García Bilbao, Pedro A. (2012), «Más allá del sol y la novela popular en España. Notas a una obra de George H. White», en White, G.H. Más allá del Sol. La serie completa, Clásicos CF nº 4, Ediciones Silente, Guadalajara, pp. 7-14.
Sea como sea, ahí está Más Allá del Sol, para leerla, disfrutarla y hacer la vida más llevadera. Lo demás (…) es sólo palabrería. (Moreno Cortina 2003)
«La irónica, la piadosa, la incomprensible ciencia-ficción»
(Buiza 1972)
En este libro que presentamos hoy en la colección Silente Clásicos se recogen en un solo tomo las cinco novelas que componen la serie de Más allá del Sol de George H. White. Se publicaron en 1956 en la col. Luchadores del Espacio de Editorial Valenciana y son una buena muestra de la ciencia ficción popular española durante la postguerra. Una postguerra española que en palabras del autor, Pascual Enguidanos, duró muchos, muchos años y fue una época gris en la que se llegó a perder casi la esperanza. La ciencia ficción contribuyó a llevar un poco de ilusión y sueños a los lectores en épocas duras; así había sido en los años dorados del pulp norteamericano (Wonder Stories, Amazing Stories) que coincidieron, quizá no por casualidad, con la gran depresión, o en la Inglaterra y Francia inmediatas a 1945. España no fue diferente. Luchadores del espacio marcó una época en el fantástico español y por mucho que la calidad de sus obras fuera algo heterogénea, algo hubo en ella que la hace ser recordada especialmente, un mérito que tiene su origen entre otras cosas en la sensibilidad del editor de Valenciana a escuchar a sus autores, contratar buenos dibujantes para las cubiertas, cuidar las cuatricomías de las mismas y tratar de poner a disposición del sufrido público la literatura de evasión que tanto se necesitaba.
Hace unos años, la Universidad de Valencia, a iniciativa de Pablo Herranz, organizó un homenaje a la escuela valenciana de ciencia ficción que se desarrolló en los años cincuenta con la ya mítica Luchadores del Espacio y su estela de autores e ilustradores gráficos excepcionales. En Memoria de la novela popular (Herranz, 2004), se rescata, contextualiza y pondera aquel esfuerzo que hoy evocamos con la reedición de estas obras.
La finalidad de este rescate es el puro disfrute de la relectura o la aventura de adentrarse en ellas por primera vez. En cualquier caso es muy procedente también reflexionar sobre la posible utilidad social o personal del género, una tarea a la que el propio Umberto Eco ha dedicado inspirados esfuerzos (Eco, 1995); la función social que representaba la novela popular —fuere del género que fuere, terror, policiaco, romántico, del espacio— jugó un papel importante para una población acosada por las penurias y que, por primera vez, empezaba a estar alfabetizada de forma mayoritaria, un fenómeno nuevo que estaba empezando a surgir desde principios del siglo XX (Eguidazu 2008). Si hoy recordamos estas novelas como género se debe, desde el ámbito de la sociología de la literatura, a esa función social dentro de aquel contexto de postguerra, y si lo hacemos singularmente en cuanto a algunas obras concretas y sus autores, se debe a que, pese a la ingenuidad de algunos de sus planteamientos, el sentido de la maravilla que destilan sigue ahí, permitiéndonos asomar a un futuro que no fue pero que guarda cierto encanto. Esa magia especial que acompaña a Luchadores, es de la misma familia que la que rodea a Flash Gordon (Alex Raymond, 1934), Dan Dare (Frank Hampson, 1950), El príncipe valiente (Harold Foster, 1937), El capitán látigo (F. Cabedo y Alfonso Arizmendi, 1962), o Freddy Barton (F. Cabedo y Pascual Enguídanos, 1961) y no se ha extinguido; entre la producción de entonces hay, ciertamente, algunas obras que merece la pena recordar o leer. También ahora estamos viviendo tiempos de penuria, nuestra realidad es la que está empezando a convertirse en un escenario de ciencia ficción y refugiarnos en los espacios siderales sigue siendo una cálida opción para las tardes de un domingo o junto a la mesilla de noche antes de dormir, por no hablar del metro y nuestro e-book cargado en el lector, que de todo hay.
El mito de la Contratierra, como el Ganímedes habitable, la Tierra Hueca, el Venus jurásico, el Marte de canales y hielos escondidos, forma parte del Sistema solar literario y especulativo que acompañó nuestras miradas literarias hacia él desde finales del XIX, aunque en algunos casos esas visiones vinieran de muy antiguo. El sistema solar estaba ahí, se empezaba a estudiarlo y la difusión de teorías y especulaciones sobre su constitución real empezaron a divulgarse. Desiderius Papp, astrónomo y físico austriaco que dedicó mucho esfuerzo a la divulgación científica en el primer tercio del siglo XX, había incluido en sus obras especulaciones que desatarían la imaginación de muchos, entre ellos, la de un muy joven Pascual Enguídanos, que había podido leerle gracias a las bibliotecas populares formadas en Valencia en los años de la guerra civil.
La ciencia ficción popular se alimentó de esa corriente de divulgación popular y transformó a su modo las zonas grises de conocimiento cierto con la imaginación. «No dejes que la realidad fría te arruine un cálido sueño»; si había dudas sobre qué escondía Venus tras su velo de vapores, ¿por qué no suponer que era un primo primitivo de la propia Tierra? Un joven Isaac Asimov se zambulló en aquellos sueños con su serie de Lucky Starr en 1954, ¿por qué no Pascual Enguídanos en 1956? Era puro entretenimiento, no lo olvidemos, una diferencia importante con otros acercamientos a estos mitos o cosmogonías inventadas que en algunos casos han sido tomadas como verdaderas por ciertas pseudociencias o por ciertas miradas esotéricas (Fritze, 2010). Asimov y Enguídanos sabían que eran falsas, pero que por muy falsas que fuesen, eran sugerentes y la mirada todavía ingenua del lector permitía aquel juego.
En Más allá… sale la «contratierra», el hipotético planeta simétrico al nuestro. Moreno Cortina nos recuerda que este mito literario ha tenido un recorrido:
«(…)la Ciencia no siempre consideró imposible la existencia de la Contratierra. En el siglo IV antes de Cristo, un filósofo pitagórico griego llamado Filolao de Croton fue el inventor de la teoría del Antichton, o Contratierra. En la cosmogonía griega cotemporánea de Filolao, un fuego central ocupaba el centro del universo, rodeado por diez objetos celestes: la Contratierra, la Tierra, la Luna, Venus, Marte, Júpiter, Saturno y la esfera de las estrellas. La Contratierra estaba siempre interpuesta entre la Tierra y el fuego central, motivo por el cual no podíamos verlo. De esta forma, gracias al auxilio ad hoc del improbable Antichton, los cuerpos celestes formaban un número redondo y hermoso a los ojos de un griego.
La teoría hubiera podido caer en el olvido más absoluto por los siglos de los siglos, entre otras igualmente improbables de la antigüedad, si no hubiera sido rescatada por los esotéricos de finales del siglo XIX y principios del XX, dispuestos a desempolvar cualquier vieja quimera que pudiera pertenecer a la antigua sabiduría perdida.
Con toda probabilidad ese fue el puente que permitió a la contratierra desembarcar en la literatura de Ciencia-Ficción. Aunque no se trata de un tópico tan extendido como el de la Tierra hueca, sí que ha sido cultivado en diversas ocasiones, fundamentalmente en la época pulp.
Uno de los primeros autores de Ciencia-Ficción en utilizar el topos de la Contratierra fue Edison Marshall, en el relato Who is Charles Avison (1916). Después de él, ha habido otros. Planeoid 127 (1924), de Edgar Wallace. La Trilogía de AntiGeos de Paul Capon, compuesta por The Other Side of the Sun (1950), The Other Half of the planet (1952) y Down to Earth (1954). Objectif Solaire (1956), del francés Richard Bessiere. Y por supuesto, las veintiseis novelas de la popular Serie de Gor de John Norman, compuesta entre los años 1966 y 1988. En cuanto al cine, tan solo el film Doppelganger (Journey to the Far Side of the Sun), dirigida por Robert Parrish en 1969, se ha ocupado del tema.»
[Moreno Cortina 2003]
Hace mucho ya que sabemos que tal planeta en órbita simétrica es un imposible. Aunque tenemos los Puntos LaGrange, que también tienen su aquel. Canalda nos recuerda el porqué de esta imposibilidad newtoniana de una contratierra:
«Para los interesados en profundizar en la explicaciones astronómicas implicadas en estas novelas, conviene explicar el tema de los Puntos de Lagrange, que es como se denomina a los puntos situados en la vecindad de dos cuerpos masivos —habitualmente un planeta y la estrella en torno a la cual gira— en los cuales las atracciones gravitatorias de ambos se equilibran, de manera que en ellos es posible la existencia de un tercer astro de menor tamaño que se encuentra en equilibrio dinámico describiendo, por ello, una órbita estable. Estos puntos son un total de cinco, numerados desde L1 a L5, de los cuales los únicos realmente estables son los dos últimos, L4 y L5, los cuales efectivamente se encuentran sobre la órbita del segundo de los dos astros, el planeta para entendernos.
»Dicho con otras palabras, es posible la existencia de un astro describiendo la misma órbita que un planeta en torno al Sol, pero no en el punto opuesto tal como plantea Enguídanos —este lugar correspondería al L3 que, como ya ha sido explicado, es inestable—, sino formando un ángulo de 60º, por delante y por detrás, con el planeta en cuestión. Asimismo, es necesario que la masa de este tercer cuerpo sea inferior a la del planeta.
Existen en el Sistema Solar varios ejemplos de astros situados en los puntos de Lagrange L4 y L5; los más conocidos son los de los asteroides troyanos, llamados así por estar bautizados con nombres de héroes de la Ilíada, los cuales describen una órbita similar a la de Júpiter, precediendo o siguiendo a este planeta, pero recientemente se han descubierto varios asteroides troyanos de Marte, todos en posición L5, y tres satélites de Saturno, dos de los cuales ocupan las posiciones L4 y L5 de la órbita de Tetis y el tercero la L4 de Dione. Huelga decir que no se conoce ningún caso de ocupación del punto L3, ni en la órbita de ningún planeta o satélite ni, mucho menos, en la de la Tierra, con lo cual el escenario imaginado por Pascual Enguídanos no es real… Lo que no resta en un ápice el interés de su narración.»
(Canalda 2002)
Esta serie se publicó en un espacio de dos meses y en un largo intermedio que el autor se tomó entre dos subciclos de la Saga de los Aznar, su obra principal y que había dado origen a la propia colección de Luchadores. Los títulos que lo componen fueron, en orden: Extraño visitante, Más allá del Sol, Marte el enigmático, ¡Atención, platillos volantes!, y Raza maldita. Primera y última casi se pueden leer como obras independientes, las tres centrales como una única dividida en tres episodios, todas ellas con un mismo telón de fondo y un mismo protagonista principal. De todas las series escritas por Enguídanos es la segunda más larga tras la propia Saga. ¿Qué puede explicar esta aventura ajena al universo Aznar?
Tras publicar El coloso en rebeldía, novela que cerraba un periodo dramático interno, el autor y la editorial pactaron un cierto tiempo de descanso para valorar el impacto de la Saga y ver si se continuaba o no; el retorno aznariano vendría con Luz sólida (1957), pero el tiempo de espera despertó la inquietud de los lectores. La respuesta del público demandando más «aznares» fue abrumadora, la editora recibió numerosas cartas de lectores preocupados por el retraso en la aparición de nuevas novelas. En las 36 semanas que transcurrieron hasta que la Saga se reanudó, la col. Luchadores publicó obras de otros autores y también de un George H.White que era ya la estrella indiscutible de los espacios siderales hispanos; entre esas obras brilló con derecho propio Extraño visitante, la primera de este nuevo ciclo.
En Más allá… se nos habla del peligro y las aventuras vividas por los astronautas terrestres que tratan de averiguar qué se escondía tras el descubrimiento de un platillo volante (soberbiamente descrito in- ternamente por GHW) en una reserva navajo. Procedían los «extraños visitantes» de la contratierra, el planeta gemelo al nuestro, situado hipotéticamente en una órbita simétrica a la terrestre de forma que el Sol se interpondría siempre entre los dos mundos impidiendo el mutuo avistamiento. La historia inicial, donde la experiencia como autor de novelas del oeste se deja sentir en la cuidada ambientación, acaba evolucionando hacia una novela de exploración de Marte que nos re- cuerda a Claro de Tierra de Arthur C. Clarke, por lo cuidado y extenso de las descripciones del sistema de viaje y la construcción de las naves espaciales, y que desemboca en un escenario típicamente GHW con grandes combates siderales entre los amenazantes platillos volantes y los terrestres, reforzados por las tecnologías recuperadas no sin esfuerzos de la extinta raza marciana. Este escenario, sus ideas base, serán posteriormente reciclados —nunca más idónea esta palabra como en este punto— en la soberbia creación en comic de Freddy Barton el audaz por el propio Pascual Enguídanos y el dibujante Fernando Cabedo. Estamos ante una obra del mejor pulp español, llena de sentido de la maravilla. José Carlos Canalda nos indica claramente por qué rescatar Más allá del Sol:
«La serie de Más allá del Sol reúne por derecho propio suficientes méritos para ser rescatada del olvido y leída de nuevo —o por primera vez— encontrando placer en ello. Es ingenua en ocasiones tal como cabía esperar de una obra concebida para ser publicada en una colección popular, pero sería una injusticia despreciarla puesto que sus méritos, que son bastantes, compensan con creces a sus posibles errores. En ella encontramos aventura, un rigor inaudito dentro de los parámetros de la ciencia ficción española de su época, dramatismo, amor… Y una descarnada crítica, nada excepcional en la obra de Pascual Enguídanos, a todo tipo de totalitarismo político, algo insólito e, incluso, arriesgado, en la triste España de mediados de los años cincuenta. Encontramos también los tópicos habituales en el género: platillos volantes, una civilización marciana moribunda, un enemigo extraterrestre despiadado y cruel, un imperio con ambiciones hegemónicas, la omnipresente guerra fría entre rusos y americanos… Todo ello convenientemente mezclado y dosificado con la maestría habitual de un experto como Pascual Enguídanos, lo que hace de la lectura de estas novelas una gozada.»
[Canalda, 2002]
Coincidimos plenamente con esta afirmación. Prepárense para un viaje a lo desconocido. Trabarán contacto con un George H. White que no es el de la Saga, pero que se nos aparece con su peculiar estilo. Buenas descripciones, aventura sin fin, gusto por los detalles (el interior del platillo en Extraño visitante está recreado de forma excepcional) y un tratamiento realista y no sentimental de los personajes (si alguien ha de morir morirá), sello de su autor del que la Saga de los Aznar es buen ejemplo.
Pedro A. García Bilbao (URJC)
Bibiografía citada
Buiza, C. [ed.] (1972), Antología social de ciencia ficción, Zero, Madrid, pp-5-9.
Canalda, J.C; Cantero, I. (2004), «La aventura de la colección Luchadores del Espacio (1953-1963)», en Herranz, J.P. [et al.] op.cit. vide infra, pp. 17-37
— (2001), Luchadores del espacio. Una colección mítica de la CF española, PulpEdiciones, Alcalá de Henares.
— (2002), «Prólogo», en White, George H. op.cit. vide infra.
Clute, J; Nichols, P. (1999), «Dan Dare. Pilot of the Future» en The Enciclopedia of Science Fiction, Butler&Turner, London, pp.297-8
—— (1999), «Flash Gordon», en ——, op.cit. pp. 432-5
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Eguidazu, F. (2008), Del folletín al bolsilibro. 50 años de novela popular en España (1900-1950), Silente, Guadalajara.
Fritze, R.H. (2010), Conocimiento inventado. Falacias históricas, ciencia amañada y pseudo-religiones, Turner, Madrid.
García Bilbao, Pedro A. (1999),«Fantasía en años de plomo», en ——; Saiz Cidoncha, C. op.cit.
—— (2004) «La Saga de los Aznar: una sociología de la utopia», en Herranz, P. [et al.] op.cit., pp. 75-103.
——; Saiz Cidoncha, C. (1999), La gran Saga de los Aznar, Quaderns UPCF, Universidad politécnica de Catalunya, Barcelona
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Herranz, P. [et al.] (2004), Memoria de la novela popular. Homenaje a la colección Luchadores del Espacio, Fòrum de debats, Universidad de Valencia, Valencia.
Martínez de la Hidalga, F. [et al.](2001), La novela popular en España 2, Robel, Madrid.
Moreno Cortina, M. (2002), «Epílogo. El mito de la contratierra» en White, George H. (2002), op.cit. vide infra.
White, George H. (2002) [2a], Más allá del Sol, PulpEdiciones, Alcalá de Henáres
Posted on 2019/08/01
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