” trasnochado.
Cuando las bonitas consignas como “libertad, igualdad y fraternidad” se lanzan a los aires se las lleva el viento.
La República Francesa nace de la voluntad de unos grandes burgueses (masónicos), hoy denominados ultraliberales, para, utilizando a un pueblo sin mucho rumbo (como siempre), sustituir a la aristocracia en el desarrollo de unos objetivos hegemónicos. Ni más ni menos. Véase este interesante estudio de Martín Lozano en su (sospechosamente descatalogado) libro “El Nuevo Orden Mundial, Génesis y Desarrollo del Capitalismo Moderno”, 1999, (http://albalonga.tripod.com/~AlbaLonga/nom/nom14.htm) del que adelanto unos extractos (los subrayados son míos):
… en su asalto al poder político e institucional, la burguesía tuvo que recurrir a las masas populares para quebrar la tenaz oposición a todo compromiso de una parte considerable del estamento aristocrático. Esta contingencia fue la causa que obligó a la clase burguesa a efectuar ciertas concesiones circunstanciales y estratégicas a las capas populares, lo que habría de desencadenar una serie de consecuencias cuyos ecos perdurarían hasta mucho tiempo después.
…
la burguesía francesa dominaba por completo el panorama económico de aquel país.
…
Ya es bien significativo el hecho de que los conciliábulos donde se incubaron y desde donde se propalaron las consignas burguesas de la Ilustración encontraran su mejor acogida en los salones de la aristocracia.
…
Pero, una vez consolidados sus objetivos y alcanzada la hegemonía institucional, la burguesía dirigente execró los excesos de las turbas que ella misma había instigado y apeló de nuevo a las viejas creencias, viendo en ellas un factor de control y estabilización de su orden social.
…
Pero fue necesaria, además, la presencia de una estructura organizada capaz de llevar a cabo una labor sistemática de demolición cultural y de agitación social, como lo era la maquinaria que venía preparando desde hacía tiempo el asalto de la burguesía al poder político e institucional. Sobra decir que en todo ese ejercicio de fuerza, el tan largamente invocado papel de las masas no fue sino el de mera comparsa, como los acontecimientos sucesivos demostrarían hasta la saciedad.
…
Esa estructura minuciosamente organizada a través de la cual la oligarquía burguesa alcanzó sus objetivos no fue otra que la francmasonería,
…
Bien podría empezarse, pues, significando el hecho de que todos los ideólogos del nuevo régimen y de la Revolución, y la totalidad de sus dirigentes políticos, sin ninguna excepción sobresaliente, fueron feligreses de las logias. Desde los teóricos y propagandistas de la primera hora, como D’Alembert, Montesquieu, Rousseau, Condorcet o Voltaire, hasta los activistas más destacados del proceso revolucionario, del Directorio y del régimen bonapartista, como Mirabeau, Desmoulins, Robespierre, Danton, Saint-Just, Marat, Hebert, Fouché, Siéyès, o el propio Napoleón. Todo ello sin contar, claro está, los innumerables clérigos afiliados a la secta. Masónicos igualmente eran los símbolos republicanos (gorro frigio, bandera republicana) y el himno revolucionario (la marsellesa), compuesto por el adepto Rouget de L’Isle y cantado por vez primera en la logia de los Caballeros Francos de Estrasburgo. Lo mismo podría decirse de las consignas ideológicas, comenzando por la más hipócrita y falaz de todas ellas («libertad, igualdad, fraternidad»), amparo desde entonces de masacres y tiranías, y artificio que bastante antes de convertirse en el eslogan señero del régimen burgués era ya la divisa de las logias masónicas
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Cita de W. Churchill:
“Aquel que no vea que en la tierra se está llevando a cabo una gran empresa, un importante plan en cuya realización nos es permitido colaborador como siervos fieles, tiene que estar ciertamente ciego”
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Cita de Lenin
“Detrás de la revolución de octubre, hay muchos personajes mucho más influyentes que los pensadores y ejecutores del marxismo”.
Se refería a los grandes banqueros.
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Benjamín Disraeli dijo: “el mundo está gobernado por personajes muy diferentes a los que creen los que no ven más allá de sus ojos.”
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La nación-estado ya no existe; si es que ha existido alguna vez. Si acaso nominalmente y como representación frente a unos individuos no privilegiados por el sistema y cuyo conjunto denominamos pueblo. Grave error es descargar nuestras acusaciones y/o depositar nuestras expectativas sobre los políticos, oportunistas de medio pelo, quienes no son sino empleados, y no hacerlo sobre sus jefes-contratistas: los titulares de los grandes intereses corporativos –hiperpolarizados- (este eufemismo agrupa los nombres y los apellidos de los grandes banqueros-petroleros-fabricantes de armas-farmacéuticos-etc.) los grandes OPORTUNISTAS de quienes los de medio pelo hacen de parapeto..
Un hecho remarcable en la tesitura actual es que no existe una clara y evidente propuesta política a tal situación (que no sea más de lo mismo), como sí las hubiera a lo largo de la llamada historia contemporánea (socialismos, comunismos o anarquismos). Tal vez no fuera descabellado pensar que no aparece por ningún lado esa propuesta porque la respuesta, a día de hoy, ya no es en sí política.
Esto que digo implicaría una transformación de carácter dimensional que no puede nacer sino del individuo mismo, de su propia transformación. Sí, es eso que se viene denominando revolución interior cuando se dice que la verdadera revolución pasa por uno mismo, que es un lugar en donde el oportunismo no ha lugar.
¡Ah!, y esa revolución interior no es una mística utópica ni nada por el estilo, como podría entender la plaga ‘cientifista’ (oportunista). Es algo muy realista, consciente y real que se está desarrollando efectivamente ya y cada vez menos poco a poco. Y quien no lo vea… tal vez es que no ve más allá de sus ojos.
dedona
2012/10/07
Ha logrado usted llamar en su ayuda a Disraeli, Lenin y Churchill, es un logro muy notable. No sabe lo que me alegraría que cuestiones como disfrutar de acceso a la educación, la salud y la participación política dejasen de estar amenazadas y fuesen cada día más accesibles a los ciudadanos por el hecho de serlo, en vez de verse cada día más limitado ese acceso. Me temo que nos arrastran de cabeza a una sociedad en la que sólo el dinero y la propiedad serán garantía de cierta seguridad, desapareciendo lo público etc. ¿No ve este proceso en marcha? Pues millones lo sufren cada día en Europa.
Detecta usted bien la inspiración ilustrada del texto. Y ya sabemos que la Ilustración es una de las torres a abatir. No por sus errores y desvíos históricos, sino por su potencial contra la barbarie, la insolidariadad, los particularismos sectarios o tribales y la irracionalidad. Si caen la luces, quedará tiniebla. Porque la postmodernidad desde la que escribe usted es una forma de oscuridad.
Su argumentación contra la Ilustración y la Rev. Francesa usa muletas averiadas. Busque otros apoyos o, mejor, intente enterarse de qué pasó y que significó.
Si se critica la democracia y a los capitalistas a la par que se desprecia y rechaza a la izquierda y a la Ilustración, sin cuestionar el modelo económico capitalista lo que tenemos es fascismo. Fascismo POSTMODERNO, claro.., un horror más.